Opinión: Cuando era más necesario, el diálogo se cortó

Ni el paso de los años permitió que se encontrara una fórmula o un atajo para resolver las cuestiones salariales antes de que comience el ciclo lectivo. Una fórmula, como la tiene Neuquén, que no obligue a buscar todo el tiempo acuerdos con los gremios. Un método que sirva para que cuando el ciclo lectivo está en marcha, no sea necesario pararlo por una diferencia menor entre la exigencia gremial y la oferta provincial.

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Pero llegamos a abril y el tema no está resuelto. El gremio decide parar 48 horas, hacer una ruidosa movilización y el Gobierno se empaca y hace silencio. La idea de persuadir, de negociar, de neutralizar medidas de fuerza vuelve a foja cero cuando uno toma una medida y el otro cierra el diálogo. Algo de diplomacia hubiera alcanzado para cambiar el rumbo de un paro que es inoportuno.

Porque la diferencia no es abismal como para parar y porque tras dos años de pandemia, con educación resentida, lo que más daño hace es volver a interrumpir la educación. Porque la teoría dice cosas mucho mejores que la realidad cuando se habla de la educación virtual. Ni un solo alumno salió mejor formado por recibir educación desde su casa.

Pero el debate se centra en algo mucho más coyuntural como es el tema de los salarios. Y los docentes hacen bien en exigir lo que ellos consideran debe ser su ingreso mensual. Se discute el cierre del tema, se discute si son un frente gremial para una cosa o un gremio solitario que lucha por sus derechos en otras oportunidades. Antes la lucha fue de la mano de ATE, ahora Unter en soledad resolvió parar por un porcentaje que era discutible. No se puede ante la primera diferencia resolver un paro de 48 horas, sobre todo cuando la comunidad educativa viene castigada desde hace tiempo por otros factores como la pandemia.

Era tal vez el momento justo para la pausa, para la reflexión, para que se siguiera negociando. Pero no fue.