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30 fotos de un lodge increíble al pie de las Torres de Paine: quién y cómo lo construyó

El hotel tiene además 12 villas exclusivas.

Cómo construir una obra en este paraíso, al pie de las Torres de Paine, en Chile, sin interferir en lo más mínimo el lugar. Este fue el gran desafío de Felipe Assadi, uno de los arquitectos más prestigiosos del vecino país: aún así lo tomó y creó Awasi Patagonia, que una vez terminado fue elegido como uno de los mejores nuevos hoteles del mundo.


Assadi lo diseñó en colaboración con los arquitectos Francisca Pulido, Trinidad Schönthaler y Sebastián Delpino; fue decorado por la arquitecta chilena Paula Gutiérrez Erlandsen y su director es un argentino, Matías de Cristóbal.


El hotel está formado por un lodge y 12 villas exclusivas, núcleo rodeado de tierras vírgenes. Está emplazado a 6 kilómetros del Parque Nacional Torres del Paine, a tres horas del centro urbano más cercano.

“Se compone de doce habitaciones más sus áreas comunes. Se inició con la condición autoimpuesta de esconderlo en el paisaje; la vastedad de la pampa patagónica no permitía la interrupción de un “edificio” en una suerte de silencio permanente. Por eso optamos por unidades aisladas, a modo de cabañas “esparcidas” en la pradera al borde de un bosque compuesto por lenga, ñirre y cohigue”, responde Assadi por mail a nuestra entrevista.


“El diseño cuyo origen está en las construcciones tradicionales del extremo sur de Chile deja la estructura prácticamente en el exterior de los recintos mediante pilares en una trama aproximadamente de un metro. La fragilidad y humedad del terreno sugería construcciones elevadas tipo “palafito”, y la distancia e inclemencias climáticas nos hicieron prefabricar la mayor parte del hotel”, agrega.


La modulación de los pilares frente al bosque y la elección de la madera (lenga), que con el tiempo adquiere un tono platinado, sumado a un emplazamiento preciso para cada unidad, hacen que en ciertas condiciones las construcciones se mezclen con el paisaje, resalta el profesional chileno.


También resalta que “proyectamos para quienes iban a construir. No se diseñó nada que no pudiera realizarse con las tecnologías locales y su mano de obra precaria y escasa. No hubo detalles constructivos sofisticados ya que no eran importantes. Y así evitamos todas las posibilidades de errores que fuesen difíciles y caros de corregir. Y adoptamos lo anterior como una metodología de diseño”.


Las cabañas, con cierta autonomía, dependen del área central, que cuenta con tres volúmenes en los que se encuentran los recintos de estar, comedor, bar y zonas de lectura y observación del Macizo del Paine y se relacionan entre si mediante senderos peatonales que atraviesan los árboles nativos.


La premisa fue mimetizar la construcción dentro de su entorno, para no imponerse sino para integrarse a él. “Por ello, la serie de unidades aisladas permiten a los huéspedes, al mismo tiempo, tener una experiencia completamente privada. Cada villa goza de vistas despejadas a las torres, al lago Sarmiento o a la estepa patagónica”.


Las cabañas se conectan con el área central, donde se encuentra una sala de estar, un comedor y un bar, zonas de lectura y espacios para la observación de la naturaleza. Los volúmenes se comunican entre sí por senderos peatonales que permiten estar en contacto con la vida silvestre. Un lujo arquitectónico que encontramos cruzando la cordillera.

Fotos: Fernando Alda


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