Moscas, cañas y alto caudal: consejos para el inicio de la temporada de pesca en la boca del Chimehuín

Comienza el martes 1° y un maestro de la pesca con mosca como Rolando Cachín Roa cuenta los secretos de este paraíso a 21 km de Junín de los Andes en la cordillera neuquina y por qué se la pasa tan bien en el ambiente de los pescadores.

Paraíso de la pesca. La boca del Chimehuín está a 21 km de Junín de los Andes en la cordillera neuquina. De fondo, el volcán Lanín. La imagen es del 1° de noviembre del 2021. Foto: Patricio Rodríguez.

Cada vez que toma la curva, se acerca al puente y aparece ante sus ojos ese paisaje soñado donde pescó tantas truchas, el río Chimehuín y su icónica boca, el lago Huechulaquen, el volcán Lanín y sus nieves eternas, siente el mismo cosquilleo en el estómago como la primera vez, hace ya más de 40 años.
Eso significa que solo le faltan 200 metros para estar en el lugar que lo encandiló en los ‘70, cuando su primo iba en camión a buscar los rollizos a Paimún y él se subía para bajarse en ese punto alto del camino que llaman el Altar de los dioses hasta que lo pasara a busca a la vuelta. Desde ahí, Rolando Cachín Roa pasaba horas y horas mirando a los pioneros, esos maestros del arte de la pesca con mosca de los que aprendió tanto.

Cachín Roa lleva 47 años de presencia cada 1° de noviembre en la mítica Boca del Chimehuín. Este martes, comenzará ahí una nueva temporada. Foto: Patricio Rodríguez.


Un día se animó, se presentó al grupo con su caña y las botas negras con una franja azul del lavadero de autos que le prestó un amigo donde trabajaba: la falta de un wader no le iba impedir estar. Y fue el mismísimo Bebe Anchorena, que tenía una zurda prodigiosa, el que le dio la bienvenida, le dijo que le alegraba que se sumara alguien de Junín de los Andes y le regaló tres moscas que aún conserva como un tesoro.

El tiempo pasó, fue guía de pesca, guardaparque: se dedicó a cuidar lo que más le gustaba, a conocer cada rincón de esta bendita tierra. Y ahora, al que miran, al que consultan, es a él. Y nunca se niega a responder. “Es lo que corresponde cuando alguien pregunta. Además, me gusta que todos los que vengan después tengan ganas de volver a Junín, a la cordillera neuquina”, dice.


¿Dónde hay pique?


La pregunta que encabeza el ránking es, por lejos, dónde hay pique. Después siguen las otras, las moscas, las cañas, el equipo. Pero la primera es la primera. Un secreto bajo siete llaves o un dato compartido, según el caso. “Cuando me preguntan, respondo. Así aprendí y me gusta eso. Porque para aprender hay que preguntar, pero también sumar horas y horas de práctica, el mejor maestro, nada reemplaza a eso. Hay quienes se aparecen con el mejor equipo y creen que ya está. Y no, no pasa por ahí», dice.

Una de sus truchas inolvidables.
Otras de sus grandes capturas.


Alguna vez circuló la leyenda de que él ponía una mosca cuando charlaba con los otros antes de ir a buscar el pique y que después la cambiaba a la hora de la verdad. “No era así, por supuesto. Pero a lo mejor cambiaba de opinión en el camino”, se ríe Cachín. “El tipo que está seguro siempre te va a decir qué mosca y qué equipo usa”, agrega ya más serio.

Cachín y su cartuchera. Foto: Patricio Rodríguez.
«Estas son las moscas que necesito para el inicio de la temporada: huevos de silicona, mostacilla, un trailers de conejo matuka big.hole.demo y una tromba», dice Cachín.


Este martes volverá a las andadas y el pulso ya empieza a acelerarse. Si los futbolistas sueñan con goles inolvidables, los pescadores con truchas imposibles. Extraña esa cofradía de hazañas que se exageran, de gestos que parecen sacados de una película italiana, de truchas que crecen de tamaño a medida que pasan las horas, ese mundo que tanto le divierte y que no cambia por nada.

Casteando en la boca del Chimehuín.
Con amigos en la apertura del 1° de noviembre del 2021. Fotos: Patricio Rodríguez.

“Los pescadores somos así. Y lo disfruto, lo disfruto mucho. El asadito, charlar, exagerar, mentir. Fijate que los pescadores siempre estamos todos juntos. Difícil ver a uno solo. Si lo analizás, es gracioso:hay 70 km de río pero estamos todos cerca, somos así. Creo que hay algo instintivo: es nuestro ambiente, nos sentimos cómodos” , explica.


Ríos con buen caudal


A la hora de trazar un panorama sobre qué encontrarán los pescadores cuando lleguen a los lagos y ríos de la cordillera el primer día de la temporada, lo primero a tener en cuenta, señala, es el nivel del agua, que impacta en cualquier estrategia de pesca y en las medidas de seguridad.

La boca del Chimehuín al amanecer. Foto: Patricio Rodríguez

“Los ríos vienen con buen caudal. El Chimehuin, el Malleo, el Aluminé, el Collon Cura, el Caleufu, todos”, dice. Y por eso hay mucho alimento, por ejemplo alevinos, juveniles de truchas, huevos no fertilizados.


“Las truchas son predadoras de sus propios huevos. También en estos días comen pancoritas no muy desarrolladas y con la caparazón blanda, bagres aterciopelados, bagres de torrente, pejerreyes como en el caso del Collon Cura y el Alumine”, describe.


Con este cuadro, recomienda cañas N° 6 a 8, moscas streamers (las truchas no comen ninfas porque el agua fría no genera insectos), líneas sinking fast de 2 a 6. Y un leader más bien corto,

Aconseja ir a zonas no muy profundas. “Las truchas no cazan en lo profundo salvo la marrón. Y al comienzo de la temporada, cerca de un 70% de las truchas son arcoíris”, dice.

Y además de horas de práctica, también recomienda paciencia, porque en la boca del Chimehuin es fácil frustrarse.


Por qué es tan difícil pescar en la boca del Chimehuín



“Creo que es el lugar más difícil para pescar. Hay mucha agua, necesitás técnica, estar muy bien preparado, tirar entre 25 y 30 metros, saber derivar una mosca, saber cómo llegar al lugar indicado. Es un mito que acá siempre se sacan las truchas más grandes, ¿sabés cuánta gente fracasa? Pero sí, es un paraíso con encanto, mística, fama mundial, eso es innegable. Cuando era guía y venían los norteamericanos lo primero que decían es que querían ir a la boca del Chimehuin, aunque al promedio de los pescadores estadounidenses le costaba muchísimo sacar algo acá”, recuerda.

En el puente del Chimehuín.


Por último, Cachín menciona el aliado clave de todo pescador: la suerte. “Podés tirar cinco minutos y sacar la trucha de tu vida. Y tirar un mes y no sacar nada. Hay que aceptar la influencia del azar”, dice. Antes de despedirse, recuerda la importancia de respetar la naturaleza, el reglamento y las rotaciones, como enseñaban los maestros cuando nacía la pasión de pescar con mosca en la Patagonia.


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