“Cuando pa’ Chile me voy»: Temuco exprés, la experiencia de cruzar, comprar y volver

Desde Villa Pehuenia, cruzaron por el Paso Icalma, y se zambulleron en los outlets y malls. Las compras rinden el doble en Temuco y marcan el camino. Una crónica con alma de consumo y ritmo de cueca.

De Villa Pehuenia hasta las tiendas chilenas, un viaje breve pero intenso donde el paisaje emociona y los precios seducen.

“Cuando pa’ Chile me voy, cruzando la cordillera, late el corazón contento…”. Por un extraño, o simple motivo, desde que el auto arrancó rumbo a Temuco, la cueca escrita por Osvaldo Rocha y musicalizada por Carlos Ocampo se instalaba en la mente y de a ratos, se hacía canto. Es otoño, la nieve ya blanqueaba Villa Pehuenia y el paso Icalma, le sumaba al viaje una cuota de aventura. La consigna era clara: correr, comprar, correr, comprar y volver.

Lo primero que había que hacer era averiguar si se podía pasar. No había nevado en los últimos días, y todos coincidían en que el tránsito estaba habilitado. Era domingo, el sol otoñal iluminaba las montañas y la Villa parecía detenida en el tiempo.

Cargaron el tanque en Pehuenia. Llenaron el termo de agua caliente, gratis, en la estación de servicio desierta. El viaje arrancó como quien va al cerro Batea Mahuida, pero a unos kilómetros, el cartel de Paso Fronterizo Icalma decía presente. Eran las 11 de la mañana y al avanzar 11 kilómetros, estaba el paso argentino, ahí presentaron los documentos personales y del vehículo.

Del lado chileno, tiraron unas manzanas que llevaban, el cartel era claro, está prohibido ingresar alimentos de origen vegetal. Llenaron la declaración jurada, les hicieron un control de maletas por escáner, una breve encuesta sobre la atención en el paso. Todo rápido, ágil y con buena onda.


Un camino que abraza


Había cierto temor al tramo de ripio del que tanto les habían hablado y anticipaba serrucho, piedras y sacudidas. El bosque se abría como un túnel de araucarias, coníferas, casas de campo desperdigadas entre ovejas. Por allí avanzaron y el ripio, al final, no fue tan terrible.

Todos los excesos de franquicia serán alcanzados por el Tributo Único, impuesto que se cobra por el ingreso de mercaderías.

Por este paso no había peajes, así que los pesos chilenos que consiguieron antes de salir descansaron en el bolsillo. Melipeuco y Cunco aparecieron uno tras otro, tan cerca de Argentina y tan distintos, con sus casas bajas de madera, de colores vivos, que daban ganas de detenerse a mirar. Después de Padre Las Casas, finalmente llegaron a Temuco.

Eran las 14 cuando pisaron su destino y la primera parada fue el outlet. Los precios eran una tentación. Antes de viajar, habían avisado del viaje a las tarjetas de crédito. Ahora, el plástico respondía sin rechazos.

Un par de Adidas Zamba por 56.000 pesos chilenos, otro par más deportivo a 75.000, un pantalón por 20.000. En Levi’s, promociones del segundo artículo a mitad de precio, jeans por 45.000. Todo, como dicen en la jerga de compras, “a mitad de lo que vale en Argentina”.

Frente a la Plaza de Armas están las casas de cambio.

El segundo destino fue el alojamiento. Lo habían conseguido por WhatsApp, una semana antes, sin pago anticipado. Por mensaje, los anfitriones chilenos ofrecían recomendaciones.

Era un departamento pequeño pero moderno, a una cuadra y media de la Plaza de Armas, con cochera y capacidad para cuatro personas. El precio, 70.000 pesos chilenos, y era inevitable la comparación, la cabaña que habían alquilado en Aluminé por 80.000 pesos argentinos no tenía ni la mitad de las comodidades.

Ya instalados, salieron al supermercado a buscar algo para cenar. Tres latas de atún por 3.000 pesos, una manguera de jardín de última generación por 12.000, luces solares LED para el paredón a 7.000. El gran desafío no era comprar, sino delimitar. Porque después hay que pagar la tarjeta, el auto tiene un baúl y la Aduana tiene un cupo máximo de compra.


Un día de corridas consumistas


El lunes amaneció con una llovizna, nubes bajas, pero los compradores turísticos ya estaban en marcha. Había que moverse rápido, la frontera cerraba por la tarde. Decidieron cambiar unos dólares por pesos chilenos, cruzaron la Plaza de Armas, y en una pequeña galería había muchas casas de cambio.

En estos días hay ofertas por el día del padre.

No todas ofrecían la misma cotización, algunas daban 930, otras 910. En el shopping, 940. Ahí, una voz argentina estalló: “¿esto solo me vas a dar?”, bromeó un turista, mientras el cambista se reía del otro lado del vidrio.

Julio, de Zapala, se acercó con naturalidad y contó: “siempre venimos a hacer compras. Lamentablemente la diferencia con Argentina es notoria, a pesar de que el cambio no es muy bueno. Compramos televisores, ropa y comestibles. Acabo de cambiar pesos argentinos, porque los están tomando bien, y creo que me conviene más que cambiar dólares”, dijo y saludó a Alejandro Sánchez, el argentino de la casa de cambio, luego se perdió entre las tiendas.

“Somos todos argentinos y hace diez años que estamos acá”, contó Alejandro. “Es algo cíclico, a veces el chileno va a Argentina, compra cosas, y ahora se dio vuelta. Hay muchos argentinos comprando. Cuando vienen tienen buena onda, es muy grato”, sostuvo y recomendó cambiar ahí porque dan cambio. “En las tiendas, no, además, muchos billetes los rechazan. Estamos de lunes a sábado, de 9 a 18”.

Si bien con el documento podés ingresar, no está de más llevar el pasaporte por las dudas.

En la plaza, Elizabet, una chilena, observaba a los visitantes. “Me encanta ver a los argentinos. Quiere decir que les gusta el país, están en las tiendas grandes, andan cargados y sonríen mucho, para ellos es muy barato. Los precios para nosotros están bien, pero la comida sí es más cara”, dice con una risa tímida.

En Ripley, la jefa de experiencia de compras confirmaba lo que todos sospechan: “es un boom desde mitad del año pasado. El verano fue un pico, y los feriados también. Es muy fuerte el comercio este año. Buscan ropa de marca, electrodomésticos, cosas de cama, de decoración”.

Con todo comprado, el regreso se vivía con una mezcla de ansiedad y vértigo. Lo primero que había que hacer es que todo entre en el auto, televisores, valijas repletas, bolsas que se multiplicaron. Parece una escena de “Misión Imposible”, solo que sin Tom Cruise, ni sus efectos especiales.

El paso Icalma, no hay colas pero la nieve puede cerrarlo.

En la frontera hay que tener todo a mano: documentos, tickets, paciencia. El límite por persona es de 300 dólares y si hay niños, cada uno suma 150 más, por lo que si se pasaron, deberán pagar el 50% del excedente en pesos. La salida de Chile es rápida y el trámite en Argentina, un poco más largo, porque revisan los tickets y el auto.

Al final queda el regreso a casa. Stop debit. Y a pagar.


Consejos para tu viaje de compras a Chile


Revisar que los DNI no estén vencidos, y si se viaja con niños, mejor llevar la partida de nacimiento donde consten los nombres de ambos padres. Pueden no pedirla, pero es mejor ser precavidos.

Cuando los compradores intentan pagar con dólares, algunas tiendas toman los dólares a la cotización oficial, pero los revisan con lupa. No toman billetes de “cara chica” y si no es el monto justo, no dan vuelto. Solo en el sector de electrónica se pueden usar esos dólares, un dato útil si hay que sacárselos de encima.

Para pagar con las compras en Chile con tarjeta de crédito debés avisar el viaje y hacer el famoso “stop debit” entre la fecha de cierre y vencimiento del resumen. Luego usando los dólares ya disponibles en la caja de ahorro pagarás evitando el impuesto del dólar turista.

Hace un mapeo con las cosas que querés comprar y en qué locales las venden. Ir con una idea de cómo están los precios y disponibilidad en cada local puede ser clave si no tenés muchos días para comprar. 

Para comer, un buen consejo es ir al shopping, allí podés conseguir opciones más económicas que en un restaurante.

Tené en cuenta que los enchufes allá son diferentes, por lo que no tendrás para cargar tu celular o usar tu computadora. En Chile, se utilizan enchufes de tipo C y tipo L, que son de dos clavijas redondas con una toma de tierra en el medio.

Paso Icalma: Cuando nieva se puede cerrar. Horarios de atención: Habilitado de 08 a 19, para el egreso y de 08 a 20 horas, para el ingreso. Teléfono: 2942 496125.