Uno, dos, ultraviolento: la historia de «La naranja mecánica»

El 19 de diciembre de 1971 se estrenaba en los cines de Nueva York la tan celebrada como polémica película de Stanley Kubrick basada en el libro homónimo de Anthony Burgess.

En un principio, Anthony Burgess era un hombre de la música. Nacido en 1917, desde muy chico estuvo muy relacionado con la música clásica, a la que se dedicó primero como estudioso, luego como intérprete y finalmente como compositor. Estudió Literatura Inglesa en la Universidad de Manchester y luego de titularse en 1940 colaboró durante años con distintas organizaciones ligadas al ejército británico.


Pero, a poco de cumplir los 40, un grave incidente de salud lo volcó de lleno a la literatura. Preocupado por dejar indefensa económicamente a su esposa, empezó a escribir todo lo que pudo. Y entre todo lo que pudo aparece un título que lo hará célebre: “La naranja mecánica”.
Ahora bien, la celebridad de Burgess no fue exactamente por su libro, editado en 1962, sino por su versión cinematográfica. La adaptación de Stanley Kubrick se estrenó el 19 de diciembre de 1971. Sin embargo, ni el libro ni mucho menos la película fueron celebrados por el escritor ya veremos por qué.

La novela de Anthony Burgess se editó en 1962 y nueve años después Stanley Kubrick la llevó al cine.


Acorralado por la falta de dinero, Burgess aceptó que su editor norteamericano manipulara el manuscrito con tal de que se publicara en el mercado estadounidense.
Y esto fue lo que sucedió: originalmente de 21 capítulos, tal como se publicó en el Reino Unido, el editor quitó el último capítulo por lo que para el público de Estados Unidos el violento Alex Delarge nunca llega a reformarse.

Alex Delarge y sus drugos haciendo de las suyas en el Londres de comienzos de los los 60.


“Me he pasado buena parte de mi vida haciendo declaraciones de intención y frustración de intención mientras Kubrick y mi editor de Nueva York gozaban tranquilamente de la recompensa por su mala conducta”, supo decir Burgess ya en los años 80. De su editor ya sabemos a qué se refería el escritor, pero ¿de qué mala conducta hablaba cuando se refería al director?
Es que Kubrick tomo la edición sin el famoso capítulo 21 para el guión de su película, por lo que lo que cambia radicalmente un esperanzador final social con Alex redimido, tal como lo había resuelto Burgess en su libro por una sutil apuesta por continuar su violencia de modo más consciente.


Filmada también en el Reino Unido, relata las desventuras de Alex DeLarge (Malcolm McDowell), un carismático delincuente juvenil de 17 años cuyos placeres son escuchar música clásica, en especial de Beethoven, el sexo, las drogas y la “ultraviolencia”. Es el líder de una pandilla de ladrones ), a quienes llama drugos y con los que comete una serie de violentas ataques, hasta que es traicionado por sus drugos yes capturado por la policía.
Durante todo el filme, Alex y sus drugos (amigos) hablan el nadsat, una jerga adolescente ficticia que combina lenguas eslavas, especialmente ruso, inglés y la jerga rimada cockney.


Nueve canciones (y un bonus track) inspiradas en «La naranja mecánica»


Como el libro, la película se caracteriza por contenidos violentos que apuntan a la crítica social en psiquiatría, el pandillerismo juvenil, las teorías conductistas en psicología y otros tópicos ubicados en una sociedad futurista distópica de… 1995.
De David Bowie a Ramones, de Sepultura a New Order y de Die Toten Hosen al seleccionado de fútbol de Holanda de 1974, “La Naranja Mecánica” influyendo de muy diversos modos en la cultura popular. Pero en nadie tanto como en Los Violadores, la banda punk argentina que no sólo le dedicó uno de sus temas más celebrados “Uno, dos, ultraviolento”, sino también su segundo disco –donde está incluido el hit– al que llamaron “Y ahora qué pasa, eh?”, frase con la que comienza el libro y que se repite en las sucesivas páginas.


Compuesta por Gustavo Fossá, Stuka, el guitarrista de la banda, “Uno, dos, ultraviolento” contiene en su introducción parte de la novena sinfonía de Beethoven, y muchas palabras de lenguaje nadsat.
“Varias débochcas caminan por ahí/ Mueven sus scharros con frenesí/ Los málchicos de cuero nos queremos divertir/ Con mis drugos al ataque vamos a ir.
Y ahora qué pasa, eh?”.


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