Murió el narco que quiso pagar la deuda de Bolivia

El "rey de la droga", que alcanzó notoriedad por haber ofrecido pagar la deuda externa de su país, murió tras una serie de complicaciones en su salud. Roberto Suárez manejó totalmente la producción boliviana de droga, al tiempo que utilizó parte de su dinero para ayudar a los pobres.

LA PAZ (Reuters y DPA).- Roberto Suárez, el ex «rey de la cocaína» de Bolivia que un día ofreció pagar toda la deuda externa del país a cambio de inmunidad, murió enfermo en la ciudad oriental de Santa Cruz, informó ayer su familia.

El supuestamente arrepentido narcotraficante tenía 68 años cuando falleció el jueves de un paro cardíaco, tras una serie de hemorragias causadas por úlceras y otros problemas hepáticos y digestivos, dijo su hermano Huáscar a radios locales.

Roberto Suárez estaba en libertad provisional desde hacía cuatro años, tras cumplir ocho de los 15 años de cárcel a que había sido condenado por narcotráfico. «El siempre será recordado con mucho cariño por el pueblo, porque ayudó mucho, su único gran error, del que siempre dijo que se arrepentía, fue haberse metido en el narcotráfico», afirmó Huáscar Suárez.

Un ganadero millonario

Aseguró que Roberto Suárez era un millonario ganadero antes de complicarse a fines de los años 70 con el tráfico de cocaína. «Pero se metió con lo ilícito y luego quiso compensar haciendo muchos favores a la gente, dando regalos y pagando curaciones», añadió el hermano.

La faceta de filántropo y el rápido crecimiento de su fortuna dieron a Roberto Suárez gran notoriedad, que se acrecentó en 1983 con su insólito ofrecimiento de pagar la deuda externa boliviana, entonces de unos 3.000 millones de dólares.

Sin embargo, hace tres años, luego de beneficiarse con la libertad provisional, dijo que nunca estuvo en capacidad de cumplir su ofrecimiento de pagar la deuda externa.

El «rey de la cocaína» vivió varios años en la clandestinidad y sólo fue capturado en julio de 1988, tres años después de haber sido condenado en ausencia.

Su hijo Roberto Suarez Levy murió a fines de los años 80 en un enfrentamiento armado con agentes del organismo antidrogas estadounidense, DEA.

Un primo del ex «rey de la cocaína», Jorge Roca Suárez, alias «Techo de Paja», cumple desde 1990 en Estados Unidos una condena de 30 años de cárcel por narcotráfico.

Según recientes informes oficiales, las grandes «narcobandas» han desaparecido de Bolivia en la última década, para dar paso a una gran cantidad de pequeños narcotraficantes.

Bolivia integra con Colombia y Perú el trío de principales países productores de cocaína.

El actual gobierno del presidente Hugo Banzer ejecuta un agresivo plan de erradicación de cultivos de coca, materia prima de la cocaína, en su afán de sacar a Bolivia del circuito de la droga para 2002.

El máximo «capo» se inició en la mafia de la droga cuando tenía 14.500 cabezas de ganado en once haciendas y 40 millones de dólares.

«Resulta que incursioné en la cocaína siendo multimillonario, y lo hice con principios muy nobles pero con ignorancia, nobles porque acepté aportar al espectro de un gobierno», declaró Suárez el año pasado a la revista «Síntesis».

Se ganó el sobrenombre de «Rey de la cocaína» por tener el dominio absoluto de la producción de droga boliviana con las bandas de traficantes de Colombia, hacia finales de la década del 70 y mediados del 80.

La fortuna le permitió infiltrarse en los círculos de poder político y hasta llegó a brindar asesoramiento a los militares que se involucraron con el narcotráfico.

Suárez provenía de una familia de ganaderos del tropical departamento del Beni. En 1976 fue detenido por primera vez en posesión de cocaína y condenado a prisión mientras estaba fugitivo.

El papel de benefactor

Se asentó en el pueblo beniano de Santa Ana de Yacuma. Allí, por su generosidad con la población hacía obras de caridad a cambio de protección social, le decían Don Roberto, el «Taita».

Al «Rey de la cocaína» las autoridades le atribuyen el inicio de la fabricación de droga en Bolivia. Enseñó a los campesinos a obtener droga mediante métodos simples.

Un poder que creció con la protección de un ex dictador

El poder de Roberto Suárez aumentó con el gobierno del ex dictador Luis García Meza (1980-1981), pues contaba con protección oficial. Contrató los servicios de un grupo de paramilitares neonazis para cuidar sus espaldas y las pistas de aterrizaje de las avionetas que transportaban la droga.

Entre julio de 1980 y agosto de 1981, paramilitares literalmente gobernaban Bolivia. Bandas de pistoleros irrumpían en domicilios y oficinas de dirigentes opuestos al régimen para imponer allí la ley del terror.

A Suárez le gustaba alardear de su poder económico y militar. En una oportunidad, mostrando un moderno fusil israelita, dijo que contaba con un ejército de libaneses entrenados, aviones de despegue vertical y hasta misiles.

Así como gustaba de exóticos tigrecillos, disfrutaba de sus mujeres, se dice que eran siete, y de la compañía de sus 13 hijos.

Ofreció pagar la deuda

En 1983, la policía antidrogas de Estados Unidos capturó a su hijo Roberto (Roby) Suárez. Ofreció entonces pagar la deuda externa de Bolivia, valuada en ese entonces en tres mil millones de dólares.

En 1988, el ex presidente Víctor Paz Estenssoro, indignado con Suárez, ordenó su detención. El «Rey de la cocaína» había dicho que Paz era el «Virrey».

Finalmente, el narcotraficante se entregó en Santa Ana de Yacuma y la justicia boliviana lo condenó a 15 años de prisión por el delito de narcotráfico en 1976.

El «Rey» terminó en una cómoda celda de la cárcel de San Pedro de La Paz. Poco después su hijo Roby, fue acribillado en Santa Cruz de la Sierra, cuando resistió una orden de detención.

Desde entonces la vejez y las enfermedades minaron su salud. Fue trasladado a las penitenciarias de las ciudades de Cochabamba y Trinidad, pero pasó la mayor parte de la condena en clínicas particulares.

Cuando logró su libertad condicional en 1996, declaró que era el «Rey de la coca» no de la cocaína. Y murió antenoche de un paro cardíaco.


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