Rescató a los sobrevivientes del crucero General Belgrano en la Guerra de Malvinas y hoy cuenta su historia

Marcelo André era capitán de corbeta en el Bahía Paraíso y su embarcación acudió a la zona para rescatar a los marinos que habían quedado a la deriva. Hoy vive en Mainqué y relató cómo fue el operativo.

Cuando el teniente de corbeta Marcelo André se enteró del hundimiento del crucero General Belgrano, se encontraba en el buque Hospital ARA “Bahía Paraíso” a miles de kilómetros a la altura de Puerto de Deseado. El Capitán de la nave, Ismael García, sin esperar directivas, ordenó a sus marinos dirigirse a máxima velocidad al rescate de los camaradas que habían sido atacados por el Reino Unido de Gran Bretaña a pesar de que se encontraban fuera del área de exclusión de la Guerra de Malvinas.

“Nos enteramos por un mensaje naval que llegó por radio. Estaba entregando la guardia en el puente”, recordó el veterano Marcelo que nació y se crió en Mainqué.

El 2 de mayo de 1982 a las 16.02 el primer torpedo del submarino nuclear HMS “Conqueror” impactó en la sala de máquinas del Belgrano; el segundo le destruyó la proa y el buque comenzó a irse a pique. A las 16:23, el comandante dio la más triste y dolorosa orden de abandonar el buque.

André en la presentación de la maqueta del Belgrano en Roca. Foto Juan Thomes

André contó que el operativo de búsqueda comenzó horas más tarde, por medio de la aeronave Neptune 2P112 que despegó de la Base Aeronaval de Río Grande a las 22:30 al mando del capitán Ernesto Proni Leston. El piloto estuvo volando más de 9 horas pero no pudo divisar a las balsas del Belgrano.

En su regreso se cruzó con el Neptune 2P111, al mando del capitán Julio Pérez Roca que continuó con la búsqueda. Pasadas las horas solo le quedaba combustible para regresar a la base.
Sin embargo el comandante decidió continuar con el rastrillaje y realizar una última pasada.
“A las 13:20 del 3 de mayo avistó las primeras balsas a las que el temporal había hecho derivar unos 84 kilómetros al sudeste del punto del hundimiento. Y casi podría decirse que logró arribar a la base solo con el olor del combustible”, contó con detalle André.

Mientras tanto los destructores ARA “Piedrabuena” y ARA “Bouchard”, que patrullaban el área, más el ARA “Gurruchaga” y el buque polar convertido a hospital ARA “Bahía Paraíso”, que contaba con un helicóptero, se sumaron al operativo.

El pabellón de guerra del Bahía Paraíso fue condecorado.

El veterano de Mainqué explicó que a los destructores se le dificultaba particularmente la maniobra de rescate por las características de su sistema de propulsión que empleaba turbinas de vapor. Por esto debieron suplir con imaginación la forma de aproximarse a las balsas y subir a bordo a los náufragos.

El Gurruchaga, un remolcador de mar, al ser de propulsión diesel-eléctrica disponía de mayor facilidad para encarar esta tarea. Además por sus características constructivas tenía una borda más baja y era más sencilla la recuperación de los marinos.

El teniente André tenía 24 años cuando participó del rescate de sus compañeros del Belgrano. En ese momento era ayudante del jefe de cubierta en el ARA “Bahía Paraíso”. Su labor estaba justamente en la cubierta, en las maniobras para recuperar las balsas. Entre sus tareas estaba la maniobra de amarres, los movimientos de carga, “todo lo que era la operativa del buque».

«En esos momentos estábamos abocados al rescate de los tripulantes de las balsas”, recordó.

El buque en el cual prestaba servicio estaba más alejado del hundimiento y arribó a la zona la madrugada del 4 de mayo.

La maqueta del crucero Belgrano se está exponiendo en el Museo Vintter de Roca. Foto Juan Thomes

Horas antes ya habían llegado el destructor Piedrabuena que había tenido el primer contacto con los náufragos y comenzado el rescate, al igual que el Gurruchaga y el Bouchard.
El Bahía Paraíso se sumó a las tareas y realizó el salvamento de su primera balsa
con 17 hombres a las 10, minutos más tarde el segundo bote con 11 marinos y el tercero con 23. Ese día se recuperaron en total 69 sobrevivientes y 7 cuerpos. Algunos camaradas habían sobrevivido al ataque de los torpedos pero fueron víctimas de la hipotermia por las bajas temperaturas de ese día.

El buque siguió en la búsqueda con el apoyo de aviones Lockheed Electra de la Armada hasta el 9 de mayo cuando ya no se hallaron más balsas a flote. Exploraron hasta 205 kilómetros al este y 240 kilómetros al sur del hundimiento. Finalmente la embarcación se dirigió a Ushuaia para desembarcar a los sobrevivientes y los fallecidos.
André contó que el pabellón de guerra del Bahía Paraíso recibió la condecoración “Operaciones en Combate”.

Para el veterano de Mainqué el hundimiento del Belgrano fue un hecho de guerra que estaba dentro los riesgos del conflicto. Tres amigos suyos murieron ese día y otros colegas con los cuales había servido.

Aunque el dolor está presente André destacó que el rescate de los náufragos del crucero Belgrano “probablemente haya sido el más exitoso en combate en la historia naval. De una tripulación de 1093 personas se salvaron a 770 marinos”.

«Los protagonistas de ese rescate fueron todos los tripulantes de Bahía Paraíso. Un buque es una «construcción colectiva» nada se puede hacer sin la suma de cada una de las partes que componen su dotación de personal», concluyó.

Contó que el 8 de diciembre de 1914 al comienzo de la Primera Guerra Mundial, las Islas Malvinas también fueron el escenario de otra batalla y de un total de 2088 marinos alemanes atacados por el Reino Unido, solamente fueron rescatados 217 y sobrevivieron 215, un 10,3 %. Mientras que el operativo argentino logró salvar a más del 70% de la tripulación.
“Esto demuestra que la preparación, la disciplina, el entrenamiento y el adiestramiento salva vidas”, sostuvo orgulloso.


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