La neuquinidad y sus ambigüedades

Hay sectores dentro del oficialismo de Rolando Figueroa que consideran que la estrategia no es la indicada. Que el MPN la usó y fracasó con éxito todas las veces.

El gobernador Rolando Figueroa continúa con la estrategia de la neuquinidad y exuda confianza para las elecciones de octubre, pero en las filas internas del oficialismo persisten dudas sobre la efectividad que podrá mostrar este armado en el cuarto oscuro.

El gobierno eligió para la campaña la misma receta utilizada históricamente por el Movimiento Popular Neuquino que consiste en crear una suerte de grieta propia donde se pone en juego la defensa de la provincia versus el centralismo nacional.

Esto incluye, otra vez, una exaltación de la neuquinidad, esa entelequia que supone una identidad compartida entre un empleado de comercio de Neuquén capital y un criancero de Ranquilón. O de un jubilado de Anses que cobra la mínima y uno de ISSN que defiende su 82% móvil. Puntos en común hay, claro, ¿pero suficientes para que se antepongan en una elección que define ratificar o rechazar el rumbo del presidente Javier Milei?

Hay sectores dentro del oficialismo de Figueroa que consideran que la estrategia no es la indicada. Que el MPN la usó y fracasó con éxito todas las veces: solo pudo imponerse a la grieta en elecciones de medio término cuando las convirtió en una interna propia como ocurrió en 2013, con Guillermo Pereyra, y en 2021, con el propio Figueroa.

Quienes ven la debilidad de esta campaña provincialista entienden que el electorado tiene en claro que en octubre se juega darle más diputados y senadores a Milei o sumar opositores. También que es posible que haya un nuevo voto de confianza al presidente. Un escenario similar al de 2017, cuando la “ola amarilla” ganó en Neuquén y el MPN quedó segundo solo porque el peronismo llegó a las urnas dividido.

Es la ventaja que, por ahora, tiene La Neuquinidad: el PJ no solo está bastante desacreditado, sino que no podrá encauzar un frente único “anti” porque hay cabos sueltos como el de Carlos Quintriqueo que se llevará parte del voto progresista.

Pero es cierto que el fallo de la Corte Suprema de Justicia que ratificó la condena a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner reordenó lo que se juega en esta elección: estás de un lado o estás del otro.

Figueroa no solo evitó con esmerado vuelo opinar sobre el hecho político más relevante del país de los últimos tiempos, sino que también se empiezan a ver mensajes ambiguos en la estrategia de provincializar.

El gobernador se reunió el viernes con el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, a quien agradeció por haber sido “muy bien recibido”. Se llevó de ahí un aval para aumentar el cupo de endeudamiento con organismos internacionales que están financiando obra pública en Neuquén frente al abandono del gobierno nacional en infraestructura.

Esa falta de mención podría confundir a un elector si lo que se critica en un atril desde la provincia después no se refleja en los despachos de Buenos Aires. Es una polarización, pero amable, digamos.

Otro interrogante que los sectores dubitativos sobre la estrategia electoral empiezan a ver es quién se ocupará de movilizar el “aparato” emepenista, si es que aún existe tal cosa, ahora que el partido se corrió de la elección. Habrá mayoría de dirigentes trabajando para el oficialismo, pero sin la fuerza de la estructura partidaria-estatal.

Y en el MPN hay votantes de La Libertad Avanza, lógicamente. Se da hasta un hecho curioso: muchos jóvenes que en la gestión de Omar Gutiérrez encarnaron el sector “progre” de la gestión y participaron en los ministerios que creó su hermano, Pablo Gutiérrez Colantuono, hoy militan el voto libertario junto a la diputada Nadia Márquez.

Quedará para algún sociólogo interpretar mejor que esta columnista los porqués de estos virajes ideológicos.


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