Descubrí Puerto Blest en Bariloche: navegación y senderos en el corazón de la Patagonia

Un viaje de primavera por aguas verdes y caminos llenos de vegetación que conectan la emoción de la naturaleza con la historia viva de la Patagonia.

Desde la península del Llao Llao parte una excursión inolvidable hacia Puerto Blest, hasta allí llegamos y estamos a punto de partir, para rendir homenaje a un paseo increíble en un rincón rodeado de cascadas, bosques milenarios y aguas de color esmeralda. Un recorrido que mezcla tradición, relatos de guías y la experiencia de turistas que llegan desde distintos puntos del mundo.

En Bariloche, la llegada de la primavera se celebra en contacto con la naturaleza. El final de septiembre inauguró y trajo consigo la promesa de un clima más amable y, al mismo tiempo, la oportunidad de adentrarse en paisajes que parecen sacados de un cuadro. Esta fue la fecha elegida para realizar la clásica excursión lacustre hacia Puerto Blest, un itinerario donde Turisur logró condensar historia, tradición y belleza.

Nunca antes había puesto un pie en esa embarcación que parte desde Puerto Pañuelo, en la península del Llao Llao. La expectativa era alta, pero lo vivido superó cualquier pronóstico: el recorrido se convirtió en una experiencia sensorial, un encuentro íntimo con la selva valdiviana, los glaciares, los lagos de aguas verdes y la hospitalidad de quienes hacen posible el viaje día tras día.

El capitán toca tres bocinazos en honor al perito Francisco Pascacio Moreno. Foto Valentina Pino Ibañez.

Bariloche: la travesía comienza en Puerto Pañuelo


La nave parte puntual a las 10, desde Puerto Pañuelo y, apenas alejándose de la costa, el Nahuel Huapi se abre majestuoso y genera una sensación de inmensidad.

Naturaleza profunda en Puerto Blest, Bariloche. Foto Valentina Pino Ibañez.

En medio del trayecto, una tradición marca el pulso de la navegación: tres bocinazos en honor al Perito Francisco Pascasio Moreno, cuyos restos descansan en la isla Centinela. El homenaje recuerda que él fue el gran impulsor de los Parques Nacionales en la Argentina.

El sonido del agua acompaña a los turistas curiosos y ansiosos de ver el efímero rastro de la nave mientras avanza hacia la primera parada.

La primera parada es en Puerto Blest. Foto Valentina Pino Ibañez.

Historia y hospitalidad en medio de un viaje por aguas verdes


Tras pocos minutos de navegación, se arriba a Puerto Blest, un lugar que maravilla a viajeros desde hace más de un siglo. Hoy cuenta con un hotel emplazado en plena bahía, rodeado por la selva, el Cerro Tronador y el Lago Frías. Para algunos, es un punto de descanso; para otros, la antesala de nuevas caminatas por senderos que se internan en la espesura.

Bariloche: la travesía mágica hacia Puerto Blest. Foto Valentina Pino Ibañez.

Nieves, guía con más de dos décadas de experiencia en Turisur, describe la excursión con entusiasmo: «Es para todas las edades, familias, adultos mayores, viajeros con o sin experiencia en senderismo. Aquí todos encuentran su ritmo, porque cada sendero ofrece su propia recompensa. Y la opción de visitar el Lago Frías es un complemento maravilloso, con ese verde esmeralda que sorprende incluso a los que ya han visto muchos paisajes».

Puerto Blest brinda la posibilidad de una extensión opcional hacia el Lago Frías. En apenas 20 minutos de navegación se revela uno de los espectáculos más curiosos: aguas teñidas de verde absoluto. Diminutas partículas minerales desprendidas de los glaciares del Cerro Tronador, le dan ese color. La sensación es la de entrar en un mundo nuevo, enmarcado por bosques espesos y montañas que guardan la frontera con Chile.

Marcelo, un turista porteño que celebraba sus 30 años de casado, lo resumió con emoción: «El Lago Frías es atrapante, no podés creer el color del agua. Uno piensa que ya lo vio todo, pero acá la naturaleza te sorprende de nuevo«. Según el visitante, este es uno de los lugares donde «no hay que posponer un viaje, es una experiencia única en la vida».


La Cascada de los Cántaros: tras el almuerzo, caminata, bosque y 700 escalones


La Cascada de los Cántaros es otro de los puntos fuertes de la navegación. Su llegada se da luego del paseo por el Lago Frías, donde el contingente vuelve al hotel de Puerto Blest para disfrutar del almuerzo en el hospedaje o bien, de algo caliente en la confitería del lugar.

La caminata suma más de 700 escalones que mezclan bosques y cascadas. Foto Valentina Pino Ibañez.

El recorrido comienza en un pequeño muelle al que se arriba en la nave y, desde allí, se inicia una caminata que invita a la pausa y la contemplación. El sendero se abre paso entre un bosque valdiviano húmedo, tupido y verde, donde el sonido del agua ya anticipa lo que está por venir.

El ambiente selvático acompaña toda la travesía. Foto Valentina Pino Ibañez.

El desafío es ascender más de 700 escalones de madera, cuidadosamente construidos para permitir el acceso, aunque no deja de ser un trayecto exigente para quienes no están acostumbrados a caminar en pendiente. Por eso, el camino está pensado con varios descansos que ofrecen respiros naturales: la vegetación, el aire fresco y el rumor del arroyo se convierten en motivación para seguir adelante.

En el trayecto se descubren tres miradores que hacen de la caminata una experiencia progresiva. El primero ofrece una vista parcial, como una invitación. El segundo, más elevado, permite apreciar la fuerza del agua cayendo entre las rocas cubiertas de musgo. Y el tercero, el más esperado, revela en toda su magnitud la Cascada de los Cántaros, un salto que cae desde más de 20 metros, rodeado por un entorno de árboles que pueden tener varios siglos de edad.

Hay tres miradores en la Cascada de los Cántaros: todos ofrecen vistas increíbles. Foto Valentina Pino Ibañez.

Para los turistas, la experiencia es mucho más que un paseo, es un encuentro con la naturaleza. Queda la sensación de que cada escalón acercó no solo a la cascada, sino a una postal inolvidable de Bariloche.


Voces del mundo


La magia de la excursión no solo se mide en paisajes, también en las historias de quienes llegan hasta ella. Daniel Quemba, desde Bogotá, retrató: «Es impresionante todo, desde la acogida hasta los panoramas. Veníamos con la expectativa del invierno, pero la primavera acá tiene un encanto distinto. Cada momento de la travesía te enriquece».

Ana María Parrado, también viajera de la capital colombiana, llegó por pocos días y se quedó con ganas de más: «Bariloche superó todas mis expectativas. El Lago Frías me dejó una imagen que me llevaré para siempre. Si pudiera, me quedaría más días».

El Nahuel Huapi y sus vistas desde la nave. Foto Valentina Pino Ibañez.

El entorno regala sorpresas constantes. En la zona, con suerte, pueden verse zorros colorados, pudúes de apenas 40 centímetros, especie en peligro de extinción, y huillines en la costa. Todos forman parte de un ecosistema que resiste gracias al Parque Nacional. Y en el cielo se pueden llegar a ver cóndores.
Nieves lo detalla con claridad: «Puerto Blest es el sector de Argentina con más precipitaciones, pero en primavera y verano el clima se abre. Es el momento ideal para caminar por los senderos«.


Un adiós con gusto a regreso


El retorno a Puerto Pañuelo cierra la jornada alrededor de las 17:30, pero la sensación es que algo queda abierto, el deseo de volver. Puerto Blest no es solo un destino turístico, es un espacio donde la naturaleza invita a detener el tiempo, donde los relatos de guías y turistas se entrelazan con la memoria de un territorio que guarda parte de la identidad de nuestra tan amada Patagonia.


Qué cosas no te tenés que olvidar en tu primera visita a Puerto Blest


  • Vestimenta: en Bariloche se habla de “vestirse en capas”. Remera, buzo y campera (si es impermeable, mejor) son infaltables, porque el clima varía.
  • Calzado cómodo: clave para las caminatas. El sendero hacia la Cascada de los Cántaros tiene 700 escalones, pero está bien acondicionado y cuenta con miradores y descansos.
  • Costos a tener en cuenta: el paseo tiene un valor general de $120.000, el ingreso al Parque Nacional Nahuel Huapi cuesta $20.000 para extranjeros y $7.000 para residentes argentinos (menores de 5 años y jubilados nacionales no abonan). Además, la tasa de embarque es de $5.400. Los pagos son solo en efectivo en el puerto. La extensión al Lago Frías tiene un valor adicional.
  • Comidas: se puede almorzar en el restaurante de Puerto Blest, comprar opciones básicas en la embarcación o llevar vianda propia.
  • Llegada: Puerto Pañuelo se encuentra a 25 km de la ciudad. Se puede ir en auto particular (abonando estacionamiento); si no tenés vehículo, podés contratar la excursión con traslado incluido; o también, está la opción de utilizar la Línea 20 de colectivo, que parte de la terminal y pasa por el centro a cada hora, con un costo de $3.500.
  • Duración: el preembarque inicia a las 9 y el regreso es a las 17:30. La navegación principal dura una hora hasta Puerto Blest, con paradas en la Cascada de los Cántaros. La extensión al Lago Frías es de 40 minutos dentro del paseo.
  • Extras: no olvides la cámara, porque cada rincón merece una foto. Y el Hotel Puerto Blest ofrece alojamiento en un entorno único.

Desde la península del Llao Llao parte una excursión inolvidable hacia Puerto Blest, hasta allí llegamos y estamos a punto de partir, para rendir homenaje a un paseo increíble en un rincón rodeado de cascadas, bosques milenarios y aguas de color esmeralda. Un recorrido que mezcla tradición, relatos de guías y la experiencia de turistas que llegan desde distintos puntos del mundo.

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