Una Argentina sin democracia


Es absolutamente grave decir que en el futuro debemos formatear a nuestro país bajo un gobierno autoritario. En la mayoría de los países del mundo (el autor)_sería sancionado.


Un reciente editorial del periodista Marcelo Longobardi (radio Mitre) ha causado impacto en el ámbito político nacional, pero ha sido convenientemente omitido por los principales medios de comunicación corporativos.

El concepto principal de esa opinión es que dados los niveles estructurales de pobreza de la Argentina, la democracia plena no es viable, no es para cualquier país, en tanto la misma requeriría estándares de bienestar económico, igualdad de oportunidades y estabilidad. Más grave aún fue su afirmación de que “algún dio vamos a tener que formatear a la Argentina de un modo más autoritario para poder manejar este descalabro”. Un día después ensayó aclaraciones respecto de su comentario anterior, pero en realidad dejó en claro cuál era la idea central. Afirmó en su descargo que existía una deriva autoritaria en Argentina y en el mundo -dando ejemplos concretos como el de Trump, China, Rusia, los Kirchner, Venezuela y una parte de América Latina – .

Para ello cita la obra del profesor de Harvard Steven Levitsky a cargo del área de estudios latinoamericanos de gobierno del Centro Rockefeller -“Cómo mueren la democracias”-, afirmando que se trata de una obra monumental. Aclaremos. El Centro Rockefeller (perteneciente a un grupo económico multinacional de más de 150 años de existencia) elaboró a través de Nelson Rockefeller un informe para el Presidente Nixon – año 1969- sobre América Latina.

En él se justificaba la intervención militar en el continente, presentando a los mismos como una fuerza de cambio social, instando a mantener una relación más pragmática con ellos, trabajando con los militares en vez de criticarlos o abandonarlos en favor de la estabilidad de la región. Este centro resulta una usina ideológica del Departamento de Estado de los EE.UU, manteniendo universidades, decenas de Ongs y fundaciones que promueven más que “valores occidentales”, los valores de las corporaciones globales de aquel país y la propia agenda geopolítica del mismo.

La obra a la que alude el periodista y de la cual rescata su aplicación plena a la Argentina argumenta que ya no se trata de populismos, sino que las autocracias se apoderan de los países a través de elecciones -como en el caso de América Latina y nuestro país- para penetrar en su sistema institucional desarrollando autocracias. Quiere decir que el trabajo cuestiona incluso a las autoridades democráticamente electas si no representan los valores sustentados por los EE.UU.

El periodista alaba la llegada a la presidencia de los EE.UU. Joe Biden, haciendo suyas sus palabras respecto del debate actual en el que debe ordenarse el mundo, entre democracia o autocracia.

Afirma que nuestro país debe escoger de qué lado se coloca, si con las democracias como los EE.UU. o las autocracias como China o Rusia . En ello se centra la preocupación principal con motivo lógico, dado que ese comunicador mantiene vínculos semanales con la Embajada de los EE.UU. desde hace años , y representa la agenda que este país tiene para con la Argentina .

Es absolutamente grave decir que en futuro debemos formatear a nuestro país bajo un gobierno autoritario;_en la mayoría de los países del mundo -incluso en el nuestro- si la organización gremial que agrupa a los periodistas aplicara el código de ética sería sancionado, lo cual nada tiene que ver con el derecho a informar u opinar . Justamente es realmente fascista promover una agenda internacional -me refiero la de otro Estado- sobre la base de intentar desmontar el sistema democrático.

Lo cierto es que, en realidad, el debate gira en torno de qué tipo de democracia nos propone el comunicador. No se trata ya del “gobierno del pueblo, “concepto ensayado teóricamente por los griegos hace más de 2.500 años , sino de la democracia de concepción liberal que asocia la modernización económica, individualismo e iniciativa privada, reservando la democracia a las naciones más avanzadas, ricas y más instruidas.

Es éste el elitismo de la globalización financiera, que se asemeja al elitismo social en el plano nacional, el que promueve el análisis comentado. Esta agenda de los EE.UU. está fracasada, y representa a sectores de poder global que han llevado al país a encontrase cada vez más aislado, donde el dólar y la capacidad de matar a través del poderío militar e intervenciones indirectas en diversos países resultan las únicas herramientas competentes con las que cuenta.

No hay valores democráticos para ofrecer en esa agenda, sencillamente porque la democracia actual se construye con más participación social y menos desigualdad, lo cual hace insostenible la convivencia en las sociedades.

Nuestro país atraviesa una severa crisis social y económica, pero también política. Lo más urgente hoy es erradicar el discurso del odio y la violencia para comenzar a debatir temas pendientes hace ya varias décadas. Hagámoslo antes de que sea tarde.

* Abogado. Docente de la Facultad de Economía UNCo.


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