¿Lagunas en el Parque Central de Neuquén? ¡Sí!
En las primeras décadas de capitalidad de la ciudad de Neuquén el sector que hoy es un disfrute cotidiano, era difícil de atravesar. Rodear y cruzar los espejos de agua era un desafío diario.
En las primeras décadas de Neuquén el sector que hoy es un disfrute cotidiano, era difícil de atravesar. Rodear y cruzar los espejos de agua era un desafío diario. Foto: archivo.
Hoy, cruzar el Parque Central de la ciudad de Neuquén es cuestión de minutos y apreciando un paisaje arbolado y de senderos serpenteantes. Lo tienen todo para la seguridad de los peatones. Pero no siempre fue así. En las primeras décadas de capitalidad de lo que antes de 1904 era el paraje Confluencia, la cosa no era tan sencilla. Esos casi 200 metros eran un páramo, repleto de desierto, viento intenso y arenales.
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En esos tiempos los vecinos de la ciudad debían trasladarse de norte a sur para realizar sus compras diarias porque en lo que se denominó El Bajo, cruzando las vías del ferrocarril, se instaló el centro comercial. El Alto, en el norte, era sede administrativa.
Lo cierto es que más allá de batallar con el infinito descampado, también tenían que lidiar a diario con las tranqueras que Ferrocarriles del Sud, de propiedad de capitales ingleses, que impedían el cruce de las vías fuera de un horario que habían establecido. La más famosa fue la ubicada en avenida Argentina y San Martín, pero hubo otras en Sarmiento y San Luis, por ejemplo.
Pero el mayor escollo eran algunas lagunas permanentes que existían en lo que hoy es el Parque Central de la capital. No eran muy grandes, pero obligaban a transitar varias cuadras de más para evitarlas y llegar hasta los comercios de ropa, enseres domésticos, alimentos y si se tenía ganas asistir a la cancha de pelota paleta que allí existía.
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