El Segemar llevó tranquilidad por el incendio subterráneo en un yacimiento de carbón en El Bolsón

Se conoció el estudio preliminar del Servicio Geológico Minero Argentino sobre el fuego de rescoldo subterráneo que se detectó en un sector de la cuenca de Ñirihuau. "Ya no hay actividad", confirmó Judith Jiménez, secretaria de Ambiente y Cambio Climático.

El Splif El Bolsón detectó la emanación de humo a principios de julio. Ya no hay actividad. Foto: gentileza

«Ya no hay actividad del fuego«. A varios meses del hallazgo de un incendio subterráneo en el sector del cerro Dedo Gordo, en cercanías del Río Blanco en El Bolsón, y la sorpresa de que el material en combustión era carbón mineral, un estudio preliminar del Servicio Geológico Minero Argentino (Segemar) llevó tranquilidad a las autoridades provinciales.

«A partir de la detección por parte del Splif El Bolsón de algunas emanaciones de humo en un sector de la cuenca de Ñirihuau que fue afectada por el incendio en febrero, la Secretaría de Energía y Ambiente de Río Negro solicitó todo tipo de estudios», explicó Judith Jiménez, secretaria de Ambiente y Cambio Climático.

Ese fuego de rescoldo subterráneo persistía desde el incendio del 30 de enero que afectó el área de Confluencia y destruyó 3.835 hectáreas de bosques. El humo se detectó a 70 kilómetros al sureste de Bariloche, en una zona acotada en la cuenca carbonífera de Ñirihuau, la segunda más importante del país, después del yacimiento de Río Turbio, en Santa Cruz.

A raíz del pedido de la Secretaría de Minería de Río Negro, el Segemar realizó una primera campaña en ese sector a fines de agosto para evaluar, en un primer momento, la peligrosidad del área.

«Hace una semana nos presentaron el informe preliminar. Se tomaron muestras de material, mediciones gaseosas y se midió la temperatura de la tierra. Se concluyó que hay afloramientos pelíticos (de moderada a baja compacidad) que están en forma superficial y asociados a cortes de laderas de la misma geología del lugar», puntualizó Jiménez.

En ese sector, no hay vegetación, pero sí abundantes raíces. El foco ígneo se detectó en la superficie donde hay mayor disponibilidad de oxígeno que «lo reaviva». «En las cotas inferiores se reduce la disponibilidad de oxígeno y por lo tanto, la amenaza. Como los mantos de carbón son subterráneos pedimos que se investigue el riesgo de que se prendan. Desde el Segemar nos dijeron que no hay una probabilidad elevada de ocurrencia de estos eventos lo que nos deja tranquilos por el riesgo de incendios, más en esta época«, indicó Jiménez.

Al medir la temperatura de las rocas, se confirmó que actualmente es de «10 grados, es decir, temperatura ambiente». «Se constató que no hay humo ni olor a azufre en los afloramientos. Es decir que el fuego se apagó. Había preocupación por el tipo de gas que emanaba, pero ya no sigue emanando», confirmó.

Jiménez recalcó que los especialistas continuarán analizado la cuenca de Ñirihuau a fin de obtener más datos «por cuestiones de seguridad y para saber cómo proceder frente a posibles eventos extremos». «Hay algunos estudios del año 2005, 2009 por parte de la Secretaría de Hidrocarburos, pero nada más. Por eso, necesitamos información sobre el territorio frente a posibles incendios. Esa zona tiene mucho bosque, mucha vegetación y con el cambio climático, tenemos días más secos, pocas nevadas y se producen incendios con más frecuencia», alertó y recordó que «el carbón es material combustible».

Por otro lado, Jiménez destacó que la Secretaría de Ambiente también lleva adelante un programa de restauración de las áreas afectadas en el Área Natural Protegida del Río Azul y Lago Escondido (Anprale). Desde hace dos meses, trabajan junto a diversos institutos del Conicet para abordar los peligros ambientales, lineamientos turísticos, a restauración ecológica y planes de monitoreo ambiental, viverización y actividades de plantación.

«Se va a realizar un estudio de severidad del último incendio, un análisis de riesgo ambiental en Anprale y la identificación de áreas para prevenir la erosión del suelo. Cuando se quema la vegetación, el suelo queda desnudo y puede haber aludes o desprendimientos del suelo por la erosión. Eso lo tenemos que evaluar, sobre todo ahora con la llegada del verano», señaló y agregó que esos estudios permitirán definir la apertura del área y bajo qué condiciones. «Después hablamos de un programa de restauración ecológica a largo plazo», dijo.


Exit mobile version