Segunda ola: la precisión necesaria

La economía de buena parte de los roquenses quedó notablemente debilitada después de un año de pandemia. Y ese imposible margen de maniobra para decenas de familias es el factor principal de presión para los gobiernos, ahora que estamos a las puertas de la segunda ola de contagios de coronavirus.

Las medidas que se tomen a nivel local y provincial requerirán de una precisión quirúrgica, pocas veces durante la primera etapa de la crisis sanitaria. El ensayo y error ya no cuenta con los mismos niveles de tolerancia que el año pasado. Y los presupuestos del Estado tampoco están para pasos en falso, porque el estrés financiero aún se siente en las cuentas.

Ese contexto explica las demoras del gobierno provincial para resolver de qué manera actuar ante el decreto nacional que impuso nuevas restricciones para la circulación, además de limitar encuentros sociales, viajes y actividades recreativas.

El Ejecutivo rionegrino y los intendentes ya sintieron de cerca el malhumor por los intentos de cierre. Por eso ahora evitaron cualquier definición antes de hablar con dirigentes empresariales, gremios y referentes comunitarios. Una estrategia que lleva la carátula de la cautela y el diálogo amplio, pero que también encierra el objetivo de “socializar” las responsabilidades. Si las cosas van bien, el producto será el logro de un gobierno que escucha, pero si algo falla, en la boleta aparecerán varios nombres más debajo de la gobernadora.

Y en ese aspecto es importante detenerse. Porque el éxito o fracaso de las medidas que puedan implementarse para contener el avance de la segunda ola no se centra en la cantidad de policías o gendarmes que recorran las calles, sino en la solidez de la imagen de autoridad que pueda transmitir quien tiene a su cargo las decisiones.

El dilema es profundo, porque esa legitimación no se consigue de un día para el otro y si bien todavía estamos en verde en el mapa de contagios, nadie puede garantizar la lejanía del rojo que tanto preocupó allá por septiembre y octubre del año pasado.

Por eso la precisión debe ser quirúrgica a la hora de definir pautas. Una hora menos de bares y pubs abiertos puede significar nada para adolescentes y jóvenes. Si nadie consigue que hagan un clic en sus conductas, ellos igual terminarán sus madrugadas a orillas del río, en una plaza o en una vereda.

Pero para los trabajadores del sector gastronómico, una hora más o una hora menos puede ser decisiva para seguir caminando o caer desde una cuerda que abajo no tiene red.

Con este contexto, fue positiva la idea de la CAIC de reactivar el Comité de Emergencia Sanitaria de Roca.

Se necesitará de mucha información antes de resolver cada paso y ese ámbito interinstitucional, bien entendido, puede ser de mucha ayuda para los funcionarios con la potestad de la palabra final.

Otra enseñanza del 2020 fue que nadie llega muy lejos si intenta cortarse solo.

Será interesante ver cómo se compatibilizan esas responsabilidades institucionales con las disputas propias de un año electoral.

Y en ese terreno, sólo nos irá bien a todos si el interés colectivo se mantiene encima de los proyectos personales o grupales. Una obviedad, pero que muchas veces hace falta recordar.


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