Sobreseyeron a todos los militares acusados de encubrir el crimen

NEUQUEN (AN)- La justicia sobreseyó a siete militares, uno de ellos con jerarquía de general, que estaban acusados de encubrir el asesinato del soldado Omar Carrasco. De esta forma se perdió la última oportunidad de saber qué ocurrió realmente en el cuartel de Zapala hace 11 años, cuando mataron al colimba oriundo de Cutral Co. Su muerte produjo un terremoto nacional de tal magnitud que barrió con el centenario servicio militar obligatorio.

Los militares sobreseídos este mes por un fallo del Tribunal Oral Federal de Neuquén al que «Río Negro» tuvo acceso ayer son: general de brigada Carlos Alberto Díaz, ex jefe de la Sexta Brigada de esta capital; teniente coronel Guillermo With, ex jefe del Grupo de Artillería 161 de Zapala; capitán Rodolfo Correa Belisle, ex jefe de la batería en la cual revistaba Carrasco; teniente Carlos Verón; teniente Néstor Parodi (era el mejor amigo del subteniente Ignacio Canevaro, principal condenado por el crimen); suboficial principal René López; y sargento Mario Guardia (conocido por los soldados como un temible pegador). La mayoría están retirados, porque el caso Carrasco les cortó la carrera.

Todos habían sido acusados de encubrimiento y falsedad ideológica, pero los favoreció la reciente modificación en el Código Penal, promulgada en enero pasado, que cambió las condiciones para la prescripción de las causas.

Otros altos oficiales que se encontraban en similar situación habían recibido el beneficio antes, pero sin que trascendiera hasta ayer.

Se trata, por ejemplo, de los auditores militares Jorge Ferrario, Osvaldo Muñiz y Mauricio Gutiérrez y el mayor médico Antonio Carmona.

En algún momento, la causa llegó a tener 18 acusados pero ninguno llegó a juicio oral.

El fallo hace una suerte de autocrítica sobre la labor judicial, pero descarga buena

parte de la responsabilidad sobre los propios imputados. Y advierte: «las prescripciones no borran el delito»

A 11 años del asesinato, que la investigación del encubrimiento haya tenido un final tan decepcionante merece una explicación de quienes estuvieron a cargo

Los sobreseimientos fueron dispuestos por un Tribunal integrado por subrogantes: Orlando Coscia (autor del voto principal), Oscar Albrieu y Norberto Ferrando. Ellos tomaron el expediente cuando ya estaba conectado a un respirador artificial, y nada pudieron hacer para mantenerlo en vida.

Así, cuando los defensores Emilce Muñoz y José O'Reilly pidieron el sobreseimiento de los imputados por prescripción e insubsistencia de la acción penal, les dieron la razón pese a la oposición del fiscal Manuel Balboa y de la querella, encarnada por Martín Segovia en representación de la familia del colimba.

El único que no pidió ese beneficio fue el ex capitán Correa Belisle, pero el Tribunal se lo concedió de oficio.

 

Crimen y castigo

 

Omar Carrasco era un humilde muchacho de Cutral Co que salió de su pueblo natal una sola vez: la madrugada del 3 de marzo de 1994, cuando tomó un colectivo que lo dejó en el cuartel de Zapala para cumplir con el servicio militar obligatorio.

Tres días después recibió una paliza que le costó la vida.

Su cadáver apareció el 6 de abril siguiente en el interior del cuartel. «Murió de frío», fue la primera hipótesis que echaron a rodar los militares. Cuando la autopsia reveló que tenía las costillas quebradas, cambiaron la versión: «lo mataron afuera y lo tiraron adentro». Entonces unas perras entrenadas para seguir rastros se hicieron célebres al encontrar el lugar donde supuestamente estuvo escondido: un baño abandonado del cuartel. Ya no había dudas: había sido asesinado, y dentro de las instalaciones. Para entonces el encubrimiento estaba montado, y la búsqueda de la verdad sería siempre cuesta arriba.

Una investigación controvertida depositó la responsabilidad sobre un subteniente, Ignacio Canevaro, y dos soldados «viejos» a punto de recibir la baja: Cristian Suárez y Víctor Salazar. Los condenaron por el homicidio (15 años de prisión para el primero, 10 para cada uno de los colimbas) junto con el sargento Carlos Sánchez, un supuesto arrepentido que ayudó a instalar la versión oficial y recibió 3 años de cárcel.

Pero quedó en evidencia que existió una maniobra vasta, compleja, que llegó hasta niveles altísimos (salpicó hasta al entonces jefe del Ejército, Martín Balza). Esa siniestra trama de silencios y complicidades era la que debía desentrañarse en la causa bautizada como «Carrasco II».

Esa es la causa que acaba de archivarse.

Notas asociadas: Culpas repartidas «Funesta acción corporativa»  

Notas asociadas: Culpas repartidas «Funesta acción corporativa»  


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