Manos a la obra en el CET 1 de Roca: ocho proyectos para cambiar la vida de personas con discapacidad

Futuros técnicos mecánicos trabajan en las aulas para aprender y generar un impacto social en la ciudad. Desde una calesita adaptada hasta una plaza integradora, se preparan para salir al mundo del trabajo.  

La inventiva y el compromiso social de un grupo de 59 estudiantes secundarios de Roca se unió con la mecánica y la enseñanza, para dar un resultado valioso: más accesibilidad para la ciudad en la que habitan.   

Futuros técnicos mecánicos del Centro de Educación Técnica (CET) N° 1 son hacedores de ocho proyectos innovadores para mejorar la inclusión y accesibilidad de personas con discapacidad de la ciudad. 

Sus trabajos están en pleno proceso y forman parte de la asignatura anual Prácticas Profesionalizantes del ciclo lectivo 2025, orientada a la resolución de problemas con foco en lo comunitario. 

Sube a baja adaptado para una plaza integradora. Foto: Juan Thomes.

“Identificamos muchas necesidades que tienen las personas con discapacidad entonces decidimos acompañar desde ahí con estos proyectos de impacto social”, explicó Cristian Javier Fernández, coordinador de las Prácticas Profesionalizantes y profesor de la especialidad Mecánica. 

Los proyectos fueron presentados por los propios estudiantes ante el Consejo Local para las Personas con Discapacidad de la ciudad, en un encuentro realizado en la escuela. 

Hace tiempo vienen trabajando la temática: ya ayudaron a cambiar la calidad de vida de muchas personas en los últimos años: lo hicieron con la primera silla de transferencia entregada a Joaquín, un chico de Roca en 2023. Luego del éxito, entregarán una segunda versión. 

Silla de transferencia, la segunda que realizan. Foto: Juan Thomes.

La nueva silla de transferencia es uno de los ocho proyectos y está siendo fabricada especialmente para Bautista, un nene con una discapacidad motriz. “Su mamá se enteró de lo que hacemos a través de estos proyectos y nos escribió a través de las redes sociales”, contó el profesor. 

Uno de los trabajos de mayor magnitud es el de una “plaza integradora” en el espacio recreativo del CET 1, sobre calle Alsina y Chacabuco; la cual incluye juegos integradores; una calesita y un sube y baja adaptados; y una estación de carga solar. Todos los sectores integran a personas en silla de ruedas. 

“El principal objetivo de la plaza es integrar y ofrecer una divertida e innovadora experiencia a personas con discapacidad o dificultades motrices”, explicó el docente. 

La calesita adaptada en marcha. Foto: Juan Thomes.

Candela Agüero de 4° 1° Mecánica es parte del grupo que diseñó y construye el «Sube y baja adaptado». Para ella es muy importante que sean «proyectos útiles y con algún destinatario» para que no queden relegados.

«Desde nuestro conocimiento, podemos aportar con nuestro granito de arena para que las personas con discapacidad puedan divertirse y disfrutar también de la misma manera que nosotros lo hacemos a diario».

Candela Agüero de 4° 1° Mecánica

La fabricación de una “silla de traslado ergonómico” para bebés prematuros es otro de los trabajos, en conjunto con el sector de Pediatría del Hospital Francisco López Lima. Consiste en el rediseño de viejos sistemas de retención infantil (SRI) para la creación de nuevas unidades de traslado; lo que significa un antes y un después para familias de bajos recursos. 

Un proyecto para el hospital de Roca. Foto: Juan Thomes.

Además, están realizando una “tricicleta« que es, una bicicleta de traslado de sillas de ruedas que sirve para el transporte de personas con discapacidad motriz e intelectual. La “silla tandem” es otro de los desafíos: una bici para dos, que desarrollan junto a Fundas, una ONG de la ciudad.

La estudiante Clarisa Lucero de 4° 1° está en el proyecto «Tricleta adaptada» y dijo: «Este proyecto no es solo querer aprobar las prácticas o centralizarnos en nuestro futuro profesional, sino que vamos allá porque trabajamos con lo que es el compromiso, el compañerismo, empatía, inclusión y respeto».

Los equipos son de siete u ocho estudiantes. Foto: Juan Thomes.

«De eso se trata: brindarle a estas personas con discapacidad la posibilidad de sentirse partícipes de la actividad».

Clarisa Lucero de 4° 1° está en el proyecto «Tricleta adaptada»

Por último, los estudiantes desarrollan un “kit de silla con acoplamiento motorizado” que es una silla de ruedas equipada con un motor a explosión.

“Esta iniciativa tiene como propósito principal mejorar la movilidad de las personas con discapacidad, brindándoles una alternativa de transporte más eficiente, cómoda y autónoma”, comentó Cristian. 

“Desde el CET N°1 el objetivo siempre está y estuvo puesto en asistir, ayudar o generar un impacto en la sociedad”, contó Cristian.

La plaza integradora para chicos en silla de ruedas se construye en Alsina y Chacabuco. Foto: Juan Thomes.

“Busco desafiar las capacidades y competencias de los estudiantes, siempre buscando lo mejor de ellos”.

Cristian Javier Fernández, coordinador de las Prácticas Profesionalizantes.

Lo interesante es que el aprendizaje es excusa para ayudar a resolver necesidades sociales, por fuera de la escuela. Algunas ideas emergen de inquietudes que llevan los propios chicos al aula, otras de los docentes sobre la base de tendencias o investigaciones o bien, desde las propias instituciones locales.  

El financiamiento estatal que tienen para llevar adelante los desarrollos es acotado por lo que recurren al reciclado, reutilización de materiales, donaciones, campañas y aportes de vecinos o empresas.  

Estudiantes ponen manos a la obra


Los chicos elaboran informes, dibujan planos, hacen cálculos de cómputo de materiales y simulaciones, como una verdadera puesta a prueba de sus conocimientos en la práctica. Es que mediante esta asignatura, ponen en juego todo lo aprendido en su trayectoria escolar, ya que la materia implica aplicar todos los conocimientos y atraviesa a todas las materias que ya cursaron años anteriores. 

“Es un trabajo bastante desafiante para ellos porque tienen que poner en práctica todo lo que han aprendido hasta acá en toda su carrera o su vida estudiantil en el CET”, expresó Cristian, el docente a cargo. 

Según el profesor, las prácticas profesionalizantes constituyen un eje fundamental en la formación técnico profesional, ya que integran los procesos de enseñanza y aprendizaje con el mundo del trabajo. “Pueden tener un impacto en el sistema socioproductivo o un impacto en la sociedad o hacer pasantías”, explicó.

Dos normas abordan la temática: la Ley Nacional N° 26.058, de Educación Técnico Profesional y la Ley de Educación Provincial N° 4819, de Río Negro, cuyos lineamientos hacen énfasis en la vinculación de la formación académica con las necesidades del sector productivo local. 


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