Señalados y amenazados: la dura vida de los murciélagos

La estigmatización de la especie comenzó hace siglos, pero la pandemia acrecentó el problema. Sin embargo, son importantes para varios aspectos de nuestra vida diaria. ¿Cómo enfrentan los peligros fuera de su hábitat? ¿Qué medidas pueden ayudar a su conservación?

En una iglesia del noroeste de Francia, en la región de Bretaña, se escuchan de noche los chillidos estridentes del murciélago ratonero grande (myotis myotys), el mayor en su género en Europa, y un valioso aliado del ser humano… aunque éste no lo sepa.


El myotis myotis es una de las 1.400 especies de este animal diabolizado por la humanidad, que causa asco y temor y es acusado desde el inicio de la pandemia del Covid-19 por la versión oficial de ser responsable de la transmisión del coronavirus.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la hipótesis más probable es que la contaminación humana se dio a partir del murciélago, y a través de un animal intermediario.

Pero, ¿para qué proteger este animal diabolizado? En principio, porque está amenazado. Desde el minúsculo “murciélago moscardón” de 2 gramos hasta al zorro volador de Filipinas, que tiene 1,5 metros de envergadura, el 40% de las 1.321 especies evaluadas en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) está en peligro.

Además, porque lejos de los fantasmas que genera este vampiro, los “beneficios que ofrecen son tan inmensos y diversos que conciernen todos los aspectos de nuestra vida”, dice Rodrigo Medellín, copresidente del grupo encargado de los murciélagos en la UICN.

Por fuera de su vida natural, el murciélago encuentra diversos obstáculos para su supervivencia.


Desde hace diez años, varios miles de murciélagos ratoneros grandes -especie protegida de oscuro pelambre- fueron marcados para seguir sus desplazamientos, explica Corentin Le Floch, de la organización Bretaña Viva.

“El objetivo es conocer su espacio vital, la manera de sobrevivir de los individuos, comprender cómo utilizan el territorio y tratar de proteger sus hábitats, sus sitios de reproducción e hibernación”, agrega.

“¡19,7 gramos!”, grita alguien. Agarrado con la cabeza hacia abajo, el murciélago acaba de ser pesado. Es un macho nacido hace unas semanas en la cúpula de la iglesia de Noyal-Muzillac, donde las hembras del único mamífero volador que vuela dan a luz cada año.


A la luz de las lámparas, decenas de animales de esta colonia pasan de mano en mano, todas enguantadas, para protegerse de los mordiscos.

Sexo, talla, peso, estado dental, situación de sus translúcidas alas, prueba de sangre, biopsia… Los benévolos y los científicos de la asociación Bretaña Viva y del University College de Dublín examinan los animales cuidadosamente, antes de implantar bajo la piel de los recién nacidos un transpondedor del tamaño de un grano de arroz.


Deforestación



Como ocurre con la biodiversidad del planeta, tema central del congreso de la UICN a inicios de septiembre, los quirópteros están cada vez más amenazados por la humanidad.

“Se pierden especies en todo el mundo”, destaca Julie Marmet, quiropteróloga del Museo Nacional de Historia Natural en Francia. Desde hace 50 millones de años, estos mamíferos resisten, pero ahora los cambios son “demasiado rápidos para que las especies se adapten”, añade.

Insectívoros, frugívoros o nectarívoros; para los murciélagos el peligro principal es la destrucción de su medio ambiente, y en particular la deforestación, según los expertos.

Muchas especies viven en los árboles y el 40% que reside en las cuevas “depende también en gran parte de los bosques para alimentarse”, explica Winifred Frick, científico jefe de Bat Conservation International.

Si no existieran los murciélagos, muchas de las comidas que conocemos no serían iguales.


Las grutas no son seguras. Y cualquier perturbación como la iluminación usada por los turistas o la actividad en Tailandia de los recogedores de guano, utilizado como fertilizante, afecta al animal. “Especialmente cuando las madres dan a luz”, insiste la bióloga.

La mayoría de las especies de murciélagos producen solo un bebé por año, cifra poco común entre mamíferos tan pequeños. Además no se reproducen tanto como las ratas, añade Julie Marmet. Cuando “se presenta un problema en una colonia, todo se ve afectado”.

Y además, la especie ya es víctima del cambio climático. Como los zorros volantes de Australia devastados por las canículas o los molósidos de Brasil, afectados por la hipotermia en… Texas. Es que gracias a las temperaturas más benignas en ese estado del sur de Estados Unidos, estos pequeños murciélagos brasileños dejaron de emigrar hacia México. Se acostumbraron a vivir bajo los puentes de Texas.


Vida llena de obstáculos  



Fuera de su hábitat, la vida del murciélago está llena de obstáculos. En el Sureste asiático o en África, los ejemplares más grandes son víctimas de la caza por su carne y a veces por pura diversión de la gente. En otras partes más remotas, las especies insectívoras se ven afectadas por los pesticidas que eliminan a los insectos que consumen.

Ya víctimas de colisiones con vehículos, deben también evitar las aspas eólicas que pueden matarlos. E incluso sin contacto con las aspas, sus órganos internos no resisten el cambio de presión cuando vuelan demasiado cerca de esos gigantescos molinos.

Solo en Estados Unidos, 500 mil mueren anualmente víctimas de las turbinas eólicas, según estudios. Y eso sin contar con los predadores, serpientes o gatos. 

Datos

1.321
especies fueron incluidas en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
40%
de las especies residen en cuevas, pero necesita el bosque para alimentarse.


Hay una gruta en Jamaica donde “en una hora, un gato llega a matar hasta 20 murciélagos: los golpean con las patas, les arrancan las alas y se los comen”, dice Winifred Frick. También se ven afectados por trampas involuntarias, señala Andrzej Kepel, de la asociación polaca Salamandra. 

Es el caso de algunos efectos lumínicos, nocivos para las especies que solo vuelan en la oscuridad. Por ejemplo, las luces de vigilancia que se prenden automáticamente al detectar movimiento en el aire. Los murciélagos quedan totalmente desconcertados.

“Si se mueven para volar, encienden la luz (de las escaleras del edificio). Se detienen un poco y luego tratan de escapar de nuevo, pero la luz se enciende otra vez y así quedan atrapados”, dice el naturalista.

“Sus chillidos atraen a otros murciélagos y así, en unos días, la escalera del edificio se llena de centenares de animales y cunde el pánico” entre los humanos residentes. Los murciélagos se mueren de hambre porque no pueden desplazarse.


Secretos



Pocos saben que sin los murciélagos los humanos no comerían de la misma forma. Los que toman café, comen galletas de maíz o higos deberían agradecer a los murciélagos porque “son el mejor insecticida natural”, según el experto Medellín de la UICN.

Algunas especies pueden consumir la mitad de su peso en insectos cada noche, según Bat Conservation International. Son una ayuda gratuita para los agricultores y un antimosquitos natural.

Volando de árbol en árbol, las especies frugívoras contribuyen a la dispersión de los granos. Algunos son polinizadores. Por ejemplo, “tenemos tequila porque los murciélagos polinizan las flores de agave desde hace millones de años”, explica con una sonrisa el profesor Medellín.


Los científicos tratan de desentrañar los secretos de estos animales, su morfología, para beneficiar a los humanos. 

El sonar natural de los murciélagos inspira a los ingenieros, que estudian su forma de volar, de hacer giros súbitos y orientarse gracias al eco de los ultrasonidos que emiten.

Los murciélagos también pueden albergar muchos virus mortales para el humano, como el coronavirus y el ébola, sin caer por ello enfermos.

Y sin que se vean afectados por el envejecimiento, viven mucho tiempo pese a su pequeño tamaño. 
La experta en genética Emma Teeling del University College de Dublin busca, a través de sus investigaciones con los quirópteros, la clave para evitar a los humanos las penas de la vejez.


Drácula y el papa



“Según la cosmogonía de los mayas, los murciélagos desempeñan un gran papel en la creación del Universo”, dice Rodrigo Medellín. Pero en Occidente, estos “animales noctámbulos poco conocidos” tienen mala reputación, indica Julie Marmet. Se volvieron “el símbolo del horror” con Halloween y las películas de terror.

Bram Stoker y su famoso Drácula creado en el siglo XIX, tiene mucho que ver en eso, pues fue la primera vez que se relacionó al murciélago en la literatura con los vampiros. Desde entonces, “empezaron a ser acusados de ser enviados del diablo, repugnantes y vectores de enfermedades”, señala Medellín. 


Batman no pudo hacer nada para remediar la mala fama. Hasta el papa Francisco en 2020 dijo que “cuando pecamos, somos como murciélagos humanos”. Y sin embargo solo hay tres murciélagos vampiros, en América del Sur, que se nutren especialmente de sangre animal, no humana.

El animal causa miedo, muerde, es feo, pero a medida que lo estudian, los científicos terminan amándolos. “¡Son adorables! ¡Nos apegamos a ellos!”, afirma Corentin Le Floch.

En la iglesia de Noyal-Muzillac, es la hora de darles de comer a esos animales. Un gran murciélago ratonero degusta un gusano de harina que se contorsiona. Una caricia sobre sus pequeñas orejas, y a volar.

Por Amélie Bottollier-Depois (AFP).-


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