A los ríos del Valle les faltará agua hasta agosto

Alicurá se recuperó en parte y Piedra del Águila sube, pero la sequía se mantiene.

La decisión de manejar la cuenca del río Negro con criterios de austeridad rinde en los embalses pero deja en fuerte déficit los ríos aguas abajo de las presas: el Limay y el Neuquén. La buena noticia es que este almacenamiento tiene como finalidad guardar recursos para la primavera, cuando hay que poner a funcionar los canales de riego de los valles irrigados, y no para la alta demanda eléctrica del invierno.

La nieve que se acumuló en lo alto de los cerros de la cordillera y las lluvias intensas que cayeron en las cotas más bajas no lograron torcer una prolongada sequía. El año hídrico, que arrancó el mes pasado, no está ni cerca de colocarse en niveles normales, sino más bien por debajo.

Las consecuencias de esta política de guardar el agua en los embalses y retacearle al río se observan con claridad en la ciudad de Neuquén, donde brazos del Limay quedaron vacíos.

Julio Porrino, secretario de Fiscalización de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), le dijo a RÍO NEGRO que este modelo de manejo de los caudales durará hasta agosto, cuando haya que comenzar a abrir las compuertas de los canales de riego, especialmente el que nace en el dique Ballester y que, con un caudal cercano a los 70 metros cúbicos por segundo (m3/s), irriga decenas de kilómetros de chacras del Alto Valle.

“Estamos lejos de un año medio” en materia de caudales, dijo además Porrino.

“Tomando todos los embalses del río Limay, podemos ver que tienen un poco más de un tercio de lo que deberían tener”, añadió.

La fotografía del día muestra que en Alicurá hay un balance perfecto entre el agua que recibe y la que deja pasar, pero en el siguiente escalón, Piedra del Águila, se almacena la mitad de lo que llega.

El viajero frecuente que recorre la ruta nacional 237 fue observando la recuperación del embalse de Alicurá, la primera presa del Limay, y una tendencia hacia arriba del de Piedra del Águila. Ambos lagos estuvieron con niveles dramáticamente bajos.

Porrino hizo notar que si en junio no hay señales de un quiebre de la sequía, difícilmente la cuenca podría recuperarse. Y que, a esta altura del mes, no se observa ningún indicador en ese sentido.

Por eso hay que guardar, no para el invierno sino para la primavera. La alta demanda de electricidad de los meses más fríos solía ser, hasta hace dos años, el argumento para hacer pasar por las turbinas que generan electricidad la mayor cantidad de agua posible frente al salto en la demanda de energía.

Pero la declaración de la emergencia hídrica, el año pasado, quebró esa constante.


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