Reciclan ropa y la convierten en acolchados para donar en Neuquén

Un grupo de mujeres transforma en mantas las prendas que no se utilizan. La propuesta surgió durante la pandemia. También confeccionan delantales para comedores.

Empieza el frío y la necesidad de abrigo se manifiesta en los sectores más humildes de la ciudad. Lo que se necesitan son mantas y acolchados, y es, justamente eso lo que menos se recibe en las campañas de donación de ropa. Allí es donde la imaginación vale oro. Y en el barrio Limay surgió una idea: transformar la ropa que sobra de los roperos comunitarios en acolchados para que familias necesitadas pasen mejor el invierno.

La responsable de esa iniciativa es Maira Muñoz, una mujer que disfruta de llevar adelante acciones solidarias. Maira no sólo tuvo la idea, sino que prestó sus conocimientos de costura para montar un taller no sólo de enseñanza, sino también de fábrica de abrigos.

“Yo estoy en una iglesia que nos presta el espacio para poder hacer el taller. Surge a raíz de que veíamos que cuando entregábamos ropa, sobraba mucha que la gente no llevaba. En varias oportunidades se hacían roperos y siempre quedaba ropa, entonces se me ocurrió la idea de reciclar esa ropa y hacer mantas; porque también nos pedían mucho frazadas que no teníamos y es más difícil conseguir”, contó Maira sobre cómo comenzó este taller que nació a mediados del año pasado en plena cuarentena.

“De ahí surgió la idea de hacer las mantas, hice dos, entregué y después se fue fortaleciendo más el taller y yo invité a vecinas que vengan a trabajar conmigo y de paso enseñarles costura. Aprendieron a coser y qué mejor que hacerlo con el reciclado de telas que es lo que estamos haciendo”, agregó.

Hoy son ocho las mujeres que asisten al taller y que a la vez que reciclan telas, aprenden y ayudan. Se trata de un espacio gratuito pero con capacidad limitada pos las restricciones que impone la pandemia.

Los retazos de tela se combinan y se usa guata para rellenar las mantas. Foto Florencia Salto.

Sobre el proceso para transformar prendas de vestir en lindos acolchados, Maira confesó que “lleva su trabajito, porque es muy meticuloso el trabajo, pero gracias a Dios podemos ayudar”.

Lo cierto es que lo primero es lavar las prendas y después si empieza el proceso de transformación: se desconocen para hacer telas, con ellas se elaboran cuadrados que después serán cosidos entre si y rellenados para darle forma a un cálido acolchado.

“Le ponemos mucha dedicación, mucho amor y tratamos que el acolchado quedé lindo, combinado, para las personas que lo reciben”, aclaró.

“Usamos una técnica que se llama Patchwork en la que armamos bloques con diferentes retazos de tela, y usamos guata para rellenar las mantas”, indicó la profesora de costura a la vez que resaltó que “es una técnica que sirve para enseñar”.

Hasta el momento llevan realizados diez acolchados y ya llegaron a repartir cuatro de ellos, pero la fabricación es permanente, más en esta época clave previo al invierno.

“Buscamos a quien lo necesite, recorremos porque necesidad hay y no tenemos tantos acolchados. Busco a la persona que realmente esté pasando por esa emergencia”, recalcó.

“Llevamos uno para una chica que dormía en el piso con un bebé y que logró que le consigan una cama de dos plazas, entonces unimos dos y se los dimos; y otro a una mama que tiene varios chiquitos y no tenía”, ejemplificó.

Señaló: “ahora queremos entregar en la toma Remigio, ver quien está necesitando y llevar los que tengamos y poder repartir, porque ya estamos haciendo más y se vienen los fríos mas crudos, así que en lo posible queremos llevarlos este mes”.

Pero en el taller no sólo se hacen acolchados, también se aprovechan las telas para hacer cofias y delantales de cocina para quienes están al frente de comedores. Y en el futuro, Maira y sus compañeras anhelan poder montar un emprendimiento y sumar más prendas.

“Queremos emprender, queremos con la misma técnica hacer acolchados con telas nuevas y hacer unas mantas que son para los bebes cuando empiezan a gatear, también queremos hacer bolsilleros para los autos, hay como un proyecto dando vueltas pero nos faltan maquinarias, yo tengo una sola máquina doméstica”, contó.

Lo cierto, es que esta mujer del barrio Limay lleva la solidaridad consigo y disfruta de ofrecer su tiempo a quienes más lo necesitan. “A mi me reconforta, siempre fui de trabajar así, de juntar ropa, llevar, he recorrido el basural, he recorrido varios lugares, y poder ayudar aunque sea un poquito a la gente a mi me reconforta, y mis compañeras también se sienten reconfortadas”, aseguró.

Según las últimas cifras del Indec, el aglomerado Neuquén-Plottier tiene 124.584 personas debajo de la línea de pobreza. Si el dato se lo observa en hogares se traduce en 32.764 viviendas en esa condición. Además de ese total hay 8.323 casas y 37.864 personas bajo de la línea de indigencia.

Maira explicó que el taller es una especie de terapia que ayuda a pasar mejor los duros momentos que se viven hoy con la pandemia. “Yo digo que esto que hacemos es arte y busco que también les sirva de terapia, les ha servido de terapia por todo lo que está pasando”, añadió.

Hasta el momento llevan realizados diez acolchados y ya repartieron cuatro. Foto Florencia Salto.


– Lo que más se requiere es guata. «Es lo que le ponemos en el relleno, es lo que siempre lo que nos falta», contó Maira.

– También se reciben telas de todo tipo o ropa que no pueda ser utilizada.

En el taller cuentan con una sola máquina de coser hogareña y una remalladora. «Necesitamos una maquina industrial para poder trabajar mejor los acolchados», señaló.

Quienes quieran colaborar lo pueden hacer acercando las donaciones a Pasteur 664 o comunicándose al 299-5811514.


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