El parque Jaime de Nevares rompió muros de encierro

El parque Jaime De Nevares se transforma los fines de semana en un lugar de encuentro y risas, reuniones informales y esparcimiento donde antes hubo restricciones, murallas y siempre viento con tierra. Tanto la cancha que funcionó en el lugar hasta 2017 como el patio de atrás del servicio penitenciario, se transformó en un gran espacio verde multifunción.

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El único árbol que quedaba en pie al momento de que se abrió el cerramiento carcelario, fue preservado a petición de la comisión vecinal del barrio Villa Farrel, según destacó su presidenta, María Olmedo.
Los fines de semana “se llena de gente”; no solo adolescentes en la cancha de skate o en las de ping pong, fútbol tenis, sino que confluyen amistades, parejas, familias y grupos de diferentes edades en los espacios diversos que ofrece el lugar concebido como “abierto a la ciudadanía para la cultura, deporte y recreación”, según figura en la normativa de fundación.

Es un espacio de 4,7 hectáreas que en algún momento fueron parte de la periferia de la ciudad, y que en la actualidad forman parte del microcentro. El parque ocupa casi la mitad de lo que fueron las 9 hectáreas de la vieja cárcel federal, que dejó de funcionar oficialmente en el lugar el 13 de abril de 2018.
“En agosto solicitamos unas hamacas, habían juegos, pero eso faltaba”, describió Olmedo. No hubo consenso para un sector de departamentos bajos y centro comercial en el lugar, ese proyecto quedó archivado.

No se conservaron las calles en continuidad tradicional de cuadrículas, sino que se abrieron arterias de pavimento y cordón cuneta con circulación doble mano que permiten la fluidez de tránsito en el microcentro, con una notoria reducción de velocidad debido a las características del megapaseo.

Con la posesión a cargo de la municipalidad de Neuquén del espacio (que sigue bajo la órbita de Nación) se le impuso el nombre Jaime De Nevares, el obispo que acompañó en Neuquén no solo a los fieles y a las instituciones de la diócesis, sino que se acercó a escuchar las necesidades de los más carenciados y a quienes estaban dentro de las cárceles y a sus familiares, ya sea porque eran detenidos políticos o porque habían perdido la libertad tras una condena.

No quedan rastros hoy del espacio oscuro tras el cerramiento que iba por detrás del segundo muro de seguridad de la vieja cárcel federal. En el primer medio siglo de funcionamiento del penal, los internos usaron ese sector para huerta. Luego se hizo una cancha en que en la década del 60 y 70 sirvió para esparcimiento de los soldados y conscriptos, mientras que en los últimos años, además de la casa de “preegreso” en uno de los sectores de resguardo, había una cancha que utilizaba la comisión vecinal.

“Durante más de 15 años ocupamos esa cancha, detrás del portón cerrado. Era un predio lleno de tierra que la vecinal usaba por un convenio con la U9, antes de que fuera el pulmón verde. Estamos muy contentos, porque si bien nunca fue un problema la seguridad rodeado de las garitas de los guardacárceles y en un tiempo los internos tenían como una chacra, ahora es un lugar lleno de gente los fines de semana, es un lugar de visita que vienen desde todas partes. No está la cancha, pero se puede hacer gimnasia, caminatas y es lugar de esparcimiento para los adultos mayores en el medio de Villa Farrel”, dijo la presidenta de la comisión vecinal.

En las inmediaciones del parque aún está la construcción federal del casino de suboficiales del servicio penitenciario y una parte de las viviendas oficiales, mientras que el proyecto provincial de modificación de los viejos muros, patios internos y de desarrollo arquitectónico de la otra mitad de la ex U9, está en tiempos de pre licitación.

Los viejos muros de seguridad y las torretas, aun están sin modificaciones en la parte exterior y que actualmente se ven desde el Parque Jaime De Nevares.