Opinión: algo huele mal en la olla de la Conmebol

La selección, Brasil y una historia que promete dar más capítulos.

La manera en la que se suspendió el clásico sudamericano no tiene precedentes y a medida que pasan las horas la mancha se hace cada vez más grande. El escándalo indeleble tarda en disiparse, porque no puede salir de la nebulosa donde se mezclan acusaciones, intereses políticos y luchas de poder.

Es inaudito acusar a los jugadores argentinos de falsear su declaración en su ingreso a Brasil, como si hubiesen llegado a San Pablo en plan de turistas, vistiendo malla y ojotas. Los cuatro futbolistas que juegan en la Premier League son integrantes de una delegación que representan a una asociación, y que llegan a un país a jugar un partido organizado por la Conmebol, bajo la rectoría de la FIFA. No son viajeros ocasionales ni mucho menos.

Son futbolistas de una selección que están incluidos dentro de un protocolo sanitario que firmaron los gobiernos sudamericanos hace más de un año, incluido Brasil, que autoriza a los torneos organizados por la Conmebol y FIFA a estar exceptuados de las normas sanitarias de cada país. De allí la famosa burbuja, de quién la rompe, quién no y sus consecuencias.

El corredor sanitario es la conclusión a una solución que sirve para aunar criterios dispares en materia de cuestión sanitaria. Cada país tiene la suya y en el protocolo firmado, que ayer las autoridades de Brasil desconocieron, estuvo la llave para el regreso de la actividad en el continente.

Si se tratara de viajeros comunes con paso reciente por el Reino Unido, resultaría imposible para los jugadores en cuestión, Emiliano Martínez, Cristian Romero, Gio Lo Celso y Emiliano Buendía, eludir controles en los aeropuertos, hoteles, centros de entrenamientos y demás. De antemano se sabía que estos cuatro futbolistas, si bien provenían de Venezuela, habían partido desde Inglaterra. ¿Por qué esperar hasta que el partido se esté jugando para hacer cumplir la ley?

En Brasil se habla de lucha de poderes y devolución de gentilezas. La Confederación Brasileña de Fútbol se despegó rápidamente de las responsabilidades y se apuró a twitear en su cuenta: “La CBF quedó absolutamente sorprendida por la acción de la ANVISA con el partido ya iniciado, ya que pudo haber ejercido su actividad de manera mucho más adecuada antes del partido”.

San Pablo no fue sede en la última Copa América en el país hace dos meses y esa fue una decisión de la CBF que no cayó nada bien en una región tan futbolera como la paulista.

La ANVISA (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) es un ente autárquico avalado por el presidente Jair Bolsonaro, que cree que la presencia de los cuatro jugadores era un grave riesgo para la salud, por lo que aconsejó a las autoridades sanitarias locales que determinaran la cuarentena inmediata. Si estaban tan seguros de que los futbolistas estaban infrigiendo alguna norma, ¿por qué hacerlo con el partido iniciado y no antes?

Algo huele mal en la olla de la Conmebol y la segunda parte del escándalo, con temas como sanciones, quita de puntos, miradas cruzadas y demás, está pronta a estrenarse. Continuará…


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