Un millón de jóvenes sin trabajo y sin educación

El panorama es poco alentador para los jóvenes argentinos que buscan empleo. Un documento de la Fundación Mediterránea indaga sobre las razones de que sea el grupo al que más le cuesta conseguir trabajo. Concluye que la clave es otorgar más y mejores herramientas, partiendo de un mayor acceso a la educación.

Los jóvenes son los que enfrentan las peores condiciones de acceso al mercado laboral en la Argentina, respecto del resto de la población económicamente activa.

Esta es una de las conclusiones a las que arribó un trabajo del Ieral de la Fundación Mediterránea, que también sostiene que alrededor de un millón de jóvenes en la Argentina están fuera del mercado laboral y del sistema educativo. Este grupo significaba el 11,2% de los jóvenes en el 2003 y pasó al 13,1% el año pasado.

El documento denominado “La situación de los jóvenes y el riesgo de la reproducción intergeneracional de la pobreza”, elaborado por Gabriela Galassi y María Luz Vera, da cuenta que esto se refleja en el hecho de que “la tasa de desempleo en los jóvenes es mucho más alta que la de la población en general, a pesar de que su participación en el mercado del trabajo resulta siempre baja en función de la etapa en la que se encuentran”.

En el 2010, la tasa de desempleo en los jóvenes fue del 20,4%, comparado con el 8,3% en el total de la población.

Según sostiene el mismo trabajo de Ieral, uno de los principales factores que inciden detrás de este fenómeno, son los requisitos de experiencia como de educación, aspectos que muchos de los jóvenes no pueden acreditar.

El secundario completo es una de las condiciones ineludibles para ingresar al mercado laboral. Las empresas exigen también que los jóvenes tengan experiencia previa, dado que el sistema educativo formal no proporciona la formación práctica necesaria para desempeñarse en un trabajo.

Indican los autores que “la vulnerabilidad del casi un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan o buscan empleo, se refleja en que cerca de la mitad de ellos son pobres, mientras que aproximadamente 18% son indigentes”.

A esto deben sumarse 749 mil jóvenes en el país que están inactivos, que a pesar de asistir a algún establecimiento escolar, tienen rezago en su trayecto, es decir que vienen demorados en los estudios.

En suma, dice la Fundación Mediterránea, “considerando en situación de vulnerabilidad a todos los jóvenes inactivos que no estudian y los que están rezagados en el sistema educativo, más los desocupados y subocupados, este grupo asciende a 2,6 millones, es decir el 34,5% del total de jóvenes del país. Estas cifras son elocuentes y muestran que el problema de la juventud no resulta menor en el país”.

Hablan de una “generación perdida” al referirse a los jóvenes desanimados, que luego de una larga y frustrada búsqueda de empleo, deciden excluirse del mercado laboral. (Ver aparte)

El documento de la Fundación Mediterránea llegó a cinco conclusiones fundamentales.

• La situación por la que atraviesan los jóvenes trasciende el presente. Este grupo, los adultos del mañana, se presenta vulnerable por condiciones educativas y laborales precarias que dificultan su inserción social.

• Por un lado, la menor participación de los jóvenes en el mercado laboral desde el año 2003 no ha estado acompañada por una mayor escolarización de los inactivos, lo que disminuye las chances de encontrar empleos de calidad en un futuro.

• Por otro lado, la tasa de desempleo en los jóvenes que participan del mercado laboral es mucho más alta que la de la población en general (20,4% y 8,3% respectivamente, incluyendo a los planes de empleo entre los desocupados).

• Sin embargo, la mayor preocupación la presentan aquellos jóvenes fuera del mercado laboral y del sistema educativo. Este grupo, constituido por aproximadamente un millón de jóvenes, representa un problema masivo que ha venido en aumento (del 11,2% de los jóvenes en 2003 a 13,1% en 2010) a pesar de las mejoras en el mercado laboral en los últimos años.

• El problema es entonces más profundo que el que indica la menor capacidad de acceso de los jóvenes al mercado laboral (menor tasa de actividad y mayor tasa de desempleo). Excede al contexto macroeconómico y está enraizado en los patrones culturales de la sociedad.

En definitiva, el acceso al mercado laboral tendrá más o menos éxito según la calidad de la educación que reciban. (Redacción Central)


Los jóvenes son los que enfrentan las peores condiciones de acceso al mercado laboral en la Argentina, respecto del resto de la población económicamente activa.

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