Nació en Neuquén, es veterinaria y transforma las consultas de sus pacientes en ciencia para que vivan mejor
Es la tercera vez que Sol Arioni publica una de sus investigaciones en la revista veterinaria más prestigiosa del mundo. El estudio no lo hizo sola, sus pacientes de cuatro patas fueron un eslabón fundamental.
Sol Arioni nació en Neuquén. Desde chica, con una madre veterinaria, creció rodeada del amor por los animales, así a los 18 años dejó su ciudad para seguir los mismos pasos de su mamá. No imaginaba que su recorrido la llevaría a traspasar la atención del consultorio y no solo transformarse en docente universitaria, sino ser investigadora con publicaciones científicas reconocidas a nivel internacional. «Lo hago para mejorar su calidad de vida de mis pacientes y la de su familia«, expresó la médica.
Cuando apenas era una estudiante de 18 años en la Universidad Nacional de La Plata, Sol se incorporó a un proyecto de investigación. Ese estudio le abrió una puerta que cambió su vida: se transformó en profesora y luego se postuló a una beca doctoral del Conicet cuya tesis está pronta a defender.
Durante el doctorado, la veterinaria participó de varias investigaciones y al día de hoy ya lleva tres publicadas en una revista de prestigio internacional.
Aunque su rol académico y de investigación ocupa gran parte de su vida, Sol no está lejos de sus pacientes. Da clases en la materia Métodos complementarios de Diagnóstico de la carrera Facultad de Ciencias Veterinarias y realiza su tesis doctoral en el Centro de investigación CEFIRE-MECODIAG (centro de fisiología reproductiva y métodos complementarios de diagnóstico).

Allí, los animales que atiende no solo reciben cuidado clínico: muchas veces también se convierten en parte de sus investigaciones. “Mis unidades sentimentales son mis pacientes», dijo. Explicó que dentro de las obligaciones de la docencia, a demás de dar clases, se encuentra la atención y son sus mismas pacientes las que pasan a ser parte del protocolo de investigación.
«Trabajamos con las consultas reales que llegan al hospital, con las problemáticas que vemos todos los días”, contó.
Se da de esta manera porque, como ella misma explica, es en ese ejercicio constante de observación donde aparecen las preguntas que dan origen a sus trabajos. “Uno siempre piensa que la veterinaria es el sueño de los niños y dentro de lo que es la academia, hacer ciencia o investigar es como el lado más creativo, poder hacerse preguntas como ellos», expresó la veterinaria.

En cuanto a sus trabajos, comentó que el objetivo es «aportar al mundo información y generar conocimientos que tengan un impacto inmediato en la vida real«. «En nuestra última investigación desarrollamos investigaciones clínicas sobre mejoramiento y evaluación de técnicas diagnósticas en perras”, explicó.
Entre sus trabajos recientes, se destaca una técnica no invasiva que permite detectar enfermedades con mayor precisión y antelación. “Esto impacta inmediatamente en el pronóstico y en el tratamiento que vamos a darle a la paciente”, aseguró la veterinaria.
Su última publicación científica describe una técnica diagnóstica que se apoya en software de inteligencia artificial. “Antes, la evaluación se hacía de forma subjetiva. Ahora, con IA, pudimos objetivar ese análisis. Es una herramienta más para nosotros y para los médicos veterinarios que trabajan en clínica”, dice.

Sol sabe que en Argentina no siempre es fácil hacer ciencia y reconoce que el contexto socioeconómico también tiene peso: “Hay contextos nacionales que hacen que se fomente menos la investigación… o que muchos colegas tengan que irse a otros países para continuar con lo que acá no pueden sostener”. En su caso, logró acceder a una beca del CONICET algo que reconoce como «un privilegio».
Hoy Sol Arioni elige seguir enseñando, investigando y haciéndose preguntas por sus pacientes, que no pueden decir con palabras lo que piensan, pero que con una mirada lo dicen todo. «Es hermoso formularte preguntas y ver qué está pasando en nuestros pacientes para poder mejorar su calidad de vida que impacta en todos».
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Sol Arioni nació en Neuquén. Desde chica, con una madre veterinaria, creció rodeada del amor por los animales, así a los 18 años dejó su ciudad para seguir los mismos pasos de su mamá. No imaginaba que su recorrido la llevaría a traspasar la atención del consultorio y no solo transformarse en docente universitaria, sino ser investigadora con publicaciones científicas reconocidas a nivel internacional. "Lo hago para mejorar su calidad de vida de mis pacientes y la de su familia", expresó la médica.
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