Qué dijeron al Gobierno nacional las urnas de Buenos Aires

El aislamiento presidencial auspicia turbulencias y renovado malestar, quizás sin precedentes. Estamos hartos de “volver a empezar una y otra vez”.

.

Los resultados de las elecciones en la provincia de Buenos Aires son una foto del extravío presidencial y su pérdida de contacto con la realidad de los más vulnerables

Urge que se demuestre y asegure solicitud social y consideración humana concreta, reflejadas no sólo en números, sino en un básico bienestar físico y palpable en la vida de las personas humanas de carne y hueso menos libres pero más postergadas, más afligidas y agobiadas, más sometidas, empobrecidas y despersonalizadas, más excluidas y descartadas.

Hablamos de crudas y brutales penurias ciudadanas que injustamente deben afrontar personas inocentes como las personas con discapacidad; la paulatina agonía denigrante de jubilados ordinarios expuestos sin eufemismos ni titubeos a otra “selección natural”. También médicos (no sólo del Garrahan, admirable hospital por su excelencia de respuesta a los problemas de salud más complejos de niños, niñas y adolescentes), maestros rurales y docentes universitarios .

Otra es la ausencia de transparencia con más casta y corrupción; cancelación o abandono de la obra pública o más rutas y caminos de la muerte; logística e infraestructura primaria, secundaria y terciaria fundamentales para el desarrollo y expansión agrícola; argentinos que han perdido ese vital poder adquisitivo y no llegan a fin de mes, etc., etc.

Después del último domingo, exigimos cambios con la voz irrefutable de “las urnas”, ante semejante dureza de corazón, matemática y fiscal. Son emasiadas bravuconadas, mentiras, procacidades, agravios y descalificaciones a la ciudadanía, a sus gobernadores, intendentes, magistrados, legisladores, periodistas y hasta a un niñito autista.

Sin perjuicio de urgente cárcel a los corruptos (propios y ajenos), las personas no se alimentan de números ni “procustos equilibrios fiscales” o aquiescencias foráneas (FMI).

A la fecha, con políticas y endeudamientos externos de esta envergadura, otra vez prevaleció en demasía la codicia vernácula traducida en renovadas timbas financieras, con el remanido y prolongado sufrimiento de “la gente”. Un sufrimiento personal y comunitario, financiado cínica y perversamente por innumerables compatriotas, cual ¡sísifos!

Ahora mismo, fuera de toda razonabilidad, realismo y elemental estrategia política profederalismo, estupefactos mandatarios provinciales entienden como irracional, incongruente, imprudente hasta provocativo, convocar a una mesa dialogal para presentar y hacer debutar al nuevo ministro del interior, Lisandro Catalán, con un veto a una ley ”consensuada por todos” que involucra a recursos propios de las provincias y que no tiene costo fiscal para la Nación. “Si esa es la voluntad que hay para reconstruir puentes… no existe”, sintetizó asertivamente uno de ellos.

Sin matices, los gobernadores entienden que el “federalismo es mucho más que otra foto con el presidente Milei ” con lo cual, entonces, lo razonable y lo sensato es que -primariamente- si no hay emergencia, sin demora se distribuyan a las provincias sus propios fondos.

Sin chicanas ni eufemismos dilatorios, reprochables y dañinos como el antecedente de “no presupuesto nacional “ ya por dos periodos – los del actual presidente- que explica y predice discrecionalidades y arbitrariedades.

Resumiendo, si después de tan drástica y aplastante derrota electoral , obtusamente el presidente afirma y advierte que su “rumbo no se retrocede ni un milímetro”, sino que anuncia con toda soberbia y extravío que redoblará su apuesta, entonces claramente estamos ante patologías de ceguera y sordera política.

Un aislamiento que auspicia turbulencias y renovado malestar, quizás sin precedentes; por cierto más que inquietante.

Los argentinos, como lúcidamente advirtió José Campanella, estamos hartos de “volver a empezar una y otra vez”, porque aún queremos ser una Nación: con albedrío, hospitalaria, trabajadora, pujante, previsible, creíble, entusiasta, abundante y vivible.

Con solidaridad, equidad, ecuanimidad, diálogo… en paz.

* Abogado y experto en cooperativismo


Exit mobile version