Expertos ya hacen control de calidad de aceite de cannabis de pequeños productores y usuarios en la zona

Laboratorios de Bariloche, Neuquén, Puerto Madryn y Viedma cuentan con la tecnología adecuada para analizar los componentes y la conformación de los productos medicinales que se fabrican. Hay algunos que ya funcionan y otros que están en ciernes.

El consumo de cannabis medicinal se convirtió en un asunto de salud pública. Muchas personas toman aceites para mejorar determinadas patologías, los pacientes demandan asesoramiento a los médicos, los profesionales de la salud se capacitan para “aggiornarse” a la demanda comunitaria y los laboratorios del Conicet se vuelcan a analizar la composición de los extractos para garantizar la seguridad.

Dos laboratorios en Neuquén y Chubut intentan contener una demanda desbordada. Otros dos, en Bariloche y Viedma, aguardan casi listos para iniciar el desafío.

El Instituto de Investigación y Desarrollo en Ingeniería de Procesos, Biotecnología y Energías Alternativas (Probien), que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, comenzó a analizar aceites de cannabis y otros preparados el año pasado en Neuquén.

Desde entonces, reciben un promedio de 20 muestras por mes. El costo del análisis de cannabinoides o terpenos ronda los 5.000 pesos.

Recientemente, el gobierno de Mendoza se contactó con estos investigadores ya que pretende validar varios laboratorios de esa provincia.

“Pese a haber 17 servicios habilitados en el país, mucha gente se acerca con muestras y también mandan de otros lugares del país. Hasta los médicos se están dando cuenta de que es necesario conocer la composición de lo que toman sus pacientes. Hay gente que prepara extractos para algún familiar y necesitan un control de calidad porque dependiendo de la composición, es el efecto que tiene”, explicó Guillermina Bongiovanni, directora del grupo de Biotecnología Ambiental del Probien y miembro de la Red Argentina de Cannabis Medicinal.

Allá por 2019, las asociaciones civiles Ciencia Sativa y Cannabis Medicinal Río Negro demandaron este servicio, remarcando que era una necesidad en la región. Hoy gran parte de la demanda corresponde a pequeños productores preocupados en elaborar aceites de mejor calidad -muchas veces, destinados a familiares y amigos-.

El cannabis contiene alrededor de 500 compuestos con aplicación médica potencial: cannabinoides, terpenos y flavonoides. Por eso, esta doctora en Ciencias Químicas consideró necesario analizar los extractos ya sea para uso medicinal o para la investigación científica y clínica.

Maria Marcela Amaro, integrante del laboratorio de cromatografía. Foto: gentileza

También se analizan diferentes cannabinoides. Con estas metodologías podemos saber cuánto tienen de forma ácida o neutra. Las neutras son las que tienen más actividad, pero hoy se han visto a través de estudios que las formas ácidas también tienen actividad”, señaló Bongiovanni que, a su vez, se desempeña como responsable técnica del Servicio Técnico de Alto Nivel (STAN) del Conicet.

En Puerto Madryn, la doctora en Ciencias Biológicas Mariana Lozada comenzó a hacer análisis de cannabis junto a su esposo, sin fines de lucro, hasta que el Conicet autorizó esta práctica y la pareja transfirió la técnica.

A mediados del año pasado, el Centro Nacional Patagónico (Cenpat) del Conicet firmó un convenio con dos laboratorios de análisis clínicos de la localidad chubutense. Se acordó que esas instituciones privadas recibirían las muestras de los usuarios interesados en el análisis de aceites de cannabis y una vez por semana, las enviarían al Cenpat para su evaluación.

Hoy Lozada, coordinadora del Área Química y Fitopreparados del Proyecto Interdisciplinario de Cannabis del Centro Científico Tecnológico Conicet Cenpat, explicó que analizan aceites de cannabis con dos técnicas diferentes. “El análisis cualitativo es el más barato (sale 1.500 pesos) y el cuantitativo, alrededor de 4.000. A la mayoría de la gente que prepara aceite le sirve el cualitativo que ofrece información sobre la concentración aproximada”, detalló esta investigadora independiente del Conicet.

Al igual que Bongiovanni, coincidió en que “la gente quiere saber si el aceite sirve para su patología. Si tiene CBD funciona para la epilepsia refractaria, los trastornos de autismo o ansiedad, por ejemplo. Necesitan saber la relación entre las concentraciones de THC y CBD para tener una idea de la dosis que deben tomar”.

En relación con la producción casera de aceites, recalcó que “los frasquitos no siempre salen iguales” y aseguró que “hay mucha informalidad: nos han llegado aceites comprados cuyo envase decía aceite de CBD puro y no tenía nada de eso. Todo esto tiene que ver con la falta de reglamentación y con el atraso que tenemos”.

Los médicos también requieren información para lograr un seguimiento adecuado de sus pacientes. “Hay una situación real que hay que atajar. Incluso el médico se tiene que adaptar, aunque no sea quien indique el aceite, porque muchos pacientes simplemente le dicen que ya lo están tomando”, advirtió Lozada.

La doctora Mariana Lozada en su laboratorio de Puerto Madryn. Foto: gentileza

Los investigadores del Cenpat cuentan con un grupo de Whatsapp del que participan unos 40 médicos (neurólogos, pediatras, diabetólogos, médicos generalistas y hasta un veterinario) en el que comparten un gran volumen de información. El interés de la comunidad médica es mayor en tanto surge más y más evidencia científica.

“Hay un boom de investigación en cannabis, numerosos papers y trabajos científicos alentadores. Pero todo es muy reciente. Recién ahora los profesionales de la salud se percatan de este mundo que avanza muy rápido. Ahí entramos los investigadores que compartimos trabajos para que vean. Estamos en el medio de los médicos y los pacientes para que haya un lenguaje común”, puntualizó.

Lo resumió de esta forma: el paciente solo sabe que el aceite le hace bien; el médico debe buscar las evidencias científicas para ciertas patologías y entender qué preparados se está consumiendo. Desde el Conicet, intentan hablar el mismo idioma que usuarios y profesionales de la salud.

Tienen todo listo para empezar en Bariloche


El Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (Ipatec), que depende del Conicet y la Universidad del Comahue, cuenta con un cromatógrafo para analizar cannabinoides, pero aguarda la designación de una persona para prestar el servicio de análisis de aceite de cannabis. Unas 40 personas con profesiones afines al área química y experiencia cromatográfica concursaron para el cargo.

El aparato se compró inicialmente para el análisis de compuestos de aromas y sabores de cerveza, pero tiene otras prestaciones posibles como la medición de compuestos tradicionales como THC, CBD y también terpenos -que no son fáciles de medir-. Esa, aseguró Diego Libkind, el director del Ipatec, será la segunda fase.

Hay mucha demanda y una necesidad de conocer qué tienen esos aceites de manera urgente. Nos están llamando semanalmente para saber cuándo arrancamos”, advirtió Libkind.

En Viedma falta la calibración final


Para avanzar en el análisis de aceites de cannabis, la sede Atlántica de la Universidad Nacional de Río Negro cuenta con un cromatógrafo (analiza las muestras aislando sus componentes químicos para su medición y detección individual), pero requiere la llegada de “patrones” desde Canadá que se concretaría en un mes.

“¿Qué son los patrones? Son muestras de referencia que tienen los componentes. A partir de ahí podemos calibrar el cromatógrafo y analizar muestras. Quienes los comercializan en Argentina tuvieron algunos problemas para importarlos, pero ya está solucionado. Estamos a la espera de que lleguen”, indicó el investigador independiente del Conicet Daniel Barrio, profesor de Química Biológica de la Universidad de Río Negro.

Hasta ahora, los investigadores de Viedma han realizado varias pruebas con el cromatógrafo, pero explican que “al no tener un patrón, se trabaja a ciegas”. Se han logrado analizar otros componentes de alimentos, sustancias como aminoácidos y hasta podrían trabajar con pesticidas.

Aseguró que tienen gran cantidad de pedidos vinculados a muestras de aceites de cannabis. “Muchos nos mandan igual. Debemos tener no menos de 50 muestras en la heladera esperando ser analizadas, aunque les decimos que no nos manden. Cuando lleguen los patrones, tenemos para dos meses de trabajo”, admitió el investigador.


Consultas o pedidos de análisisse pueden realizar vía mail: cromatografia@probien.gob.ar (Neuquén) o vinculacion@cenpat-conicet.gob.ar (Chubut). 



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