Productores sin relevo: el recambio generacional no llega

El 80% de los productores del Alto Valle tiene más de 65 años, según un estudio. “Ni los hijos de encargados se quedan, los jóvenes buscan otros horizontes”, advirtieron.

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“¿Será el cambio que nos tocó ver?”, se preguntó José Alberto García. Es tercera generación de fruticultores y actual presidente de la Cámara de Productores de Roca. Es propietario de una chacra de cultivo orgánico de peras y manzanas con calidad de exportación, pero también dueño de la incertidumbre compartida entre gran parte de los productores del Alto Valle. ¿Qué pasará con sus chacras cuando ellos dejen de trabajarlas?

Un relevamiento indica que el 80 por ciento de los productores del Valle de Río Negro y Neuquén tiene más de 65 años. “No sólo pasan esa edad, sino que hay algunos de hasta 85 años. El 20% tiene entre 35 y 40 años”, apuntó García.

La falta de reemplazante en la actividad es un tema que preocupa tanto al sector como la suba de los costos para producir. “Hay un porcentaje elevado de personas que no tenemos relevo. De acuerdo a las perspectivas de los últimos 20 años, los jóvenes están buscando otros horizontes, alternativas laborales y de sustento”.

“En mi caso, tengo 56 años y tres hijos. El varón decidió estudiar, la mayor se recibió y la menor terminó el secundario. No creo que ninguno de ellos continúe con esto. O se alquilará o se llegará a vender, que es lo que está pasando en zonas productivas. Para mí esto tiene un valor sentimental, pero estamos cambiando la plata, sobreviviendo”.

La misma dificultad en la conducción de las tierras productivas se traslada a lo complicado que se volvió contratar nueva mano de obra. “El obrero rural se jubila a los 57, es muy difícil conseguir gente joven y capacitada para reemplazarlos. Los trabajos de chacra de poda, raleo e inclusive conseguir un tractorista cuesta muchísimo”, aseguró el productor.

“El peón rural no es del mejor pago y es muy sacrificado el trabajo. Tiene que estar con calor, frío, bajo las inclemencias del tiempo, para mi manera de ver no es reconocido como tendría que ser. Por eso están buscando otros horizontes como la construcción o los que tengan un poco de conocimiento, el petróleo”, agregó García.

“Tengo 56 años y tres hijos. No creo que ninguno de ellos continúe. O se alquilará o se llegará a vender, que es lo que está pasando”.

José García, presidente Cámara Productores

García trabaja en el raleo manual de su producción orgánica.

“Nadie quiere”

“De mis abuelos pasó a mi padre y yo ya fui tercera generación de productores. Antes todos seguíamos, pero eso ya desapareció. Mis hijos tienen otros trabajos”, lanzó Raúl Borean, desde la sombra de los enormes álamos que rodean su chacra en la calle Lago Quillén. Tiene 73 años y lleva la misma cantidad de tiempo vivido en tierras productivas. “Nací en febrero, en tiempo de cosecha de vendimia. Mi mamá me llevaba en el cajón cosechero y yo me quedaba ahí al final de la fila. Siempre en la chacra”.

Se acuerda del consejo de su padre cuando terminó la escuela. “Podía seguir estudiando pero me dijo que con lo que ganamos en la chacra podemos vivir bien de esto. Y yo seguí”.

Se casó, tuvo dos hijos que crecieron y un día se fueron. Su vida sigue transcurriendo entre las filas de perales y manzanos. “Yo digo que soy solar. Cuando amanece ya salgo y termino cuando se esconde, la chacra es eso, estar todos los días. Muchas veces me pregunto para qué estoy trabajando. Creo que lo hago porque me gusta. Mi hijo más grande me dice que no va más, el más chico viene todos los días pero tiene otro trabajo. Si la dejo que pasa ¿se pierde todo?”.

Borean se jubiló hace tiempo y su esposa también. Dice que lo que cobran les alcanza, pero trabaja la chacra para reinvertir en mantenerla. “Hace muchos años, cuando se hacían los paros grandes, decíamos al gobierno que si no nos ayudaban a los productores íbamos a desaparecer. Ya se ve que no tiene futuro, pero esto debe continuar”.

Unidos y en familia. Miguel y Mirta vieron crecer a sus hijas en la chacra.

“Toda mi vida”

“Nací en una chacra, en los tiempos en que venían las parteras a la casa, y nunca me fui”. Miguel Muñoz tiene 76 años. Vivió hasta su juventud en las hectáreas que trabajaban sus papás antes del cruce de Gómez –que hoy es un barrio– y cuando se casó con Mirta Susana López (69) no dudaron: compraron un pedazo de tierra al sur de la Ruta 22.

“En los ‘70 cuando compramos no había ni casa, sólo viña, que en ese momento no valía. Tuvimos que arrancar y fuimos armando la chacra en función del poder adquisitivo”, contaron.

Grandes plantas de peras y manzanas hoy entregan sus frutos, esos que se hicieron esperar unos 15 años desde que pudieron quitar viejos viñedos y apostar a la reconversión productiva. En ese tiempo hasta abrieron un almacén para sostenerse. En 1985 la familia celebró y vendió su primer cosecha y desde entonces Miguel se bajó del camión en el que repartía harina y se sube cada día al tractor.

Pasaron los años, sus cuatro hijas –Adriana, María Alicia, Alejandra y Carolina– estudiaron y se independizaron. Ya les dieron siete nietos. Y ellos nunca dejaron de salir a trabajar. “A las 7 tomamos unos mates y salimos a la chacra. Entramos a comer y otra vez a la tarde”.

“Si corre viento se cura de noche. Todo es así en la chacra, esfuerzo y trabajo. Es lo que hice toda mi vida y me gusta”, expresó Mirta. “Estamos en una cooperativa que anda bien. Producimos fruta orgánica, que se paga un poco más”, dijo Miguel esperanzado y remató “no se le ve futuro porque vas de Roca a Neuquén, o hacia Regina y se ve el 50 por ciento de las chacras abandonadas. Los abuelos están dejando sus chacras y las tienen que vender”.

“Se ve el 50% de las chacras abandonadas. Los abuelos están dejando sus chacras y las tienen que vender”.

Miguel Muñoz, productor de fruta orgánica

“Lo que más se sufre es por el tiempo. En invierno las heladas, ahora las lluvias. Por ahí el clima te pone un poquito mal”.

Mirta Susana López (69), productora de fruta orgánica

Necesaria modernización

Hay productores que se han ido equipando con nuevas herramientas de trabajo a través de acceso a créditos. Principalmente destinados a adquirir bienes de capital, como tractores o curadoras.

Según la Cámara de Productores de Roca, resta avanzar en la compra de plataformas, que agilizan las tareas de poda, raleo y cosecha y también garantizan la baja en el número de accidentes laborales.

Mano de obra

“Lo único que dejé fue la escalera. Tengo 73 años y no estoy como para caerme de altura. El resto de las tareas las hago todas”.

Raúl Borean, productor frutícola de Roca

La misma dificultad en la conducción de las tierras productivas se traslada a lo complicado que se volvió contratar nueva mano de obra.

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Cuando en otros países ha crecido la plantación de frutales, en el mundo está creciendo el consumo de frutas; Polonia tiene cinco veces más la plantación que teníamos en los mejores años. Acá tenemos clima único, y no sabemos aprovechar eso”.

José Alberto García, presidente de la Cámara de Productores de Roca

Datos

“Tengo 56 años y tres hijos. No creo que ninguno de ellos continúe. O se alquilará o se llegará a vender, que es lo que está pasando”.
“Se ve el 50% de las chacras abandonadas. Los abuelos están dejando sus chacras y las tienen que vender”.
“Lo que más se sufre es por el tiempo. En invierno las heladas, ahora las lluvias. Por ahí el clima te pone un poquito mal”.
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y hasta 48 años promedio tienen la mayoría de los peones rurales permanentes, según se indicó.
“Lo único que dejé fue la escalera. Tengo 73 años y no estoy como para caerme de altura. El resto de las tareas las hago todas”.
La misma dificultad en la conducción de las tierras productivas se traslada a lo complicado que se volvió contratar nueva mano de obra.

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