Un día en la terapia intensiva de Roca y un «plan de contingencia» difícil de cumplir

"El colapso y la falta de camas ya está presente", asegura la jefa de Terapia Intensiva del hospital de Roca, Cristina Orlandi. Un crudo panorama en una de las ciudades que más víctimas fatales dejó el coronavirus: 46.

“Hemos visto morir a muchas personas, hemos acompañado en el sufrimiento a muchas familias y eso tiene un costo emocional, pero no tener para darle una cama a un paciente que necesita es un distrés moral enorme”.

La angustia y el cansancio brotó de las palabras de la jefa de Terapia Intensiva del Hospital Francisco López Lima de Roca, Cristina Orlandi, testigo diario de muertes por coronavirus en la Unidad de cuidados críticos.

En medio de una curva de contagios que no baja y con más de 46 muertes en la ciudad por covid-19; estos días el foco está puesto en ese servicio, donde se batalla para salvar a pacientes del Alto Valle que evolucionan de manera crítica ante la enfermedad.

Al cumplirse 172 días de aislamiento social, es viable visualizar cómo llegó hasta acá el sistema sanitario. Las declaraciones que esperaríamos no haber escuchado fueron pronunciadas: “La expansión del sistema de salud ha llegado al límite”, dijo el 2 de septiembre la secretaria de Acceso a la Salud de Nación, Carla Vizzotti.

“El colapso y la falta de camas ya está presente”, apuntó Cristina Orlandi sobre la situación actual del servicio roquense, en el hospital cabecera. Durante varios días el nivel de ocupación llegó al 100% en Roca y tuvieron que rechazar varios pedidos de derivación de otras localidades por falta de espacio. “En estos días es bastante problemático el ingreso a Terapia Intensiva”, aseguró.

En Allen y Fernandez Oro, se conocieron casos de pacientes que necesitaban cuidados intensivos y no pudieron ser derivados. En Roca, eso no sucedió hasta el momento, pero “ya están faltando las camas. Hay pacientes que en otras circunstancias estarían en terapia intensiva y hoy no pueden ingresar”, expresó. Lo que ha sucedido, en al menos un caso, es tener que darle a un paciente algo similar a cuidados críticos en una sala general. «Salvo que la curva de casos disminuya, esta situación de ahora en más ya está presente”, aseguró Orlandi.

Por otro lado, no hay que olvidar a los pacientes de otras patologías no covid o emergencias. “Normalmente son los usuarios de nuestras camas y hoy están postergados (…) Si ingresa una urgencia, un trauma vial por ejemplo, nosotros no podríamos darle respuesta. Tendríamos que darle los primeros auxilios en la guardia y si hace falta pasarlo al quirófano pero no tendríamos una cama para ofrecerle”, expresó. En ese caso, evaluarían un traslado a otra ciudad, pero la situación en la región cercana “es muy complicada, no habría donde llevarlo”, sostuvo.

Algo similar sucede en otras instituciones como el Sanatorio Juan XXIII, donde en las últimas horas se recibieron llamados pidiendo asistencia desde otras localidades por falta de camas y el pedido de solidaridad a la población para cortar la cadena de contagios, se hizo eco.

La realidad es que esta situación se precipitó en los últimos meses. Hasta mediados de julio había más tranquilidad. El primer impacto fue entre abril y mayo por el brote en Valle Medio y en junio empezaron los casos en Roca, pero la tarea estaba bajo control.

El servicio que atiende a los pacientes más críticos de covid-19 se debate entre la saturación y el colapso, con ocupación al 100%. Foto: Juan Thomes

“Habíamos tenido tiempo de organizarnos, capacitarnos, de protocolizar, nos habíamos entrenado en Equipos de Protección Personal y habíamos incluso empezado trabajos de investigación, pero a partir de julio empezaron los casos que nos llevaron a abrir otra unidad más y a no tener respiro. A trabajar como estamos ahora, sumamente cansados física y emocionalmente”, resumió Orlandi.

Para la profesional, “reaccionar” como sociedad es la única manera de parar los contagios y ayudar al personal de salud a sobrellevar los meses que les tocan por delante.

No hubo “triage”

“Si bien no se presentaron aun dilemas éticos para la asignación de camas, todos los días se vive la escasez del recurso frente a la gran cantidad de pacientes y se hacen todos los esfuerzos para ubicar a los pacientes en las instituciones de la región”, aseguró Orlandi, consultada sobre si tuvieron que aplicar el protocolo de triage.

“Para que haya un triage tiene que haber una cama libre y más de una persona para internar. Se dio la situación de saturación de camas, no se dio la situación de tener que elegir. No porque no hubiera candidatos, sino porque no había camas para asignar”, explicó Orlandi.

La única posibilidad es que la gente tome conciencia de que esto está ocurriendo, que tienen que preservar su salud y su vida, y que eviten cosas evitables como reuniones sociales”

Cristina Orlandi, jefa de Terapia Intensiva del hospital.

Falta de médicos y déficit estructural

El plan de contingencia elaborado por la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) en marzo de 2020, partía de la premisa de aumentar la capacidad instalada ante un desastre sanitario.

La expansión del sistema pasaba por tres grandes ejes: infraestructura y espacio físico; equipamiento y recurso humano, pero había que lograrlo partiendo de un “déficit estructural y de recursos humanos que viene de largas décadas”, caracterizó la jefa de terapia Cristina Orlandi.

Consultada sobre cómo se fue llevando adelante ese plan en Roca, explicó que expandieron de siete a 14 camas de Cuidados Críticos en el hospital y planificaron la apertura de la UTI no covid en Allen, que era el hospital más nuevo y con mayores condiciones estructurales para hacerlo.

“Entre lo que se abrió en Roca y en Allen, se triplicó casi la capacidad de TI de Roca, pasamos de siete a 20 camas. Era lo que teníamos planificado, lo máximo que podíamos sostener con el recurso humano que teníamos. Para abrir más se necesitan más médicos y eso hoy no lo tenemos”, sentenció.

Orlandi explicó que las limitaciones parten de dos factores: el recurso humano que es escaso en la zona y el país y las estructuras edilicias de los hospitales. El López Lima tiene su debilidad al ser un hospital “estructuralmente viejo”. Para expandir las camas de terapia intensiva al ritmo de la demanda, se necesitaría más personal y edificios con más instalaciones adaptadas.

“Una terapia no se puede expandir a cualquier lado”, expresó la médica, ya que tiene que ser en sectores que estén bajo el generador, que tengan suministro de gases medicinales, situación que acota las posibilidades. “La red instalada de aire comprimido y oxígeno es una red vieja y con poca capacidad de aumentar el flujo”, sostuvo y agregó que según un estudio de un bioingeniero, en el hospital Roca no se podrían sostener más de 20 respiradores. No obstante, explicó que hoy no se puede pensar en 20 camas, si no está el recurso humano necesario para inaugurarlas.

La «segunda línea»

Ante la falta de recurso calificado, el plan de contingencia preveía la incorporación de médicos de segunda línea que trabajen bajo supervisión de un intensivista. El plantel de enfermería se pudo reforzar, pero en el de médicos no hubo incorporaciones.

“Si un médico intensivista supervisa a otro médico no intensivista, podes extender la cantidad de camas (…) El problema es que no tenemos esa segunda línea”, planteó Orlandi. El recurso humano de intensivistas es difícil de conseguir en este momento, porque en el país son pocos hay muchas provincias que están entrando en situación de saturación que están pidiendo ayuda al Ministerio de Salud de Nación.

Equipamiento fue llegando a través del ministerio a lo largo de los meses, pero lo que no se pudo aumentar es el personal.

Entonces si bien hay un plan de contingencia, es muy difícil de cumplir y de aumentar la capacidad porque falta recurso humano”

Cristina Orlandi, Jefa Terapia Intensiva del hospital

Hasta ahora todos los médicos que había disponibles (de otras especialidades) fueron a cubrir la nueva UTI de Allen y sectores como Clínica Médica, donde están internados los pacientes moderados de covid y al Consultorio de Respiratorio; sectores clave que hoy también precisan refuerzos y no pueden resentirse. Sin sumarle a eso, la cantidad de contagios en personal de salud, que produce bajas constantes.

Por otro lado, “sostener (las UTI) no es solamente camas, respiradores y bombas, es una cantidad de insumos y medicación, hay que estar todo el tiempo aprovisionando a las camas instaladas. No solo no es fácil por el costo, sino porque hay faltantes en el país”, resumió.

“La situación es muy compleja por eso creemos que va a ser muy difícil aumentar más las camas, apenas podemos sostener lo que incrementamos hasta ahora”, dijo aunque aún no cesa la esperanza de que llegue alguna ayuda.

Seis egresados en 10 años: ¿por qué faltan intensivistas?

En Roca, hay alrededor de 15 médicos especialistas en cuidados intensivos y tres residentes actualmente. Los tres médicos en formación están en el hospital y, en este momento, están haciendo guardias a la par de los especialistas, para poder llegar a cubrir la demanda. Pero no solo médicos, también faltan kinesiólogos y enfermeros especializados.

El hospital López Lima cuenta con Residencias de Terapia, de la cual la propia Orlandi es coordinadora. Con lugar para dos médicos por año, las residencias quedan desiertas o se cubren al 50% algunos años, porque no son elegidas. En esta década, podrían haber ingresado 20 residentes, pero solo egresaron seis, en Roca.

Según la médica esto responde a un problema de políticas de salud en recursos humanos, porque si bien se lanzaron las residencias nacionales luego de la pandemia de 2009 (H1N1) para incentivar la elección, hay fallas.

Por un lado, la especialidad no existe como materia en el pregrado en las Facultades de Medicina salvo en dos universidades del país, en las que hay seminarios optativos de cuidados críticos.

Por otro lado, la especialidad “no es atractiva” centralmente por el tipo de tareas que se realizan, la carga horaria de guardias de hasta 24 horas y tiene ingresos que no convencen en relación al sacrificio.

“Esa posibilidad de generar recurso humano para tener médicos especialistas en todas las Terapias Intensivas del país y para hacer frente a situaciones de mayor demanda como esta, no es posible porque no generamos recurso humano nuevo”, cerró.

* Ocho médicos de planta, tres residentes, dos kinesiólogos y más de 13 enfermeros, es el equipo completo de UTI en Roca.

Apoyo psicológico para sostener a familiares


El desgaste del personal de terapia también pasa por las propias reglas que impone la pandemia. “Ahora tenemos que hacer informes y acompañamiento por teléfono. Hay que dar malas noticias, anunciar la muerte por teléfono. Hay que ser nexo con los familiares que no se pueden ver. Eso nos lleva mucho tiempo y mucho desgaste emocional”, comentó Orlandi, quien dijo que en esa unidad ya hubo unos 30 fallecimientos por covid.

Ellos también se enferman y están padeciendo la pandemia, y por eso piden acompañamiento psicológico institucional. Si bien hay redes y organizaciones que ayudan por fuera del hospital, “es una deuda al personal de salud. El apoyo psicológico es la ayuda que nos pueden dar, porque nos toca atender pacientes y acompañar a las familias. Estamos solos con esa doble tarea tan inmensa”, aseguró.

Datos

112 camas de UTI tiene el sistema de salud privado en toda la provincia y 29 son de clinicas privadas de Roca.

76 camas de Terapia Intensiva tiene el sistema de salud público de Río Negro, 32 tenía en marzo.

20 camas de terapia intensiva dependen del Hospital de Roca, incluyendo las 6 de Allen.


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