Rescatemos los olmos

“A rey muerto, rey puesto”. La sucesión arbórea plantea dudas.

El olmo siberiano (Ulmus pumila) es el árbol más adaptado a nuestra región de la Patagonia árida, donde las lluvias no llegan a superar los 250 mm anuales. Si bien dentro de las ciudades de esta amplia región del norte de la Patagonia los vecinos no lo quieren “ni pintado en caja de fósforos” por su “mala costumbre” de aferrarse a la vida, no sucede lo mismo en lugares más solitarios, donde esos malos hábitos lo hacen resistir vientos fuertes, sequías, heladas y aguas salobres. Esas ansias de vivir se manifiestan en un sistema radical sumamente agresivo, que gracias a esa propiedad le permite aprovechar la escasa humedad del suelo o buscar fuentes de agua donde otros árboles sucumben. Une a ello otra propiedad natural, que es la gran cantidad de semillas que en primavera cubren amplios sectores y que de yapa tienen un gran poder germinativo, de modo que le permiten nacer y crecer en cuanto lugar con un mínimo de humedad encuentren. Esa característica lo ha hecho convertirse en el “malo de la película” porque levanta veredas, rompe cañerías, crece demasiado y otras quejas de menor importancia. Ya varias ciudades importantes han decretado su sentencia de muerte, al aprobar por ordenanza su eliminación sin más trámite de las calles y paseos públicos. SUS HEREDEROS En esas cualidades de adaptación le siguen el fresno americano, que es el que se ha elegido como el “heredero de la corona” y los arces. Mucho me temo que dentro de no poco tiempo ambos corran la misma suerte que el olmo. Ya se están generalizando extracciones antes de los diez años, por los mismos motivos. El plátano (Platanus acerifolia), si bien no está aún en la lista negra, está acusado de producir alergias, lo que es negado enfáticamente por destacados alergistas de la región y el mundo. Nos están quedando cada vez menos especies “aceptables” y en ese sentido no me cansaré de alertar sobre los peligros que encierra limitarse a unas pocas especies porque, si bien aún no se han generalizado sus plagas y enfermedades, indudablemente las tienen y es cuestión de tiempo para que se instalen en la región… cuanto más individuos agrupados de una sola especie existan, mayor el riesgo y los ataques de la “vaquita del olmo”, que le deja el follaje trasparente y cubre de hojas secas gran parte de las ciudades, es una muestra clara (ver recuadro).

TEODORICO HILDEBRANDT eljardin@rionegro.com.ar


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