Más de 100 años y un millón de litros anuales de vino: el secreto de la emblemática bodega de Río Negro

Humberto Canale no solo es la bodega más antigua del Alto Valle, sino que se consolida como la más grande. La obtención de vinos finos no sería posible sin las particulares condiciones medioambientales del norte de la Patagonia.

A 116 años de su fundación, la bodega Humberto Canale no solo mantiene viva su historia: desde el Alto Valle del río Negro, sigue siendo una protagonista indiscutida del vino patagónico y nacional. Su permanencia no es casual: combina una filosofía de trabajo arraigada en la calidad, una administración muy ordenada y un crecimiento controlado, pero constante. Las particulares condiciones medioambientales de la región son un elemento clave.

La bodega, conducida por la cuarta generación de la familia Barzi-Canale, entendió antes que muchos que el mundo del vino cambió. Mientras baja el consumo per cápita a nivel global, se impone la búsqueda de productos de alta gama. Humberto Canale se adaptó sin perder su esencia.


La «bodega del millón» en el Alto Valle


Ubicada en General Roca, Humberto Canale es la bodega en funcionamiento más antigua del Alto Valle del río Negro y también la más grande. “Hoy en el Alto Valle del río Negro, nuestra empresa es la que tiene mayor volumen de producción, mayor cantidad de viñedos, y vamos creciendo. Plantamos todos los años una determinada cantidad de superficie y erradicamos en viñedos solamente lo que consideramos que ya no tiene interés comercial o productivo, que por suerte no es mucho”, explica Juan Martín Vidiri, agrónomo y director de la empresa.

La bodega cuenta con 630 hectáreas totales, de las cuales 160 están plantadas con cepajes finos para vinos de alta gama. Produce 1,5 millones de botellas al año (más de un millón de litros) y emplea alrededor de 400 personas durante la etapa de la vendimia. En sus viñedos predominan las espalderas, ideales para uvas de calidad. “Otros sistemas como parral o tatura han quedado más para uvas de mesa o para otros niveles de producción, que no es lo que nosotros estamos buscando”, aclara Vidiri.

La firma tiene 160 hectáreas con vides en General Roca. Foto: Florencia Salto.
La firma tiene 160 hectáreas con vides en General Roca. Foto: Florencia Salto.

El compromiso con la calidad se refleja desde el viñedo. “Sin calidad de materia prima no podés tener calidad de vino. Cualquier receta maravillosa se va a desarrollar mucho mejor si los productos con los que se hace son de calidad”, afirma. Ese concepto guía cada decisión. Desde la poda invernal hasta el manejo de la canopia (la “pared” de hojas que debe interceptar bien la luz solar), cada etapa del cultivo se cuida al detalle. El objetivo es producir uvas equilibradas, con buena sanidad, estructura y expresión varietal

El rendimiento se maneja en función de cada cepaje. “Pinot Noir está en torno a los 7.000 u 8.000 kilos por hectárea. Es una variedad que no tolera bien los excesos de producción. En Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, estamos en un rango de 9.000 a 12.000 kilos. Son buenos números, pero no buscamos el máximo rendimiento: cuando excedés determinados niveles, los mostos que se obtienen son desparejos, no son delicados, pueden tener aristas no agradables”, detalla.

Más de un millón de litros anuales de vinos finos. Foto: Florencia Salto.
Más de un millón de litros anuales de vinos finos. Foto: Florencia Salto.

Otro punto clave de la sostenibilidad del modelo es el orden financiero. “Una correcta administración, un correcto control de egresos y de ingresos es fundamental. Tener información, disponer de esa información y utilizarla. Y después, el grupo humano, la gente, marca la diferencia”, remarca Vidiri. Según explicó, el costo por kilo de uva oscila entre los 45 y los 55 centavos de dólar. Ese rango les permite sostener una ecuación económica saludable sin sacrificar calidad. “Hay una disyuntiva entre cantidad y calidad, y nosotros optamos por la segunda. Es parte de nuestra esencia y la clave de nuestro éxito”.

La calidad del vino, la clave de la prosperidad  


La decisión de priorizar calidad por sobre cantidad no es solo empresarial, sino enológica. “El Alto Valle del río Negro, en el norte de la Patagonia argentina, tiene características agroclimáticas diferentes de otras zonas vitivinícolas del país. La baja cantidad de lluvias, los vientos frecuentes, la gran amplitud térmica… todo eso, acompañado de diferentes perfiles de suelo, hace que los vinos tengan características únicas”, señala Horacio Bibiloni, enólogo de la bodega.

Entre las variedades tintas se destacan el Malbec y el Pinot Noir, ambos muy demandados internacionalmente y con un sello local inconfundible. “El Pinot Noir da un vino realmente sobresaliente, característico, con mucha tipicidad”, apunta Vidiri. Bibiloni amplía: “En climas cálidos, el Pinot madura muy rápido y se obtienen vinos que no son complejos ni elegantes. Acá, gracias a las noches frescas, el proceso de maduración se desacelera y eso nos permite cosechar con una maduración mucho más adecuada. Hoy el Pinot Noir es la variedad que más nos diferencia de otras regiones”. 

Juan Martín Vidiri: "Sin calidad de materia prima no podés tener calidad de vino". Foto: Florencia Salto.
Juan Martín Vidiri: «Sin calidad de materia prima no podés tener calidad de vino». Foto: Florencia Salto.

El Malbec del Alto Valle, en tanto, se distingue del mendocino por su equilibrio natural y su perfil sobrio. “Quizás no tan profundamente aromático, pero sí con un gran color, un excelente cuerpo y muy balanceado. Tiene una mineralidad y una elegancia que lo hacen muy particular”, dice Vidiri.   

En blancos, destacan el Sauvignon Blanc, el Semillón y el Riesling. “Los vinos que elaboramos son frescos, frutados, con mucha tipicidad varietal. Buscamos asociar esas características de la región a toda nuestra filosofía de trabajo, donde trabajamos mucho en lograr vinos complejos y elegantes”, resume Bibiloni.   

El estilo de vinificación varía según el objetivo de cada línea. Los vinos blancos, en su mayoría, no pasan por madera y se embotellan pocos meses después de la cosecha. En cambio, los tintos de alta gama maduran entre 10 y 12 meses en barricas de roble francés y americano, y luego pasan al menos un año en botella antes de salir al mercado.  

La historia que empezó con inmigrantes y siguió con visionarios


La historia de Humberto Canale se remonta a fines del siglo XIX, cuando una familia de inmigrantes genoveses llegó a Buenos Aires y fundó una panificadora en San Telmo. El emprendimiento prosperó, se diversificó hacia pastas y conservas, y se transformó en una de las industrias alimenticias más importantes del país durante décadas. Uno de los hijos, Humberto Canale, ingeniero civil, fue funcionario público en tiempos de Julio A. Roca y discípulo del ingeniero Luis Huergo.   

Juntos fundaron la bodega en 1909, atraídos por el desarrollo ferroviario y el potencial agrícola del Alto Valle. Las primeras vides (Cabernet Sauvignon, Merlot, Semillón, Sauvignon Blanc) se importaron desde Burdeos, inspirados por la idea de replicar en la Patagonia un terroir de prestigio. “La zona no es análoga a Burdeos, pero vieron el río, el clima, y pensaron que podía funcionar. Y efectivamente, funcionó”, cuenta Vidiri. Décadas después se incorporaron nuevas variedades, como el Pinot Noir, que resultaron un hallazgo para la región.   

Horacio Bibiloni: "El Pinot Noir es la variedad que más diferencia al Alto Valle de otras regiones." Foto: Florencia Salto.
Horacio Bibiloni: «El Pinot Noir es la variedad que más diferencia al Alto Valle de otras regiones.» Foto: Florencia Salto.

Hoy, la bodega conserva un parral mixto de 1937 con Cabernet y Riesling, y un Semillón de 1942. “Son viñedos que están disponibles para visitar, que están en muy buena condición y siguen dando excelentes producciones”, señala Vidiri.   

Durante muchos años, el principal mercado fue el interno. A partir de los años 70 comenzaron las exportaciones y los reconocimientos internacionales. “Recuerdo la alegría del primer premio, en Francia, un Cabernet Sauvignon que sacó medalla de oro. Fue una validación de lo que ya sabíamos: que esta región tenía condiciones de excelencia para vinos tintos”, dice Vidiri.   

Juan Martín en el último parral en producción de la bodega, implantado en 1937. Foto: Florencia Salto.
Juan Martín en el último parral en producción de la bodega, implantado en 1937. Foto: Florencia Salto.

Actualmente, Humberto Canale exporta entre el 35% y el 40% de su producción a Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Brasil y mercados de América Latina. “La vitivinicultura argentina no se comprende sin la pata exportadora. Es esencial”, agrega. 

Después de más de un siglo, Humberto Canale no solo se mantiene: crece. Lo hace evaluando cada inversión, cuidando cada decisión agronómica, respetando su historia y apostando por el futuro. “Todos los años hacemos nuestras evaluaciones y vemos en qué área productiva podemos invertir y plantar o erradicar”, resume Vidiri.   

La clave, repite, está en la combinación entre administración profesional, pasión familiar y trabajo bien hecho. “Humberto Canale fue de los primeros que plantó y es la empresa que todavía sigue en funcionamiento y con crecimiento, con nuevos productos y con todas las ganas de seguir escribiendo la historia”. 


Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Comentarios