Tora, el infierno al que va el expresidente

EL CAIRO- El expresidente egipcio Hosni Mubarak recibió ayer en la prisión de Tora, al sur de El Cairo, su uniforme de presidiario, un día después de ser condenado a cadena perpetua. Mubarak afronta el resto de su vida en Tora, un complejo de cárceles que durante su dictadura albergó a una nutrida legión de opositores y fue templo de la tortura. “El complejo tiene cinco cárceles”, explicó el islamista Tarek el Zomor en una entrevista con “El Mundo”. El Zomor, miembro de la exorganización terrorista Al Gama al Islamiya, pasó parte de sus 30 años de cárcel en Tora por su participación en el asesinato del expresidente Anuar el Sadat durante un desfile militar en 1981. La joya de la corona es La Granja de Tora, un edificio de “cinco estrellas” que se ha convertido en el hogar de viejos colaboradores de Mubarak como el ex primer ministro Ahmed Nazif, el exjefe del gabinete presidencial Zakaria Azmi o el extitular de Interior Habib el Adli. Los hijos del autócrata, Alaa y Gamal, se alojan también en esta prisión y aunque fueron absueltos el sábado de los cargos de corrupción aguardarán allí un nuevo proceso judicial por especular con acciones de una entidad bancaria. Por caprichos del destino, Mubarak ha ido a parar a “una de las prisiones más conocidas del país donde la tortura es una realidad cotidiana”, sostiene el cineasta Ayman Moktar. Y lo afirma con conocimiento de causa: Moktar estrenará pronto la película “Carta a Obama”, que reconstruye el calvario del político liberal Ayman Nur durante sus cuatro años en Tora. El gran delito de Nur fue disputarle la presidencia a Mubarak en el simulacro electoral de 2005. Tras cosechar un heroico siete por ciento de los votos, el régimen le envió al infierno de la prisión. El filme relata el disfrute sádico de su carcelero sometiéndole al terror psicológico o la violencia física y negándole incluso la medicación diaria para tratar la diabetes. Las torturas aún habitan las paredes de Tora. El pasado octubre Essam Atta, un joven de 24 años, fue presuntamente sodomizado con tuberías de agua hasta la muerte. Y las ‘celdas de castigo’, cubículos sin muebles ni camas, son todavía la pesadilla de los reos menos afortunados que viven hacinados en los edificios más cochambrosos. (“El Mundo”/AFP)


EL CAIRO- El expresidente egipcio Hosni Mubarak recibió ayer en la prisión de Tora, al sur de El Cairo, su uniforme de presidiario, un día después de ser condenado a cadena perpetua. Mubarak afronta el resto de su vida en Tora, un complejo de cárceles que durante su dictadura albergó a una nutrida legión de opositores y fue templo de la tortura. “El complejo tiene cinco cárceles”, explicó el islamista Tarek el Zomor en una entrevista con “El Mundo”. El Zomor, miembro de la exorganización terrorista Al Gama al Islamiya, pasó parte de sus 30 años de cárcel en Tora por su participación en el asesinato del expresidente Anuar el Sadat durante un desfile militar en 1981. La joya de la corona es La Granja de Tora, un edificio de “cinco estrellas” que se ha convertido en el hogar de viejos colaboradores de Mubarak como el ex primer ministro Ahmed Nazif, el exjefe del gabinete presidencial Zakaria Azmi o el extitular de Interior Habib el Adli. Los hijos del autócrata, Alaa y Gamal, se alojan también en esta prisión y aunque fueron absueltos el sábado de los cargos de corrupción aguardarán allí un nuevo proceso judicial por especular con acciones de una entidad bancaria. Por caprichos del destino, Mubarak ha ido a parar a “una de las prisiones más conocidas del país donde la tortura es una realidad cotidiana”, sostiene el cineasta Ayman Moktar. Y lo afirma con conocimiento de causa: Moktar estrenará pronto la película “Carta a Obama”, que reconstruye el calvario del político liberal Ayman Nur durante sus cuatro años en Tora. El gran delito de Nur fue disputarle la presidencia a Mubarak en el simulacro electoral de 2005. Tras cosechar un heroico siete por ciento de los votos, el régimen le envió al infierno de la prisión. El filme relata el disfrute sádico de su carcelero sometiéndole al terror psicológico o la violencia física y negándole incluso la medicación diaria para tratar la diabetes. Las torturas aún habitan las paredes de Tora. El pasado octubre Essam Atta, un joven de 24 años, fue presuntamente sodomizado con tuberías de agua hasta la muerte. Y las ‘celdas de castigo’, cubículos sin muebles ni camas, son todavía la pesadilla de los reos menos afortunados que viven hacinados en los edificios más cochambrosos. (“El Mundo”/AFP)

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