José y Alexis desafían al hielo con la escalada: «Es un desafío psicológico»

José Bonacalza es barilochense y escala desde los 14. Es un apasionado de la escalada en hielo aunque asegura que "no todos los inviernos es posible". Alexis Rojas Tapia es guía en Chile y advierte sobre la necesidad de hacer una "correcta lectura del hielo".

Al llegar a un sector para escalar, deben evaluarse las condiciones del hielo. Foto: gentileza

«Un desafío psicológico». De esta forma, el barilochense José Bonacalza define la escalada en hielo, una actividad deportiva que practica de tanto en tanto cuando las condiciones del clima lo permiten.

Tiene 32 años, pero escala desde los 14. Su vínculo con la montaña se remonta mucho más atrás ya que su padre es guía y solía inscribirlo en cada actividad que proponía el Club Andino Bariloche. En una ocasión, lo sedujo una salida de escalada al refugio Frey con un guía. «Cuando empecé a escalar, sentí un vértigo tremendo, pero al llegar a la cumbre, me enamoré. Al año siguiente empezamos a escalar con dos amigos por nuestra cuenta con un equipo rudimentario. Cometimos muchos errores, pero tuvimos mucha suerte y no nos pasó nada. Fue todo un aprendizaje», admite.

Al llegar a un sector para escalar, deben evaluarse las condiciones del hielo. Foto: gentileza

No bien terminaba la escuela secundaria, José se instalaba en una carpa con un amigo en la zona del refugio Frey para escalar las distintas «agujas». De pronto, descubrió algo nuevo: con solo 16 años, un guía lo invitó a explorar un glaciar en el cerro Tronador. Era la primera vez que la escalada sería en hielo y lo cierto es que un glaciar resultaba el lugar más sencillo para aprender.

«Es difícil porque requiere una condición muy particular. No tenés la posibilidad de escalar en hielo todos los días. Hay inviernos en que no se puede. Hay muchas cascadas que si bien se congelan, tienen riesgos de avalancha», comenta y describe: «Tiene que hacer un frío tremendo y sostenido en el tiempo, pero a la vez, debe haber algo de sol para que haya derretimiento. Pese al frío extremo que tuvimos en Bariloche dos semanas atrás, no había tanto hielo al no haber agua».

Hoy José es profesor de escalada en roca y asegura que le atrae más esta práctica que la del hielo. «La técnica es la misma, la posición del cuerpo para trepar es igual, aunque la escalada en hielo es divertida porque tenés ‘pinches’ por todos lados como crampones y piquetas. Si respetas el patrón técnico a la perfección te va mejor. En roca hay se juega más con la creatividad», asegura.

José tiene 32 años. Foto: gentileza

Una cascada que José suele escalar está ubicada cerca del camping Baqueanos, en el sector del Lago Gutiérrez. Se conforman otras en Villa Llanquín y en la entrada del Challhuaco, al sur de Bariloche. «Se suele formar hielo en ese sector. A veces, se hace más grande, más chico, es más seguro o inseguro. Si se ve el hielo derritiéndose, la escalada será insegura; si tiene una masa grande de hielo va a tardar en colapsar«, describe.

Pero no siempre es posible. Los deportistas acuden al sector equipados con crampones, piquetas, cuerdas, mosquetones, tornillos de hielo, casco y estacas de nieve, y evalúan en detalle las condiciones del lugar. “Si ves que corre mucha agua o la capa de hielo es muy finita, sabés que no da. En Chile hay varias cascadas interesantes, igual que en Mendoza. Pero acá los invierno son raros”, dice.

El interés en escalar en hielo radica en que se trata de una actividad que no se logra con frecuencia. Pero a la vez los paisajes cambian drásticamente. “De pronto, estás colgado en un moco de hielo. Es como muy escénico. Ves las montañas alrededor, todo nevado. Y es todo un desafío psicológico porque confiás menos. La roca es más sólida; en el hielo pensás todo dos veces”, comenta.

José asegura que no todos los inviernos se logra escalar en hielo. Foto: gentileza

La escalada de hielo, considera, genera un entrenamiento práctico para la montaña en cualquier momento. “Si uno va al Chaltén o al Himalaya, puede encontrarse con tramos de escalada en hielo o roca. Está todo mezclado. En muchas ocasiones, la escalada es mixta”, afirma.

José nunca sufrió un accidente grave al practicar la actividad. Nunca se quebró. Pero recuerda una caída “con suerte” de casi 200 metros en el cerro Torre, ubicado en el borde oriental del campo de hielo Patagónico Sur. “Muchas veces, en las paredes con nieve se forma como una escarcha. Se llaman hongos de nieve y son inestables. Esa vez, le erramos a una línea y se me fueron las cuatro extremidades al mismo tiempo. Me aguantó uno de los seguros, podría haber terminado en un accidente”, puntualiza.

“¿Qué se disfruta más: el proceso de escalada o el llegar?”, se le consultó. “Llegar, sin dudas, es un momento especial. A veces, escalando tenés miedo y solo esperás llegar. Otras veces es más relajado y se disfruta mucho más el durante”, advierte.

José escaló en hielo por primera vez cuando tenía 16 en un glaciar del cerro Tronador. Foto: gentileza

Después de algunos años, los escaladores aprenden a controlar el miedo aunque nunca se va del todo. “La escalada en hielo tiene eso: al no hacerla tanto, no hay tanta práctica. No estoy en mi zona de confort. Me genera emoción y a la vez, uno busca la manera de gestionar ese miedo. Hay maneras de que sea seguro. Buscarlas es el desafío”, concluye.

Previsión ante todo

Alexis Rojas Tapia es escalador en roca y hielo y guía local del Cajón del Maipo, un cañón andino ubicado en la zona suroriental de la Región Metropolitana de Chile. Sus comienzos fueron en unas cascadas cerca del embalse. Poco a poco fue conociendo más y más rincones.

La escalada en hielo es mucho más dinámica porque la apariencia de una cascada varía por completo de un año a otro, dependiendo de las condiciones de hielo y las temperaturas. Puede estar más gorda o delgada”, asegura este escalador chileno de 33 años que ha incursionado en lugares que no estaban explorados, como la cascada del Gran Salto del río Olivares en el Cajón del Maipo, de 200 metros de altura. “Para llegar ahí, demoramos dos días y medio. Nos enteramos de este lugar por una investigador de los glaciares que había sobrevolado el terreno en helicóptero y vimos una foto de la cascada que no dejamos pasar”, cuenta.

Alexis Rojas abriendo cascada. Foto: gentileza James

La escalada, reconoce, “tiene un rango de peligro”, por eso es importante una buena planificación, evaluando las condiciones del clima antes, el día de la actividad e incluso después -«porque una tormenta podría adelantarse y complicar las cosas»-. Puso como ejemplo las montañas de El Chaltén, en Santa Cruz, “un paraíso de escalada”, donde “hay montañas super empinadas, rodeadas de glaciares con un clima muy hostil. Requiere escalar muy rápido porque el clima es muy salvaje. En Chile es más estable”.

También debe evaluarse la ruta que uno pretende escalar. “Se trata de acceder a toda la información disponible en libros, internet o entre amigos para conocer el equipamiento necesario y el conocimiento técnico y físico para aventurase a una cascada. Debo tener la suficiente cantidad de tornillos de hielo en función de la dificultad. Si uno llega a tener una caída, ese anclaje será el que te frene en algún momento”, define.

Escalada en la cascada del cerro El Tronco. Foto: Alexis Rojas

El chileno plantea que se requiere una “lectura del hielo”: “Las paredes convexas, por ejemplo, tienden a romperse más que las cóncavas por la tensión que se produce en el hielo. Entonces, cuando le pegás a una pared convexa lo más posible es que el hielo se rompa de forma circular”.

El invierno pasado Alexis hizo una ascensión en el cerro Tronco en el río Valle Olivares “por una cara que no había sido escalada antes”. “El hielo era muy duro provenía de un glaciar que estaba arriba. Estábamos a 4.800 metros y tuve un momento de tensión porque cuando la cascada tiene harta dificultad y es clave colocar los tornillos en un buen hielo. Si uno coloca el tornillo y sale hielo, significa que está sólido. Si, en cambio, sale aire y no hielo, ese anclaje no es del todo confiable porque quiere decir que el hielo es delgado”, describe.

Alexis abriendo cascada en Marmolejo. Foto: gentileza Nicolás Gutiérrez

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