Palimpsestos: Muletillas

Columna semanal

“La verdad es que el partido salió como lo planificamos”. “La verdad es que estas elecciones resultaron una sorpresa”. “La verdad, la verdad”…es curioso que en estas épocas en que la VERDAD, así con mayúsculas, es cuestionada al punto de hablar ya de “posverdad”, es curioso -decía-, que en cada charla, opinión o entrevista aparezca hasta el hartazgo esta expresión.

Es una muletilla porque se repite, se intercala en nuestro discurso con excesiva frecuencia y en muchos casos es molesta para quien está oyendo. Por lo tanto no es aconsejable tener ese hábito aunque en mayor o menor medida todos lo tenemos. Las muletillas funcionan en el discurso oral como muletas, como soportes, como apoyo mientras vamos enhebrando nuestras palabras que traducen nuestras ideas. En el fondo son expresiones innecesarias que nada aportan pero muchas veces nos ayudan a ordenar nuestra exposición.

Muchas de ellas, y gracias a los medios, se ponen de moda y luego desaparecen. Una muletilla en franco retroceso es “bueno, y nada”. Hasta hace poco y sobre todo los/as jóvenes y no tanto utilizaban esta palabra reiteradamente, quizás como falta de vocabulario y de pobreza argumental: “Bueno, y nada… me pareció una linda experiencia, nada… y haría el viaje otra vez, bueno, y nada…”.

Muchas muletillas son intemporales como el demostrativo “este” al que se le agregan un verdadero contingente de “E”. En general la usamos cuando hay un vacío en nuestra emisión y nos permite buscar las palabras que se nos habían escapado. “Esteeeee… no sé si es necesario tomar esa medida, esteeee… pienso que no, esteeee…”

Hay algunas que son propias de determinadas personas. ¿Quién no conoció a alguien que cada cinco palabras metía un “o sea” o un “es decir”?. “Fuimos a ver el partido, o sea que no fuimos a ver a la tía, o sea”. Tengo una prima que me pone muy nervioso durante nuestras charlas, cada oración tiene que tener indefectiblemente un “le dijo/e” y cada párrafo dos o tres “¿viste?”.

La lista de muletillas es enorme y muestran claramente que quien está hablando no tiene plenamente en claro qué va a decir y necesita algunas “muletas” para exponer sus ideas.

Néstor Tkaczek

ntkaczek@hotmail.com


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