Planes y posturas

RÍO NEGRO

Saiz manda y despliega poder. Aceptó finalmente ese desafío frente al jaleo interno por la reforma constitucional y su re-reelección. Se fascina con la perpetuidad y renueva lazos con el kirchnerismo. Confía en que Néstor Kirchner gratificará su reverencia y lo auspiciará por encima de cualquier justicialista. Esta creencia suya tiene aún múltiples escollos. Inicialmente, su idea constitucional sigue a la deriva. No existirán progresos mientras el bloque radical mantenga su resistencia. Hay expectativas negociadoras, pero no hay diálogo entre los extremos: Saiz y el vicegobernador Bautista Mendioroz. Ambos están al límite de la confrontación real. Mendioroz y una docena de diputados radicales empuñan su única fortaleza: la oposición legislativa. Rechazarán los telegramas con los mandatos de la Convención y ese dilema partidario caerá en la Justicia. Saiz develó su nueva jugada: una consulta popular, pensada para fines de junio o julio. El historial consigna que el ex gobernador Horacio Massaccesi requirió sólo de tres semanas para su plebiscito de 1995: convocó el 28 de febrero por decreto y, después de otras normas, Río Negro votó el 19 de marzo. Es un ante-cedente doliente: el oficialismo con-cluyó ultrajando la opinión ciudadana, como con la venta de la empresa de energía. Una posterior ley del 2002 (la Nº 3.688) reglamentó esa facultad y limitó la convocatoria por decreto a los temas del Poder Ejecutivo. Se requerirá una ley cuando “guarde relación con competencias exclusivas” de otros poderes. Un referéndum para la reforma constitucional ingresa en el segundo supuesto. Saiz requerirá, otra vez, del voto legislativo. Existirá una carga mutua. Negar el plebiscito tampoco será un lugar cómodo para la mayoría del bloque, si eso plantea. El riesgo será alto para Saiz. Los sondeos indican una aceptación reformista del 40 a 50%. La resolución del voto indeciso sería desastrosa si persiste la instalación de su re-reelección que, como siempre, tiene un fuerte rechazo: no menor al 55%. Por eso, la confección de la pregunta del referéndum será concluyente. Esta fase todavía está diferida, a la espera de que el gobernador crea definitivamente en el camino de la consulta. Sí, lo fanatiza una compulsa electoral. Revisa encuestas y renueva ánimos. Su imagen sólo es superada por la del justicialista Carlos Soria. Saiz sueña con esa batalla para el 2011 y que el kirchnerismo sostendrá su proyecto en perjuicio del intendente roquense. Hay una realidad irrefutable: el justicialista marcha en su postulación, pero aquél tiene innumerables obstáculos por superar, esencialmente la habilitación para un tercer mandato. Ese atasco constitucional paraliza a todo el oficialismo. Hay otro imperio que enceguece al radicalismo y su resolución dividirá sus aguas, si la reyerta de hoy no lo atomiza antes. El mandatario estará mezclado en el 2011 con el kirchnerismo. El otro oficialismo milita por un espacio opositor. Fallará su re-reelección, entonces su candidato –por hoy– será César Barbeito. El ministro ya recibe instrucciones, como su adaptabilidad a los favores del kirchnerismo. El recado de Saiz recién afloró cuando Barbeito reprochó públicamente al gobierno K por el programa de las netbook. Educación ya silencia voces críticas. Soria también exhibe ajustes tácticos. Reserva su intemperancia a espacios reducidos. Estuvo en Bariloche –también en El Bolsón– y estrenó comportamiento. Aterrizó en ese decisivo campo electoral con moderación inédita y se abrió a sectores justicialistas. ¿Hay límites? “Sí, son Zúñiga y Cortés”, repite. Tuvo un aparte con el ex intendente César Miguel, a quien el tiempo lo reivindicó en su gestión y condiciones personales. Sostiene charlas con la dirigente arista Sandra Guerrero y sumó contactos con la concejala icarista Arabela Carreras. Esta actitud de Soria es un gesto valorado en el justicialismo. Esa postura política fue un tradicional reclamo de Pichetto, quien prioriza cualquier acuerdo futuro al trato del jefe roquense. La cuestión se volvió a hablar en Buenos Aires. Pichetto reiteró que quiere esperar la primavera para resolver su aspiración electoral. Ambos prorrogaron esas determinaciones superiores. No faltan malicias ni desconfianza sobre el proceder de Soria. ¿Cuánto durará?, advierten. Similar enigma abarcaría la reacción de Saiz. Está motivada en el forcejeo con los suyos, que transformó en cuestión personal. Esa política interna alteró su gestión, con la inducción de la renuncia de Verani y los recambios de funcionarios, y ahora con la evaluación de una consulta. Es cierta también la preexistente parálisis estatal, cuando se advierte del anuncio que se convino en reuniones semanales del gabinete. Saiz resolvió el histórico diferendo y eyectó a Verani. Lo cumplió con un método propio de Maquiavelo. Tramitó el proyecto legislativo de la reforma sólo para producir la partida de su ministro. El expediente luego quedó embargado a la espera de los votos. Piensa en su envío para después del 20 de mayo, anticipando que quiere un mejor respaldo de votos para su elevación. El contador argumentó su despedida en su rechazo reformista. El contraste entre ambos fue muy anterior y, al final, Saiz degradó al ministro –como a otros desterrados– al silencio y la indiferencia. Verani toleró sobrado tiempo. La inquina del gobernador con aquél llegó a contemplar dejar vacante de conducción el Ministerio. Gustavo Picchi era, pero no lo fue. El contador general era el elegido para Hacienda. Su desgracia estuvo en la puja saizta. Picchi tiene el soporte del secretario general, Francisco González, y en contrapartida la objeción de Barbeito. Este ministro divisa una avanzada dañina a sus planes en la sociedad de Picchi, González y el fiscal de Estado, Alberto Carosio. Otro problema tuvo Picchi. La designación del contador general exige el aval legislativo y Saiz no quiso vagar nuevamente entre los peligros a los que lo expone su bloque. Carlos Oliva fue el preferido del mandatario. Antes desechó ministeriales como Alberto Croceri –hoy director del Banco Patagonia–, Gabriel Savini –secretario de Empresas Públicas– y, entre otros, su ex viceministro educativo, Walter Azcárate. Oliva garantiza la mirada de los estatales y, además, la lealtad que Saiz reclama. Agrega una excelente relación con el líder de UPCN, Juan Carlos Scalesi, cuyo apego al gobierno está afectado por anteriores desplantes del gobernador y por los planes antagónicos con Barbeito. Aun con su apatía a las formas, el gobernador mostró su prioridad política con las comunicaciones efectuadas para informar del nombramiento. Anotició a Scalesi y a Hugo Castañón, los diputados con los que aspira a acompañar al kirchnerismo. Regulados, sus llamados originan tratos políticos. Un canal sólido abrió Saiz con el senador Miguel Pichetto. Lo llamó inicialmente cuando el jefe senatorial sufría el infortunio del arrebato opositor de las comisiones del Senado. Esa conexión se consolidó. Hay motivos provinciales, como que Pichetto milita por la reestructuración de las deudas de la provincia. Esos vínculos nacionales difícilmente se erosionen con el error protocolar de que el gobernador no fuera invitado el viernes a las inauguraciones en Villa Regina con el ministro Julio De Vido. Ocurre que Saiz proyecta y razona distinto en suelo kirchnerista. Deposita ahí la convicción y la fidelidad, que ya retira del radicalismo.

ADRIÁN PECOLLO adrianpecollo@rionegro.com.ar


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios