Boxeo, pasión y pelea, arriba y abajo del ring: Carla y una historia de lucha inquebrantable

Nacida en Lamarque, hizo su primera pelea a los 15 años y cuando se carrera iba en ascenso, tuvo que dejar el ring para ser mamá. Regresó a los cuadriláteros pero la vuelta no fue fácil. Se preguntó cómo podía seguir ligada al boxeo y se capacitó en arbitraje y jurado. En cualquiera de sus formas, el deporte de los guantes es parte fundamental de la vida de Carla, Conocé su historia.

Deseos, sueños y realidades. A veces las peleas de la vida suelen tomar formas muy parecidas a la existencia. Se mezclan las estructuras, los aspectos son similares y necesariamente se deben una con la otra. Una simbiosis de supervivencia no planificada que un día llegó quedarse y no se fue más.

Casi sin querer, el boxeo se metió en la piel de Carla Figueroa cuando tenía apenas 12 años y correteaba por las chacras de Lamarque. A partir de ahí, sus largas horas en el gimnasio y en el cuadrilátero pasaron a ser el motor de su vida. El asunto se reveló de entrada: la historia iba a ser pelear allá arriba del ring para poder batallar abajo.

El vínculo de Carla con el box se dio de pequeña y buena parte de la explicación la encontramos en un fuerte componente familiar que sirvió como legado. El padre de Carla fue boxeador y supo animar varias veladas en el Valle Medio. Y eso no es todo: su hermana Fernanda también se calzó los guantes y ya saltó al profesionalismo hace poco más de un año, en un festival realizado en Rincón de los Sauces.

En verdad fue Fernanda, cuatro años más grande que Carla, quien la incentivó a boxear. “Todo comenzó cuando mi hermana empezó a boxear, era casi como un hobby para ella. Yo la acompañaba siempre al gimnasio, después me calcé los guantes y le daba a la bolsa. Hasta que un día me dicen: ‘¿querés hacer guanteo? Yo no quería, porque a mí no me gustaba pelear. Pero al final me convencieron y ahí me empezaron a gustar de las piñas. Así que arranqué a entrenar junto con mi hermana. Mi primer pelea fue a los 15 años, en un festival que se hizo en Luis Beltrán. La gané por nocaut”.

Carla y Fernanda Figueroa, con la Tigresa Marcela Acuña.

Los nervios del debut pasaron sin sobresaltos para Carla y le empezó a tomar el gusto a eso de estar entre las cuerdas del ring. Siguió entrenando en un gym de Lamarque y su padre, orgulloso de sus hijas boxeadoras, les armó un pequeño espacio en la chacra donde les colgó una bolsa y todos los elementos básicos para seguir en actividad. Carla hizo un par de peleas más en el Valle Medio, pero el llamado de la meca del boxeo argentino sonó fuerte. Buenos Aires esperaba por ella y su hermana Fernanda.
“Estuvimos como tres años entrenando las dos, nos acompañó mi papá. La verdad es que me exigieron mucho, cambiaron cosas y aprendí un montón de la actividad con el entrenador que tuvimos allá”, cuenta Carla de la experiencia que le marcó la vida.

Las cosas iban sucediendo rápido y hasta tuvo la chance de mostrar por tevé todo lo que había aprendido, al ser parte un par de noches de la cartelera boxística de TyC Sports promocional con sólo 17 años. “Me decían que nadie a mi edad había sido parte de una velada para la tele”.
En la Argentina se puede comenzar con la actividad en el plano amateur desde los 14 años, y se puede obtener una licencia de boxeo amateur hasta los 32 años. Para ser profesional, se requiere tener 19 años cumplidos y no superar los 30 años para solicitar la licencia, según la Federación Argentina de Box (FAB).

Carla Figueroa formó parte de las veladas de TyC Sports promocional.

Cuando cumplió 20, la carrera de Carla en los cuadriláteros tuvo un quiebre. Quedó embarazada y se volvió a Lamarque donde nació su hijo. “Tuve que parar un par de años porque no me fue fácil criar a mi hijo recién nacido y cumplir con los entrenamientos. Si no estás bien entrenada, no podés subir a un ring”.
Carla pudo reacomodar su vida y volvió a la actividad en el 2023. Empezó de vuelta a entrenar y también a pelear. Se fue a Rincón de los Sauces con su hermana Fernanda, que está radicada allá, y en un festival organizado en la ciudad neuquina tuvo su reestreno con los guantes. Salió victoriosa. “Se hizo después un Torneo Provincial, donde gané dos peleas y de ahí pasé al Nacional en la categoría hasta 48 kilos. En ese torneo se juntan siempre las mejores, pero no estaba bien entrenada y no me fue cómo esperaba”.

Junto a su hermana Fernanda, que está radicada en Rincón de los Sauces.

A partir de ahí no pudo seguir entrenando, su nene comenzó el jardín y ya no viajó más. El tema es que para Carla el boxeo es su vida y pensó de qué manera podía seguir ligada a la actividad sino no era cómo boxeadora. “Voy a hacer el curso de arbitraje y jurado, me dije. Y así fue. Estuve un par de meses yendo a Neuquén y a Rincón de los Sauces porque ahí se dictó el curso tras un convenio que hizo la Federación Neuquina con la FAB.” Hacía ocho años que no había un curso de capacitación así en la región.

“Todavía estoy bien para boxear, soy joven y me gusta pelear. Pero si no se puede por esto de no tener un buen lugar para entrenar, me gustaría estar como jurado o ser la tercera persona dentro de un ring”. Para hacerlo cuenta con la habilitación interprovincial para ejercer en Río Negro, Neuquén y La Pampa.

Carla aún no fue citada por la Federación para ninguna de las dos nuevas tareas, pero de ser convocada se convertiría en la primera mujer de la región en hacerlo. “Para ser jurado la concentración es clave. Nos decían que cuando llegamos a un evento nosotros tenemos que estar dos horas antes, aislados, concentrados y sin hablar con nadie. Hay que estar muy atentos a los movimientos de los boxeadores, ver quién pega más, quién es más efectivo y así elaborar tu tarjeta. Es complicado”.
Para ser árbitro, el pleno conocimiento del reglamento es fundamental. “También hay que estar atentos a los desplazamientos y cuando hay cuerpo a cuerpo en clinch para ir a separar”, apunta Carla que terminó el curso a fines de mayo de este año y espera ser llamada en cualquier momento.


De todas maneras, Carla no pierde las esperanzas de volver a subirse al ring en su rol de boxeadora. Tiene 22 combates en su carrera y su técnica es “ir al frente, ir para adelante. Y contragolpear, en la medida que la pelea lo pida”. Es diestra y su espejo es Yesica Tuti Bopp, ex campeona mundial en la categoría minimosca de la AMB​ y de la OMB. “Me gusta el estilo porque como ella es de la misma categoría que yo. Miro mucho su técnica”.

Su sueño es volver a Buenos Aires porque “las grandes oportunidades para las boxeadoras están allá. Podés entrenar de manera adecuada y salen combates todo el tiempo. Pero cuando una es madre también hay otras prioridades… Podría ir y volver no sé. Tengo 24 años, todavía soy joven y tengo mi licencia en regla”.


Adentro de ring, con los guantes o sin ellos. O abajo, pegada al cuadrilátero con las tarjetas sobre la mesa resolviendo quién hizo más méritos para ganar un combate. En cualquiera de las tres formas, el boxeo será por siempre la razón de vivir para Carla.


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