Cómo elegir los colores de las paredes de casa

Uno de los aspectos determinantes a la hora de darle un toque especial a los ambientes es la elección del color. No se trata únicamente de una cuestión de imagen: va desde los estados de ánimo hasta la definición del uso que se le d a una habitación.

Abra la puerta de cualquier edificio en cualquier parte del mundo y pase. Se dará cuenta que, sin realizar ningún esfuerzo consciente, experimenta una respuesta ante el espacio en el que acaba de entrar. Luego habrá otras respuestas que terminarán de reforzar esa impresión.


Una de las primeras sensaciones que experimentamos al ingresar a un ambiente, es el color. Y esto pasa porque el color es un elemento de comunicación muy importante que sirve para ayudar a definir el uso de un lugar, y también para influenciar distintos estados de ánimo.

Probablemente hemos escuchado o leído sobre la psicología y la teoría del color, conocemos el círculo cromático, que a veces nos remite a nuestra época escolar, pero cuando tenemos que elegir tonalidades para un ambiente, nos asaltan miles de dudas y resulta una decisión difícil.

Lo mejor en estos casos es resumir en una guía práctica los conocimientos elementales sobre el color, sus usos y sus efectos.


El círculo cromático y la teoría del color



Para utilizar los colores de manera eficaz, hay algunos aspectos básicos de la teoría del color que podemos tener en cuenta. Uno de ellos es el “esquema”.

Hay tres esquemas primordiales: el monocromático, el armónico y el de contraste. Optar por el primero consiste en usar un mismo color con distintos valores, por ejemplo: verdes más suaves y más oscuros.

Entre otras cosas, los colores generan sensación de amplitud.


El esquema armónico indica el uso de dos colores contiguos en el círculo cromático, por ejemplo: verdes y azules. Y el de contraste, resulta un poco más complejo de combinar, pero suele dar resultado: consiste en adoptar dos colores opuestos en el círculo, como el azul y el naranja; verde y rojo o amarillo y violeta.

Hay otras maneras mucho más complejas de combinar los colores, como en complementarios divididos o adyacentes, tríadas, tétradas, pero para vestir un ambiente, con estos esquemas simples se pueden conseguir grandes resultados.


Los colores y las emociones



Dentro de la teoría, podemos hablar de la psicología del color. Este campo de estudio está dirigido a estudiar cómo percibimos y nos comportamos ante distintos colores, y las emociones o estados de ánimo que nos producen. Estos conceptos no son universales, porque dependiendo de las distintas culturas, el color puede transmitir sensaciones completamente diferentes.

Pero dentro de la concepción occidental, hay convenciones que se establecen como válidas y nos sirven de referencia en nuestra tarea de elegir cómo darle color a nuestros ambientes.

Una de las primeras sensaciones que experimentamos al ingresar a un ambiente, tiene relación con el color.


Con estos conceptos esenciales podremos definir qué queremos transmitir y qué efectos queremos lograr en un espacio.


Colores cálidos y fríos



Los cálidos son alegres, vitales y activos; producen un efecto estimulante y están asociados con la pasión, el optimismo y el movimiento. Aportan luminosidad y sensación de amplitud a los ambientes. Rojos, amarillos y su combinación, el naranja; provocan diferentes estados de ánimo.

Los colores fríos transmiten sensación de serenidad, ayudan a la concentración y la creatividad y proporcionan elegancia. Azules, verdes y violetas producen un efecto relajante.

No está considerado ni cálido ni frío, es simplemente El Blanco. También denominado neutro, es un gran aliado a la hora de vestir ambientes.


Algunas reglas más



Como vimos, elegir las tonalidades para un ambiente implica tener en cuenta varios factores que nos guiarán para conseguir ese efecto que tanto deseamos.

Los colores en los ambientes dictaminan el estado de ánimo.


Finalmente, hay algunas otras reglas:

Equilibrio entre claro y oscuro. Los colores oscuros tienden a crear sensación de ambientes pesados. Si se han elegido para un espacio, es recomendable utilizaros en las zonas bajas y luego hacia arriba, ir aclarando.

60-30-10. Esta es una regla sencilla pero muy efectiva de combinar colores. Estos números corresponden al porcentaje de color que hay que utilizar. 60 % del tono principal (por ej; en paredes), 30 % de un color secundario (muebles o tapicería) y 10 % de uno para detalles.

Ahora sí, con esta información, pero antes pensando y observando detenidamente el espacio a transformar, podemos sumergirnos en la placentera tarea de pintar.

Por Cecilia Daniele; Diseño de Interiores UNRN.-

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