Padre Juan San Sebastián: 53 años de su ordenación

Neuquén

Doña María José Araya, madre del padre Juan San Sebastián, tenía -cuando la entrevisté- 96 años de vida pero era dueña de una privilegiada memoria. María nos llevó a introducirnos en su nostálgico mundo plagado de los recuerdos de su hijo Juan, de su obra, su ordenación como sacerdote en la diócesis neuquina y otros recuerdos. El padre Juan, como lo conocíamos todos, nació en General Villegas, provincia de Buenos Aires, el 28 de agosto de 1928.

Cursó sus estudios primarios en Buenos Aires, en una escuela estatal, para más tarde ingresar al seminario en un hogar salesiano. Su madre nos contó que “a los 11 años quiso ser sacerdote”, razón por la que el secundario lo hizo en el Colegio Don Bosco de Ramos Mejía.

Después se fue a estudiar a Bernal, Fortín Mercedes y Bahía Blanca al seminario. “Cuando terminó el seminario debían ir a Roma, pero Juan no quiso ir”, afirmaba su mamá. Por distintos motivos Juan dejó los estudios sacerdotales y los reanudó años después.

En ese lapso estudió en la Universidad del Salvador en Filosofía y Letras, lo que le permitiría años más tarde poder escribir los libros que lo llevan como autor, referidos a su prolífica labor junto al primer obispo emérito de Neuquén don Jaime de Nevares. Esos libros son: “Don Jaime Francisco De Nevares: del Barrio Norte a la Patagonia”, “La Catedral pobre de Neuquén, testigo mudo de ricas historias”, “El club del soldado” y “Cristo en mí”, su autobiografía que al momento del fallecimiento no había sido editada.

El padre Juan tenía voz de tenor, cantaba en el coro de la Iglesia de San Carlos. Fue amigo y compañero del padre Juan Gregui, otro sacerdote que realizara una obra similar a la de Juan en el Colegio Don Bosco y el Colegio San José Obrero.

Fue ordenado sacerdote por Monseñor de Nevares el 29 de junio de 1966. Durante más de veinte años fue canciller del obispo de Neuquén Monseñor de Nevares y su sucesor Monseñor Agustín Radrizzani.

Ejerció la docencia en el Colegio Don Bosco de Bahía Blanca y el Colegio Don Bosco de Neuquén. Al momento de su fallecimiento en marzo de 2003, el padre Juan se desempeñaba como cura párroco de la parroquia San Cayetano de Neuquén.

Barrio que lo vio trabajar en los fríos días del invierno y as calurosas tardes del verano, pero sin desfallecer hasta alcanzar la meta propuesta: su labor fecunda para los más necesitados.

Su amistad con el obispo don Jaime lo llevó a practicar ese modelo de vida: dar la vida por los indefensos, clamar la justicia para los que no tienen voz. Su mamá recuerda a la familia de Lalo y Rosa Moscoso de Abello, a quienes agradece infinitamente porque en su casa revivía los momentos transcurridos con su hijo Juan, en ese barrio que forjó y que aún está latente en el recuerdo de todos sus moradores. Transcribimos unos párrafos que le escribiera a don Jaime en ocasión de sus 25 años de consagración sacerdotal:

“Había una vez un joven / porteño de pura cepa / abogado en Buenos Aires,/ pintón, de sonrisa fresca / lo llamaban “Negro” Jaime //

Mamó Jaime en el regazo / de Doña Isabel, su madre / Las raíces de la fe / De Casares y Nevares /

Enfundado en la sotana / Como un chico más en medio, / Don Jaime -así lo llamaban- / corría por los recreos.

Salesiano de Don Bosco, / Por elección, patagónico / Fue director de colegios / Y sacerdote apostólico. /

Juan XXIII, Juan el Bueno, / lo elegía desde Roma / para obispo de Neuquén, provincia de Patagonia. /

Mil nueve sesenta y uno /Obispo en tecnicolor; / Neuquén se puso de fiesta; / Don Jaime el puente cruzó.

Cuantos recuerdos dejó el padre Juan en la comunidad neuquina, recuerdos de amor, caridad, trabajo, de ayuda fraterna.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256


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