Sensatez y sentimientos

Las definiciones de los manuales escolares dicen que el hombre es un animal racional. Pero gracias a las nuevas investigaciones sobre la inteligencia humana y el desarrollo del cerebro cada vez comprendemos mejor que la razón por sí misma es incapaz de reaccionar positivamente ante el mundo. El neurocientífico portugués Antonio Damasio, director del Instituto del Cerebro y la Creatividad en la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, afirma que todos los grandes artefactos de la cultura –desde los más impresionantes rascacielos hasta los poemas de Homero– no son fruto de la razón, sino de los sentimientos.

Obviamente, Damasio no niega el papel de la razón en el desarrollo de la ciencia o en la toma de decisiones positivas, pero cree que sin los sentimientos la razón es inmóvil y estéril. “Justamente por eso, la Inteligencia Artificial y hasta el más perfecto de los robots jamás podrán imitar a los humanos”, dice en su libro “El extraño orden de las cosas” (que fue traducido al castellano en 2018).

Damasio distingue emociones de sentimientos. “La emoción, por ejemplo de miedo, es una reacción física. Esas reacciones emocionales les ocurren a todos los seres vivos, hasta las bacterias. Pero el sentimiento es la experiencia mental de todos esos cambios que suceden corporalmente”. Esa distinción es esencial: el sentimiento no es algo que sucede físicamente (como reacción emocional, por ejemplo: la aceleración del pulso) sino la experiencia mental, conceptual, de lo que está sucediendo. Esa diferencia es esencial porque para que existan sentimientos es necesario poseer un sistema nervioso muy desarrollado (como mínimo, el que poseen los mamíferos).

Damasio cree que “sin negar que los humanos tenemos una inteligencia muy desarrollada, una gran memoria y el increíble poder del lenguaje, son los sentimientos los que nos dan la motivación para inventar soluciones a nuestros problemas”. Sin sentimientos la inteligencia no actúa.

Hay un primer nivel muy primitivo, que es la emoción pura. A ese nivel la motivación es absoluta, pero la razón es nula. Entonces aparece una acción que es pura reacción: un animal defendiéndose de lo que considera un ataque. Esto sucede también con los seres humanos. La mayoría de las reacciones irracionales son emocionales. Las indignaciones sociales, los escraches, los linchamientos, las hordas “justicieras”, los fanatismos ideológicos y políticos suelen surgir todos de las emociones primitivas que no lograron acceder a la capa conceptual del sentimiento.

Es común que la gente que está fanatizada con una causa reaccione emocionalmente, sin conceptualizar su sentimiento ni razonar. Un caso típico son las reacciones emocionales de las militantes feministas a los femicidios. Nunca hubo proporcionalmente tan pocos asesinatos de mujeres en la Argentina como en los últimos años. Entre otros motivos porque la sociedad en su conjunto viene tomando conciencia de ellos y los rechaza (con lo que tienen cada vez menos aceptación social). Pero ante cada cadáver de una mujer asesinada que aparece, las feministas dicen “nos están matando a todas”. Lo que no solo es, por suerte, falso –hay un feminicio cada 100.000 mujeres en la Argentina–, sino que además no aporta nada a la solución del problema.

En ese ejemplo se ve la diferencia entre la emoción pura (la reacción desesperada ante una nueva muerte, que produce indignación en las militantes) y el sentimiento que lleva a una acción positiva (no la mera protesta por la situación, sino el diseño de políticas de prevención de la violencia).

Hay muchos otros casos similares, y casi todos tienen que ver con las víctimas de la violencia extrema. Sucede lo mismo cuando aparecen asesinadas personas que tienen sindicatos u otro tipo de organizaciones que los reivindican (por ejemplo, cuando aparecen uno o dos taxistas o colectiveros asesinados o mutilados por algún pasajero).

Desgraciadamente no sucede lo mismo cuando no hay movimientos capaces de hacer lobby: el caso más dramático –y el que mayor cantidad de víctimas tiene– es el de los niños asesinados (generalmente por alguno de sus padres o por otros adultos a los que se les confía su custodia). En esos casos, los asesinatos no tienen sanción social, ya que ni siquiera hay olas de indignación.

Las emociones no siempre llegan a informar los sentimientos, pero cuando llegan al nivel conceptual de los sentimientos mueven a que la razón actúe. Sin ellos estaríamos anestesiados. Sin embargo, un exceso de emoción –que es algo tan básico– nos paraliza, nos deja encerrados en la mera indignación. Y, como bien dijo hace muchas décadas Marshall McLuhan, “la indignación moral es la estrategia del imbécil para parecer digno”.

La persona indignada no soluciona nada. Todo lo hace para que se note en público que ella está en el bando de los buenos.

Daniel Molina

Es común que la gente que está fanatizada con una causa reaccione emocionalmente, sin conceptualizarsu sentimiento ni razonar.

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Es común que la gente que está fanatizada con una causa reaccione emocionalmente, sin conceptualizarsu sentimiento ni razonar.

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