Neuquén: el terreno más chico de la isla 132 cuesta un millón de dólares

El valor de cada metro cuadrado es de 200 dólares. Las desarrolladoras recuperan rápidamente la inversión con la venta de algunos inmuebles que conforman los complejos construidos.

Los terrenos de la isla 132 siempre fueron pensados para ser vendidos a empresas desarrolladoras, dueñas de abultados capitales, dejando fuera de juego a pequeños inversionistas particulares.

Compraron y compran lotes grandes a 200 dólares el metro cuadrado y luego de construir edificios de lujosas instalaciones, ofrecen a la venta cada unidad por casi 2.000 o 3.000 dólares el metro cuadrado.
Las reglas del mercado inmobiliario de esa zona se basan en los valores que impone a la tierra el Tribunal de Tasaciones de Neuquén y en las directrices del Master Plan que se aprobó para que Cordineu pueda administrar y desarrollar la isla 132.

El Tribunal dispone que allí cada metro cuadrado de tierra cuesta 200 dólares. Cordineu no puede vender lotes chicos. En las 7 hectáreas donde está permitida la construcción, los terrenos más reducidos son de 5.000 metros cuadrados.

El desarrollador que adquirió esa porción de tierra pagó un total de un millón de dólares. Pero de acuerdo a los factores de uso y ocupación del suelo vigentes, solo está autorizado a construir en la mitad del terreno. Es decir la edificación edilicia solo puede ocupar 2.500 metros cuadrados, el resto debe ser espacio abierto (lo que se denomina retiros de frente, fondo y costado). Y allí puede construir en altura: de cinco a ocho pisos.

Para que resulte un negocio rentable, los propietarios de la tierra tienen primero que nada recuperar la inversión realizada, tanto en el lote como en lo que se construya sobre él.

En Ribera Urbana, uno de los edificio de la rambla del Paseo Costero que mira al Limay, hay departamentos que se venden a aproximadamente 250.000 dólares (casi 3.000 dólares el metro cuadrado) y otros a 560.100 dólares (1.867 dólares el metro cuadrado), según los valores del mercado inmobiliario que se ofrecen en páginas de internet de las desarrolladoras. El más barato, de 84 metros cuadrados cubiertos y semicubiertos, tiene dos dormitorios, uno en suite, balcón, living comedor, cocina, dos baños, balcón y cochera cerrada, El más grande, de 300 metros cuadrados, tiene dos plantas distribuidas en tres dormitorios, dos baños, cocina, lavadero, quincho con parrilla y cochera “como para dos camionetas grandes”.
Con 600 metros cuadrados construidos y vendidos (dos departamentos de los grandes) se recupera lo invertido en un terreno baldío de 5.000 metros cuadrados, mirando el río. Lo demás es inversión en ladrillos y ganancias.

Dato

7
de las 47 hectáreas que tiene la isla, tienen habilitada la construcción edilicia. El resto está destinado a espacio recreativo y público.

El martes comienza a discutirse en el Concejo el uso residencial

El martes comenzará a discutirse en las comisiones del Concejo Deliberante, el proyecto que presentó Cordineu para habilitar el uso residencial en la isla 132.
Al proyecto del oficialismo, se suma uno presentado por el concejal del Pro, integrante del bloque de Juntos por el Cambio, Marcelo Bermúdez, que se encamina en el mismo sentido.
Hasta el momento, en siete hectáreas del total de 47 que tiene la isla, se pueden construir edificios de oficinas, comercios y hoteles. Cordineu, integrado por representantes de la Provincia y el municipio capitalino, busca que se permita construir edificios de departamentos.
En los fundamentos de su propuesta, se argumenta que los “propietarios de lotes en esa zona, consideran que el negocio no es rentable si no se habilita el uso residencial”.
Tres son las empresas desarrolladoras que son dueñas de tierras en la isla, las constructoras Hormiquén SA y Arco Ingeniería y la desarrolladora G&D Developers SRL, fiduciaria del fideicomiso Desarrollos del Sur.


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