De las «máquinas grandotas» a la albañilería para sobrevivir

"Soy scoopero, manejo una de esas máquinas grandotas que ahora están todas oxidadas".

ANDACOLLO

Así se presenta Javier Montañez, 30 años, trabajador de la mina hace cuatro y referente gremial desde que estalló el conflicto porque el delegado de AOMA «se borró». Antes carpintero y constructor, Montañez dedica su tiempo de «parate» a trabajos de albañilería para completar el salario que paga Cormine a unos 150 obreros que absorbió.

«Para nosotros no fue ninguna solución porque si vos en su momento ganabas 10.000 pesos, te endeudaste y vivías con eso. Y hoy por hoy que te den un 65% no te sirve porque todo lo que entra al banco no lo vemos», explica. Oriundo de Chos Malal, llegó a Andacollo atraído por lo que parecía «algo más estable», luego de hacer pie en Rincón de los Sauces, Neuquén, Zapala y el sur de la provincia «buscando vida». «Si estuviera la posibilidad creo que todos volveríamos ahí, uno ya se adaptó al trabajo que hacía. Aparte, si bien es un trabajo riesgoso, es bastante lindo», relata sobre una ocupación que, advierte, «no es para todos».

«La mayoría termina con silicosis, problemas en los pulmones o cuestiones así bastante complicadas. Pero son riesgos que uno corre como en todo trabajo», agrega. El de scoopero consiste en conducir unas palas cargadoras tan angostas como los túneles, que retiran el material fuera de las galerías para su tratamiento en la planta.

Con la mina paralizada, Montañez es uno de los que cumplen horario de media jornada en tareas de mantenimiento y vigilancia, aunque asegura que la estatal no garantizó elementos de seguridad ni condiciones de higiene. «Fue un parche», denuncian.


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