¿Un paisaje ‘lunar’ en Las Grutas? Así es Terraza al Mar, un balneario distinto

Entre acantilados bajos y redondeados, de un gris que recuerda los cráteres lunares, esta playa invita al descanso. Para no perdérsela

Si uno cierra los ojos y agiganta la imaginación, puede proyectarse muy lejos, como si en un parpadeo nos hubieran teletransportado a la luna, y entre cráteres y suaves ondulaciones el agua se contorneara a nuestro alrededor.

Pero, aunque por momentos lo parezca, no es un paisaje lunar. El lugar que tiene esos acantilados grisáceos, con declives que desembocan en la arena, está en Las Grutas. En el balneario Terraza al Mar, ubicado sobre el acceso norte del destino.

Calma al borde del agua, para gozar a pleno. Fotos: Luciano Cutrera.

Allí esta playa, tranquila y especial, invita a relajarse entre rocas, arena fina y un mar que al llegar a la costa invade todo con su frescura.

Aquí no hay paradores, por eso la calma es mayor. Uno puede conectarse con la naturaleza y sentir el sonido del mar, que por momentos se agiganta al romper en la orilla o se vuelve murmullo al alejarse de la costa.

Rocas, mar, suaves acantilados…Así es Terraza al Mar. Fotos: Luciano Cutrera.

También es uno de los lugares que brinda dos postales bien marcadas. Durante la pleamar el agua lo cubre todo y, en plena bajamar, se descubre por completo la restinga, esa superficie rocosa que obra de lecho marino. Entre ese suelo y los acantilados quedan pozones para chapotear, que son la maravilla para los más chicos.

Es que allí abunda la vida. Algas, esponjas, algún cangrejo o un pulpo pueden asomar, para el asombro de los ‘peques’ de la familia, que podrán pasarse largos ratos explorando el entorno.

Esa generosidad de la playa también la agradecen los pescadores, que suelen tirar la caña en busca de algún pique de pejerreyes, peces gallos y sargos. Durante el invierno, incluso, se dan róbalos.

Un balneario familiar y distinto. Fotos: Luciano Cutrera.

Un dato para destacar es que existe una pequeña pileta labrada en la restinga, que garantiza que, cuándo el agua se retira en bajamar, se pueda seguir disfrutando de ella. Es de poca profundidad, así que los chicos pueden chapotear a gusto.

Un espacio distinto para agendar, y vivir una tarde diferente, alejados del trajín de las bajadas céntricas.

Para llegar hay que ingresar por el acceso norte. Poco después de la terminal de micros, pero en dirección al mar, un camino conduce hacia el ingreso a la bajada.

Los que quieran, además, pueden aprovechar la cercanía con otra playa, que es La Rinconada. En ella sí, de 11’ de la mañana a 1 de la madrugada funciona un parador que cuenta con servicios y posee un surtido de bebidas y comestibles a la venta.

También tiene un restaurante, que ofrece desde desayunos y meriendas hasta ricas comidas que priorizan la pesca del día.

En ese restó el salmón blanco con guarnición sale $6800, el mero (con acompañamiento a elección) $5500, el lenguado con ensalada, papas u otras opciones $5900, el abadejo $7900, el pejerrey $3500 y la merluza está $4900. Para los que prefieren el pollo, a la plancha con guarnición sale $4500, una hamburguesa se cotiza $3900, una ensalada mixta $3500 y un tostado $3000.

Ideal para compartir un almuerzo o una cena sin despegarse del agua.


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