Desde la desventura al bienestar ideado
Temeroso, el gobierno modificó y ofreció una suba salarial de alto riesgo. Promediará, a octubre, el 54% en el Ejecutivo y se proyecta más de un 60% para los haberes superiores.
El aprieto financiero había consumado un milagro: el gobierno -o mejor dicho, parte de él- se había parapetado detrás de su política salarial y se insinuaba con inusual actitud, preparándose para resistir al embate gremial y afrontar tiempos de conflictos.
Fue un estado fugaz. Bastaron horas para que el viernes abandonara su resistencia, que se explica en el evidente desfinanciamiento estatal y la inestabilidad nacional.
Antes, funcionarios y convocados intendentes habían militado por el esfuerzo y la prioridad fijada en los salarios públicos. Defendían los montos fijos porque se privilegia el ingreso en los haberes menores. Repetían la excepcionalidad y la crisis del momento.
Desde esa desventura se pasó a un bienestar ideado, con una propuesta que desechó las sumas fijas y volvió a los porcentajes. Las subas del 22% requerirán más de 2.000 millones frente a los 1.200 millones iniciales. El impacto resulta del multiplicador general, que empuja a la desigualdad en ingresos ya distintos, con sus variantes remunerativas y bonificables.
Obviamente, esos aumentos intentan compensar el deterioro inflacionario. Los hacen distintos. En el Ejecutivo, las alzas ya acordadas para el 2022 promediarán en octubre un 54% aunque habrá haberes aún en la franja de 90 mil y 100 mil pesos. El porcentaje ofrecido plantea otra dimensión en las remuneraciones medias y superiores del Estado.
El Poder Judicial estará en octubre por arriba del 60% cuando replique el esquema gubernamental. La Legislatura y los órganos de control cerraron en julio un 14% para el mismo trimestre. Se anticiparon y, ahora, se sorprendieron. ¿Qué harán? ¿Se quedarán con esa decisión?
El problema está en los fondos prometidos cuando el Estado tiene dificultades para cumplir con sus obligaciones. Las erogaciones salariales del primer semestre crecieron más del 66% frente a igual período del 2021. Y subieron el 45% entre enero y junio.
Esos datos habían empujado al gobierno a proponerse otro camino, pero se replegó por su temor a la colisión sindical y se decidió por un compromiso de alto riesgo, en el corto y mediano plazo.
Tal vez, tampoco su oferta garantice los acuerdos deseados y, en cambio, el Congreso de Unter concluya con malas noticias.
No son épocas cómodas, pero las ansiedades empujan. El oficialismo se muda a la campaña. El martes, la gobernadora Carreras lideró una reunión partidaria en Roca, convocada por su ministro Carlos Banacloy, en modo de candidato municipal.
No son épocas cómodas, pero las ansiedades empujan. El oficialismo se muda a la campaña. El FdT sigue atascado y cede el rol opositor a Tortoriello. La UCR rota en sus preferencias.
El FdT sigue atascado en su internismo, basado en el silencio y el enojo de lo que se puede hacer en el 2023. Pierde su terreno opositor. Aníbal Tortoriello se lo apropia, con salidas aisladas y en soledad. Es su elección, pues solo confía en su “figura”. Así, ni apareció por Bariloche en la visita del ex presidente Mauricio Macri. Sí estuvo en el Valle Medio, acompañado por el radical Miguel Martínez. En Río Colorado los recibió su intendente Gustavo San Román, con el legislador Fabio Sosa, también de JSRN. Charla correcta, salvo cuando el diputado denostó al ex gobernador Weretilneck y obligó una respuesta de los anfitriones.
No hay grises en Tortoriello, ni reniega de la marcha egocéntrica. Eso lo pone en el extremo del legislador Juan Martín, que abroquela su estrategia en la Asamblea partidaria y su vinculación con la dirigencia nacional.
La UCR se aleja del PRO y el ARI cuando avanza el cambio de mando y preferencias del partido radical. Su Convención adoptó esa orientación con la asunción de Marcelo Cascón y, hace días, el Plenario pidió la renuncia a la presidenta Ángeles Dalceggio. Toda la revisión seguirá con la Convención del 3 de septiembre.
Con la UCR afuera, ARI se revalorizará para el PRO y Tortoriello por la obligación de contar con otro sello si, por lo menos, quiere participar como JxC.
Simple necesidad electoral. Lejana, todavía, cuando la perplejidad económica se expande en la política.
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