Qué es el Plan Gas 4, que anuncia Alberto Fernández en Vaca Muerta

Para la industria petrolera será uno de las confirmaciones más esperadas. Busca reactivar las inversiones en el sector.

El anuncio que traerá Alberto Fernández a Vaca Muerta es quizá la señal más esperada por la industria petrolera. El grueso de la matriz energética Argentina es el gas, fue así desde el descubrimiento del megayacimiento Loma La Lata y se potenció con la productividad de los no convencionales. El Plan Gas 4 es la continuidad de un programa de estímulos para potenciar la producción gasífera, un déficit que comenzó a hacerse evidente en la década del 2000 como una herencia de los noventas y que va camino a cumplir una década.

Instalado por el entonces ministro de Economía Axel Kicillof, fue continuado, con matices, por el extitular de Energía, Juan José Aranguren, ahora se extenderá de la mano de un neuquino: el secretario de Energía, Darío Martínez.

¿Por qué es tan importante para Vaca Muerta y el resto de las cuencas gasíferas?

Principalmente porque el gas no es un commodity y por lo tanto los precios están desacoplados de variables internacionales como sí ocurre con el crudo. Además la complejidad del sistema tarifario del gas hacen que sea un laberinto tan complejo de sortear que cualquier variación activa o desactiva un proyecto de inversión.

Centralmente lo que garantiza es un precio máximo, por encima del promedio, para cada molécula de gas.

En la anterior gestión nacional se había proyectado atar los incentivos a una creciente desregulación de todo el mercado gasífero, incluida la demanda domiciliaria, para empalmar en 2023 con valores liberados en torno a los 6 dólares.

Ese esquema incluía un plan de subsidios que se conoció como Resolución 46, que garantizaba, en el primer año, 7,5 dólares por millón de BTU. Es decir, la diferencia entre precio venta y el precio garantizado, la desembolsaba el Estado. La medida, que terminó judicializada cuando se pusieron topes productivos, provocó una aceleración en los volúmenes producidos y terminó reactivando, tras 11 años, la exportación de gas.

El nuevo esquema, que lleva el sello de Martínez y tiene el visto bueno del ministro de Economía, Martín Guzmán, proyecta un horizonte de cuatro años con una expectativa más moderada. Si bien la letra fina sigue cerrada, se estima que el Estado cubrirá la diferencia hasta un tope de 3 ó 3,5 dólares por millón de BTU.

La erogación fiscal proyectada no superaría los 1.000 millones de dólares anuales, teniendo en cuenta el momento de estrechez financiera del país, y el objetivo no será esta vez premiar un aumento productivo, que incluso la capacidad de transporte no podría soportar, sino mantener y recuperar los volúmenes perdidos por la crisis del sector y la discontinuidad de las políticas petroleras. Se estima que hay que remar un 15%, donde Neuquén se lleva casi el 60% de la torta.

Para las petroleras un precio de 3,5 dólares puede ser significar 1,5 ó 1,7 dólares de ganancia por millón de BTU. Es una rentabilidad cómoda para las inversiones del sector, siempre y cuando haya mercado para colocar la producción.


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