Símbolos de época en los bulevares de la Avenida

Los recordatorios de momentos históricos permanecen casi ocultos y permiten descubrir disputas, intolerancia, reconocimiento exagerado y hasta olvidos vergonzantes.

Los monumentos de la avenida Argentina marcan las circunstancias históricas que, en cada etapa social y política de la ciudad, pretendieron dejar para la posteridad en un lugar que forma parte del ADN de los capitalinos.

Después de 117 años, el resultado resulta tan variopinto como ausente de homogeneización no sólo en el toque artístico sino en la breve coyuntura para la cual sirvieron de testimonio. Marcos Cornu Adamoli dice que “son marcas en la memoria que inducen a la reflexión, esa es su importancia, de alguna manera conmovernos, para celebrarlos o resignificarlos”.

¿Alguien sabrá quién es el policía al que se le hace un homenaje en Argentina y Albardón? Se trata del primer comisario del Territorio Don Bejamín Belmonte que murió en ejercicio de su función.

Se trata de un monumento que tiene una pared de fondo que impide que la vista se extienda hacia lo más alto donde flamean las tres banderas de la plaza del Centenario. En efecto, cuando la capitalidad cumplió sus primeros cien años se resignificó la plaza de Las Banderas que tenía una bandera por cada fortín que tuvo la zona en la denominada Campaña al Desierto e inaugurada durante la visita que en 1979, al cumplirse cien años de ese hecho, hizo el entonces presidente de facto del país, Rafael Videla.

Un año más tarde de que la capitalidad cumpliera el centenario se celebraron los primeros cien años del Rotary Internacional. Como no hay en la ciudad un estilo de monumentos, el club puso un símbolo que mide casi 6 metros de diámetro y pesa unos 5.000 kilos que quedó en la rotonda entre la avenida San Juan e Italia. Una rueda con 24 puntas como las horas del día.

Jorge Michelotti en 1997 le dio forma al busto del periodista Rodolfo Walsh, nativo de Lamarque, Río Negro, y luego desaparecido por un grupo de tareas por invesgiar un fusilamiento en León Suárez. El busto fue reubicado en una plazoleta del periodista por parte de la actual gestión de Mariano Gaido que le dio un toque a la plazoleta que está en Periodistas Neuquinos y la avenida.

Pero la avenida Argentina termina con un mausoleo donde, desde 1981, descansan ni más ni menos que los restos del coronal Manuel Olascoaga. El militar fue el primer gobernador del territorio neuquino y, mendocino él, cuando se cumplieron los 50 años de su fallecimiento, una comision organizó el traslado. Lo paradógico del caso es que Olascoaga tenía un gran plan para desarrollar la capital en la actual ubicación de Chos Malal y cuestionó públicamente a Carlos Bouquet Roldán por impulsar su traslado porque decía que era como poner un guardia en el fon de la casa.

Frente a la plazoleta Inmigrantes Neuquinos -es donde está el monolito- hay un hotel que tiene la ochava cóncava en la que se puede apreciar un mural. La historia oculta de ese mural es que representa los rostros que la dictadura ocultó. Pintado por Eduardo Carnero y Antonio Ortega Castellano a poco de recuperar la democracia, el poder militar no había aceptado la libre expresión. Alguien le arrojó una bomba de pintura en señal de descontento. Esa mancha quedó ahí, porque es la forma que tiene Neuquén de recordar también sus coyunturas políticas.

Esas coyunturas políticas que sacaron el busto de Hipólito Yrigoyen cuando fue derrocado o tiraron con un tractor el de Eva Perón. Las grietas de la historia tienen su muestra palpable en la principal calle de Neuquén.

Monumento de acero. Se trata del homenaje al centenario de la capitalidad. Lo hizo Eduardo Pla y fue una donación de un estudio contable a partir de un concurso nacional. Es el único monumento de todos los de la ciudad que visibilizan la integración étnica con tres grandes esferas con una cortina de agua de 5 metros.
El 9 de diciembre de 1988 se inauguró un monumento a los Caídos en Malvinas que se lo ubicó en la plazoleta de la Avenida Argentina entre Sargento Cabral y Antártida Argentina, frente a un edificio emblemático del poder militar. En los archivos del Concejo Deliberante no se pudo ubicar si es que hubo una ordenanza de autorización. El homenaje quedó opacado por el cenotafio.
Eva Duarte y la historia de la grieta neuquina. Cuando se lo derrocó a Juan Domingo Perón, el busto fue derribado por los adherentes a la revolución libertadora. La avenida, entonces, también dejó de llamarse como ella. Ahora se lo restauró.
El petróleo de Neuquén. El monumento al primer pozo de Petróleo se ubicó en Avenida Argentina y Doctor Ramón. Lo pagó el Rotary Club y es una réplica arquitectónica de Jose Luis Greloni. A pocos metros se ubicó un homenaje a uno de los que impulsaron el descubrimiento del petróleo en 1918 en el Pozo 1 de Plaza Huincul, Juan Keidel. Semeja el trépano denominado Patria.
Una bisagra en la historia que quedó olvidada. Omar Carrasco era un soldado que, en forma obligatoria, fue llevado a hacer el Servicio Militar al Ejército de Zapala. Lo mataron a patadas y su cuerpo lo escondieron. Ese año, por la ordenanza 6765 del Concejo Deliberante de Neuquén se designó a la plazoleta de Belgrano y Alderete en su nombre. Los mosaicos fueron vandalizados.


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