Conocé a Nahuel: de Roca a China, hace vibrar al mundo con el malambo argentino

Es de Roca, tiene 30 años y desata la pasión de los orientales. Desde uno de los mejores circos del mundo, zapatea para el público asiático y mueve multitudes. Su historia. 

“Voy tranqueando mi mundo,
sin más riquezas,
voy tranqueando mi mundo,
sin más riquezas
que la lonja del cinto,
pa que haga fuerza”

A más de 18.000 kilómetros de su casa, le emociona escuchar a José Larralde y la nostalgia lo abraza pensando en sus pagos. De camino a los ensayos, elige “Voy tranqueando mi mundo” para no olvidarse jamás de dónde viene y a qué va.

Con un pasaje de ida y la promesa de un trabajo en un circo prestigioso, Nahuel Estive partió de Roca a Henqing Zhuhai (China) hace cinco meses para formar parte del elenco estable del «Circus Chimelong«, uno de los mejores teatros en el mundo. El argentino baila folclore en un show circense con la pasión que brota de sus entrañas, esa que no cambia pese a las fronteras.

Con su técnica, pero sobre todo por el sentimiento, Nahuel desata una catarata de emociones entre los orientales. “Ellos le llaman furia, nosotros le llamamos pasión. Dicen que somos muy furiosos para zapatear”, dijo entre risas en una entrevista con RIO NEGRO.

El bailarín rionegrino jamás imaginó llegar tan lejos. Llevó el malambo de sus amores y el zapateo al continente asiático. Nacido y criado en Roca, tenía solo ocho años cuando empezó a bailar y transitar este sueño. Forjó toda su carrera con sudor y sacrificio en su ciudad natal.

La performance de Nahuel consiste en un show diario con artistas de todo el mundo; con bombos, boleadoras y malambo. Se sale del esquema tradicional nativo de la danza con guitarra y bombo ya que esta versión está planteada como espectáculo con intervención de música digital e instrumentos electrónicos con efectos.

Un video grabado en la estación de servicio a metros de las vías del tren de Stefenelli fue su puerta de entrada al mundo del espectáculo internacional. Con esa pieza audiovisual audicionó para la compañía “Golden Gaucho” que estaba en busca de un “gaucho” para bailar en Brasil. Se fue durante un mes al país Latinoamericano a cubrir el puesto y empezó el viaje de ida. Su director se contactó y le ofreció redoblar la apuesta. Más tiempo y más lejos: China.

Hoy es profesional y se gana la vida con esta danza y el show, pero no se olvida de todo lo que le costó. Le llevó casi seis años sentirse cómodo con su malambo. Recién a sus 14 años logró pulir su técnica de zapateo. “Me tomó un par de añitos”, admitió. Con constancia, mucha disciplina y ensayo, es posible.

La mayoría podría pensar que trabajar en un circo es vivir como nómade de ciudad en ciudad y en carpas, pero en este caso, no es así. “Hay un despliegue tremendo, el escenario se mueve. Literal, es otro mundo”, contó.

Foto: gentileza

“Hay gente de todos lados. De Kenia, Rusia, Hungría, de Brasil, hay colombianos también”, relató al referirse a sus compañeros de trabajo. Su directora es rusa y son 25 gauchos y gauchas bailando malambo, de los cuales varios son argentinos.

Se trata de una empresa reconocida y muy exitosa en China con un teatro gigantesco similar al Luna Park argentino. “Entran alrededor de 8.000 personas”, explicó y agregó: “Es uno de los circos más prestigiosos del mundo”.

Le cuesta el inglés, todavía es todo muy raro el habitar y transitar China. Con ayuda de su celular, sobrevive. “Con eso me puedo defender, traducir los carteles porque son para mí son garabatos”, explicó y ya lleva cinco meses.

La compañía les provee sala de ensayo, alojamiento, comida y les abona un sueldo. “Los bailarines de folclore estamos acostumbrados a bailar ‘por el pancho y la Coca’ como decimos entre nosotros, porque terminamos yendo a una peña a donar, a beneficio. Entonces siempre es difícil llegar a concretar un sueldo por bailar. Y acá es algo que está logrado”, contó.

De Roca a China: del nene de 8 años a la promesa internacional


Su amor por el malambo nació en la agrupación “Rinconcito Criollo” de Roca; como un pasatiempo, un hobby que nunca abandonó. “Renegué mucho con mi primera maestra porque me hacían bailar danzas tradicionales como gatos, chacareras, zamba y yo quería zapatear. Quería bailar… A decir verdad, quería pegarle al piso”, admitió entre risas.

Al terminar el colegio decidió dedicarse profesionalmente a la danza, comenzó a prepararse para competencias como el Festival Laborde, Cosquín, entre otros. “Tuve la suerte de representar a la provincia Río Negro en varias ocasiones”, contó.

Estudió la carrera universitaria en el IUPA y trabajó como docente hasta que el 2023 llegó con esta propuesta bajo el brazo. Estaba un poco agotado de los certámenes y escaso de recursos económicos para competir y una oportunidad llamó a su puerta.

Hoy, a sus 30, Nahuel tiene una rutina diaria armada. Los shows son los 365 días del año con algunos días libres. Se levanta, desayuna y empiezan los preparativos para el show desde las 16 horas. Hay días de entrenamiento físico y días de entrenamiento artístico. “Siempre le buscamos algo nuevo al día”, dijo para que no se vuelva tan rutinario.

De Roca a China: una pasión internacional


“A la gente del otro continente le atrapa mucho nuestro folclore”, comentó Nahuel. “La verdad que me sorprende un montón. Siento que en nuestro pago es más normal ver a alguien zapatear, acá sorprende. Se ve la emoción de la gente al ver lo que uno hace”; reveló.

“Les moviliza la fuerza que tenemos adentro. Creo que lo nuestro, más allá de ser algo vistoso, artístico, trasciende a lo emocional, lo energético. Creo que eso es lo que más le llama la atención a la gente”

Nahuel Estive, malambista en China

No sabe qué le depara el destino, lo único cierto es que extraña mucho a su familia, a su pareja con quien mantiene una relación a distancia. “Extraño todo. A mis viejos, a mi novia, mis mascotas, a mis amigos, a mis abuelos. Más que nada, el cariño familiar y de la gente. El asado domingo de papá. Vas a una milonga y te da un ‘qué sé yo’ adentro”, confesó.

¿Alguna vez te imaginaste que el malambo te iba a llevar a la otra punta del mundo?, fue una de las preguntas. “Sinceramente y por empezar nunca me imaginé conocer China”, reveló. Hace años había viajado a Francia, España y Portugal, pero con muestras aisladas y otras expectativas. “No me imaginaba yendo al otro lado del mundo”, concluyó.


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