Exclusivo Suscriptores

Estados Unidos: ¿maestros armados o indefensos?

Eduardo Tempone *

Un par de zapatillas verdes con un corazón dibujado a mano. Sangre por todas partes. Y el cuerpo destrozado, irreconocible, de Maite, la niña de cuarto grado que amaba el verde de sus zapatillas tanto como amaba la naturaleza. A su lado, niños mutilados. Ilusiones mutiladas.

Ese 24 de mayo el aula de la Robb Elementary School de Uvalde, Texas, se convirtió de pronto en un campo diezmado. Nadie pudo siquiera sospechar que, ese día, esos rostros llenos de vida, quedarían inertes como si la guerra se hubiera ensañado con ellos. Pero no fue la guerra, sino un solo fusil semiautomático de alta potencia diseñado para matar. Versión civil de un arma de guerra. El precio: $600 dólares. El envío: opción de compra por internet.

Las zapatillas verdes con el corazón rojo dibujado por Maite se convirtieron en el símbolo de esa tragedia. Y en el único elemento que ayudó a reconocer su cuerpo, al igual que el de sus otros 18 compañeros y dos maestras.

Con excepción de 2020, cuando la pandemia de coronavirus obligó a dar las clases en modo virtual, en los últimos años, las matanzas en las escuelas fueron en constante aumento. El regreso a las aulas fue devastador.

En 2021 se registraron 42 casos, la cifra más alta en dos décadas. Y en lo que va de este año ya suman 24.

Después de cada una de estas inesperadas y tal vez, anunciadas, masacres, la sociedad estadounidense se cuestiona una y otra vez: ¿Podría haberse evitado? ¿Por qué los colegios dejaron de ser un espacio seguro? ¿Maestros armados o maestros indefensos? Una disputa que resurge con cada nuevo hecho de violencia perpetrado en las escuelas.

Esta vez revivió cuando en Ohio, estado en el que los maestros están habilitados a portar armas, redujo la capacitación necesaria a 24 horas. Una disminución significativa si se compara con las 700 horas que se exigían hasta ahora.

La idea de que un maestro o el personal no docente de los colegios porte armas como un modo de proteger a los estudiantes frente a un atacante potencial, no es nueva. De hecho, está permitido en veintiocho estados.

Según expertos en seguridad escolar, la descentralización del sistema educativo y la autonomía de los colegios hace imposible calcular el número de maestros que portan armas en las cien mil escuelas públicas del país. Las reglamentaciones cambian de un distrito escolar o de un colegio a otro.

El punto central de la controversia es sí la solución a los tiroteos en los colegios pasa por armar a los maestros o prohibir definitivamente la tenencia de armas. Las opiniones están divididas.

Algunos sostienen que tener personal docente armado serviría como elemento disuasorio, y en caso de que ocurrieran tiroteos, podrían ser detenidos rápidamente por los maestros, el personal o los guardias de seguridad. Los opositores argumentan que sólo haría que las escuelas fueran más peligrosas, cualquiera sea la capacitación, ya que no es posible prevenir accidentes o reacciones exageradas frente a situaciones de riesgo.

Las diferentes explicaciones que los estadounidenses se dan a sí mismo sobre las raíces de la violencia armada en el país, y en los colegios en particular, impiden un diagnóstico común. Y esas explicaciones se nutren de factores históricos, culturales, de identidad, legislativos, políticos, otros referidos a la asistencia social y a las enfermedades mentales, o incluso hasta el propio diseño edilicio de los colegios. Todos o cada uno son base de argumentos opuestos de un problema cuyas raíces tal vez sea multidimensional.

Pero mientras la sociedad no se ponga de acuerdo sobre sus causas, el problema persistirá en busca de una solución que, por su dimensión, se ha convertido en uno de sus mayores desafíos.

El debate sobre las armas en Estados Unidos ha dividido tradicionalmente a la sociedad en dos bandos irreconciliables, cuya politización y capacidad de presión han acrecentado su magnitud hasta convertirlo en uno de los más controvertidos asuntos de estado.

* Diplomático


Comentarios