Santoral del 14 de junio 2025: por qué la Iglesia Católica celebra hoy a San Félix de Córdoba
La Iglesia Católica celebra hoy a San Félix de Córdoba, uno de los llamados "mártires de Córdoba", un grupo de cristianos que sufrió persecución por su fe. Los detalles.
San Félix de Córdoba fue un mártir cristiano que vivió durante la época de la dominación musulmana en la península ibérica. Fue uno de los llamados ‘mártires de Córdoba’, un grupo de cristianos que sufrieron persecución y martirio por su fe durante ese período.
San Félix era un monje en la región de Córdoba, España, donde la comunidad cristiana estaba bajo la presión de las autoridades musulmanas. Se negó a renunciar a su fe cristiana a pesar de las amenazas y fue arrestado y llevado ante el tribunal. Allí, reafirmó valientemente su fe en Cristo y se negó a convertirse al islam.
Como resultado, San Félix fue condenado a muerte y ejecutado, probablemente mediante decapitación, alrededor del año 852 d.C. Su martirio es un ejemplo de valentía y firmeza en la fe cristiana en medio de la persecución.
La festividad de San Félix de Córdoba no tiene una fecha fija en el calendario litúrgico, pero se le recuerda junto con otros mártires de Córdoba.
Oración para San Félix de Córdoba y los mártires de Cristo
Sagrados Mártires de Cristo,
ilustres héroes de su milicia,
ejemplares de toda virtud,
baluarte inexpugnable de la fe,
que con valerosa constancia
expusisteis vuestras vidas al rigor
de los martirios más severos
tolerando intensísimos tormentos
y derramando vuestra sangre preciosa
hasta dar la vida a los filos del cuchillo
por el amor de Cristo:
haced, gloriosos protectores míos,
que imitando vuestras virtudes,
practique yo la misma constancia
en vencer mis tres enemigos,
que con el mismo ímpetu que los tiranos
os querían quitar no sólo la vida del cuerpo
sino la del alma, con el mismo me invaden ésta;
para que, conseguida su victoria,
pueda con mayor mérito rendirme a vuestros pies,
y solicitar de vuestra poderosa intercesión,
consiga del Señor, que presentándole vuestros méritos,
me conceda lo que por ellos le pido;
siendo para honra suya, accidental gloria vuestra,
y utilidad de mi alma;
y si no me conviene su cumplimiento para mi salvación eterna,
trocad mis ruegos, y pedid para mí a Dios
me conceda aquello que yo más necesito
para agradarle y gozarle en la feliz mansión de la bienaventuranza.
Amén.
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