La familia Colapinto y un abrazo solidario hacia los bahienses que buscan recuperarse del trágico temporal

El padre de Franco es oriundo de Bahía Blanca y este fin de semana condujo un camión repleto de donaciones para los inundados, en una iniciativa donde también estuvo involucrado el piloto de Fórmula 1.

A diez días de la trágica inundación que sufrió Bahía Blanca, la ciudad poco a poco va despertando de la pesadilla. La gente, que en muchos casos lo perdió todo, busca fuerzas para comenzar de nuevo donde las cruzadas solidarias gestadas a lo largo del país ayudan a esa reconstrucción.

Una de las tantas muestras de fraternidad la brindó Aníbal Colapinto, quien junto a su hijo Franco y allegados, organizaron una colecta que terminó este fin de semana con el arribo de mercadería en un camión conducido por el propio padre del piloto de Fórmula 1.


“La iniciativa nació con un grupo de amigos en San Andrés de Giles, donde yo resido. También con Franco, que ya había comprometido la ayuda a través de sus redes”, le cuenta a Diario Río Negro Aníbal, quien es oriundo de Bahía Blanca. “De a poco nos fuimos juntando, hubo uno que dijo que ponía el camión con el semirremolque, otro que compraba colchones, otro aportaba el combustible, comenzó a llegar lavandina, agua, pañales… Empezaron las donaciones y cuando creíamos que para llenar ese semi enorme íbamos a tardar cinco días, en tres estaba completo”.

El camión con ayuda para los damnificados llegó a Bahía el sábado por la noche.

Desde Australia, sede de la primera prueba en el comienzo de la temporada, Franco Colapinto ya había expresado su apoyo hacia las víctimas del temporal. “Mi hijo se lamentó por no estar personalmente en Bahía para acompañarnos con esto porque viajaba para la sede de la carrera. Pidió ayuda a través de sus redes, también hizo un aporte monetario, lo mismo que personas allegadas a nosotros como los mánagers. Además, cuando él publica algo en las redes, como este pedido de ayuda, los seguidores también se solidarizan y apoyan a esta gente que la está pasando tan mal”

Al mismo tiempo que comenzaba la carrera en Australia cerca de la 1:00 en la madrugada del domingo (hora argentina), Aníbal y la gente que lo acompañaba, terminaba de descargar el camión en la sede del Club Liniers. “Vi solo la largada, después me pegué un baño y me acosté . Estaba muerto…”, admite Aníbal, a quien lo ligan varios aspectos personales con Bahía Blanca y particularmente con el club Liniers, quien se está encargando junto a la Municipalidad de distribuir la donación.

Aníbal hizo visible en sus redes su llegada a Bahía con el camión.

“El estadio del club Liniers lleva el nombre de mi abuelo materno, Dr. Alejandro Pérez, que fue uno de los fundadores de ese club y que donó terrenos donde hoy se levantan las instalaciones. Hay gente maravillosa ahí, con quien siempre estoy en contacto”. La sede de la entidad está sobre la Avenida Alem, pegada al Complejo de la Universidad Nacional del Sur, y a 200 metros del arroyo Napostá que colapsó por completo el pasado 7 de marzo, día de la gran inundación. Fue una de las zonas céntricas más afectadas de la ciudad.

Aníbal, que perdió a su padre hace cuatro meses cuando Franco disputaba el Gran Premio de Brasil el año pasado, tiene a su madre y a sus hermanos viviendo en Bahía, donde permaneció hasta los 15 años. “Conozco muchísima gente grande que es nacida acá y jamás vivió una situación como esta. Si bien la causal de la inundación se le puede adjudicar a un problema de infraestructura, en cuatro horas llovió lo que cae en todo un año”, agregó el padre del piloto reserva del equipo Alpine de F1.


Anibal Colapinto, su vida en Bahía Blanca y un pasado universitario en General Roca


Cuando Aníbal Colapinto hace un repaso de su vida desde que se fue de Bahía, sorpresivamente aparece General Roca en su pasado estudiantil. “En la Facultad de Derecho de la Universidad del Comahue hice el examen de ingreso de abogacía. Lo aprobé, pero me tuve que volver a Bahía por trabajo. Poco después me fui a Buenos Aires. Me quedaron buenos recuerdos de Roca y también algunos amigos”.

Como tantos otros llegados de todo el país, el camión de los Colapinto se unió al abrazo solidario sobre Bahía Blanca, que todavía respira dolor mientras las aguas bajan dejando al desnudo la tierra arrasada por la inundación.
El pulso en la ciudad se recupera lentamente, la población todavía está en shock y el estado de ánimo de las personas varía según se evalúan los daños, no sólo materiales. “Hay algunos que han perdido absolutamente todo. Vi gente totalmente devastada, también vi gente con optimismo y otra que no la pasó tan mal y que se solidariza, tratando de ayudar y dar una mano”.

El camión se descargó en la sede del club Liniers, de Bahía Blanca.

Una de las imágenes que más impactaron de la gran inundación fueron las del Hospital Penna, donde se veía por caso la sala de neonatología inundada, con las enfermeras tratando de dar resguardo a los recién nacidos. Franco Colapinto ya había pedido ayuda para el centro de salud y este domingo su padre pudo cristalizarla.

Con el agua hasta las rodillas, las enfermeras del Hospital Penna cuidando a los recién nacidos.

“Le dijimos al director del hospital, Jorge Moyano, que es un crack, que nos poníamos a su disposición. Hay que sacarse el sombrero con las enfermeras y los especialistas, lo que hicieron en la sala de terapia intensiva, en la neo y en todo el hospital, que fue tan castigado, fue maravilloso. Los pañales que juntamos en la colecta, fueron a parar ahí. Todos quedamos muy contentos por lo que pudimos hacer, fue el granito de arena que pudimos aportar”.


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