Papa Francisco: la historia detrás de la foto viral de Bergoglio en el subte de Buenos Aires
Este 21 de abril murió el sumo pontífice. Una foto de él 17 años atrás, cuando era el arzobispo Jorge Bergoglio, se volvió viral y el fotógrafo contó el detrás de escena.
Este 21 de abril murió el papa Francisco. El primer papa latinoamericano cuya asunción marcó un antes y un después en la historia de la iglesia católica. Oriundo de Buenos Aires, se caracterizó por llevar una vida austera en la que pregonó por los pobres y la justicia social. Durante este 2025 una enfermedad lo debilitó y fue en ese momento en el que se viralizó una imagen de él 17 años atrás en el subte de la capital argentina. Hoy, el fotógrafo que la capturó, Pablo Leguizamón, cuenta su historia.
Era 2008 cuando Pablo tenía 28 años. No vivía como ahora en Viedma. Su vida transcurría en Buenos Aires donde trabajaba como fotógrafo freelance y estudiaba en la Asociación de Reporteros Gráficos. «Venía de la fotografía artística y recién estaba entendiendo de que venía la cosa periodística«, dice.
Esa tarde de junio fue «a la pesca», como dice él. Se acercó a la Plaza Miserere, donde el entonces arzobispo Jorge Bergoglio encabezaba la celebración del Corpus Christi. “En ese momento, su discurso, su presencia, tenía un contenido político fuerte”, recuerda.
En ese lugar no era el único fotógrafo. “Estaban todos los medios», señala. Por esto, asegura que las imágenes que capturó en esa plaza «las tiene todo el mundo». Lo diferente no ocurrió en la ceremonia. Vino después.
Cuando terminó el acto, Bergoglio bajó del escenario. Pablo lo siguió con la mirada. Esperaba que el arzobispo se subiera a un auto oficial, escoltado por guardaespaldas y sin mirar a la gente. Pero no. El cardenal hizo un par de cuadras y rápidamente despertó el interés en el fotógrafo.
Después de unos minutos, algo lo sorprendió. «Se metió en la boca del subte y eso me llamó la atención», menciona.
Sin dudarlo lo siguió. Corrió. Saltó los molinetes. Se trabó con la mochila. “Era todo un tema propio de estas notas de calle tipo movilero, todo era caótico”, explica. Algunos colegas lo siguieron también.
Algo lo habia empujado a seguirlo. “Lo corrí por una cuestión instintiva. Había algo que me llamaba a hacer las imágenes, porque no era común ver un tipo de esas características metido dentro de un subte”.
Bergoglio tomó la línea A. Era el subte más viejo, con asientos de madera que hacían del viaje una experiencia entre lo nostálgico y lo inusual. “Tenía esa característica que de repente entre estaciones se cortaba la luz y después volvía. Una cosa media entre terrorífica y viaje en el tiempo”, describe.
En ese contexto, con escasa luz y una cámara que no era la mejor, Pablo se paró frente a Bergoglio. Lo miró y sin pensar mucho presionó el obturador. Lo hizo como pudo. Con las limitaciones técnicas del equipo… y las suyas propias. “No estaba bien formado todavía”, reconoció. «Y la cámara tampoco era la mejor».
Sacó varias fotos. Algunas salieron corridas, saturadas o con problemas de ruido. En otras, Bergoglio mira a su acompañante o para arriba. Sin embargo, la que quedó parece una obra de arte y se volvió icónica.
Se lo ve a Bergoglio, sentado como un pasajero más, con un tapado abierto y la mano apoyada sobre el pecho y la mirada elevada. Pareciera que se toca el corazón. “Tiene una leve sonrisa para arriba«, cuenta Pablo, que para él tiene múltiples interpretaciones que no revelará.
El ángulo le da un aire casi épico. “Ese ángulo le da como importancia. Es un ángulo de la fotografía que logra que la imagen de una persona tenga un carácter así, épico. Medio napoleónico”, describe.
Pablo pensó que alguien lo iba a parar o impediría que le tome una foto al arzobispo de Buenos Aires. Sin embargo, nadie reaccionó. Nadie le pedía una foto, ni siquiera lo reconocían. De hecho en la foto nadie lo está mirando. «Era cero rockstar”, resume el fotógrafo. “El tipo mantenía esa vida austera, cercana a la gente”, dice. Y eso, fue exactamente lo que retrató esa imagen.
En su momento, Pablo la ofreció a los medios. Pero no la quisieron. “Importaba más la imagen en la plaza”, le dijeron. Y la guardó. No pensó más en ella… hasta cinco años después.
En 2013, Jorge Bergoglio fue elegido Papa. Entonces, un amigo lo llamó. “Che, vos tenías una imagen… ¿por qué no tratás de moverla?”. Pablo estaba pasando un mal momento económico. “No tenía ni para pagar el alquiler, ni para comer al mediodía”, confiesa. También estaba desilusionado con la profesión. Pero decidió intentarlo. Y la imagen se volvió noticia.
Se publicó en The New York Times, en La Nación, en El País, y en un especial de National Geographic donde fue la única imagen latinoamericana incluida. “La terminé vendiendo a una agencia internacional de las más conocidas”, cuenta.
La foto empezó a circular por el mundo. Y volvió a hacerlo una y otra vez con cada nuevo capítulo en la historia de Francisco. “Ahora, de vuelta, lamentablemente por su muerte, vuelve a tener trascendencia”, relata.
Para Pablo, el valor de la imagen no pasaba solo por el personaje. Pasaba por la historia que contaba y lo que demostraba. Para él, estas fotos sirven como documento. «Si en el futuro se cuestiona que él no era tan así, que no viajaba en subte y más… entonces la foto funciona para demostrar que sí, que se dio la situación, que no fue construida”.
Pablo destaca que con sus 28 años vividos y «poca experiencia», su instinto periodístico le golpeó la puerta y le dijo: «Fijate que ahí hay una historia para contar». Y ahí estaba su propósito. En registrar lo real.

“Mi idea siempre fue que la profesión sirva para contar. Que la manera en que veo el mundo sirva para algo”, expresa. La imagen sobrevivió a todos estos años. No fue moda, no fue viralización. Hoy son miles las imágenes como estas que sirven para «sostener la memoria de un pueblo, la identidad y para que el relato hable».
Como dice Pablo, el fotógrafo que capturó una de las fotografías más icónicas del papa Francisco: «Tenemos que seguir apuntando a este tipo de contenidos que tengan una historia detrás y que sirvan para sostenerse en el tiempo».
De qué murió el papa Francisco
Durante la madrugada de este lunes, el papa Francisco (88) murió y la noticia, comunicada por las autoridades del Vaticano a las 7:35 hora de Roma, conmovió al mundo. Si bien el santo padre argentino había presentado un grave cuadro de salud durante febrero último, había logrado superar los escollos e incluso ya había aparecido en público días atrás.
Sin embargo, las veces que se vio en público al papa Francisco se puso en duda su condición de salud, ya que se lo veía notablemente desmejorado. La última imagen del sumo pontífice fue este domingo de Pascua, donde se presentó en medio de las celebraciones de la Iglesia Católica para saludar a los fieles de Cristo.
Kevin Farrell, cardenal estadounidense, fue el encargado de anunciar este lunes por la mañana la muerte del papa Francisco, quien se encontraba recuperándose tras haber permanecido internado por largo tiempo por cuestiones respiratorias.
Autoridades del Vaticano informaron que, a pesar de vérselo públicamente, los días del papa Francisco estuvieron marcados por el progresivo deterioro de su salud, con episodios de insuficiencia respiratoria aguda en las últimas horas.
La Nación indica que la Santa Sede detalló que «esos episodios fueron provocados por una importante acumulación de mucosidad endobronquial«, lo que impactó duramente en la salud del papa Francisco. Si bien no se ratificó que este sea el motivo principal, se estima que la desmejoría de los últimos meses fue la razón de la muerte del santo padre.
El cuadro respiratorio del papa Francisco se agravó desde su internación el pasado 14 de febrero, cuando el santo padre argentino fue hospitalizado con una neumonía bilateral que derivó en crisis respiratorias, insuficiencia renal y una infección polimicrobiana. Durante ese tiempo, su salud tuvo que ser reforzada con transfusiones de sangre por anemia y asistencia respiratoria con oxígeno.
Este 21 de abril murió el papa Francisco. El primer papa latinoamericano cuya asunción marcó un antes y un después en la historia de la iglesia católica. Oriundo de Buenos Aires, se caracterizó por llevar una vida austera en la que pregonó por los pobres y la justicia social. Durante este 2025 una enfermedad lo debilitó y fue en ese momento en el que se viralizó una imagen de él 17 años atrás en el subte de la capital argentina. Hoy, el fotógrafo que la capturó, Pablo Leguizamón, cuenta su historia.
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