Video: un día en Punta Perdices, cómo llegar y qué hacer en el caribe de la Patagonia

A 65 km de Las Grutas, en Puerto San Antonio Este esta maravilla invita a pasar al menos un día. Kayaks, SUP, avistaje, paradores: qué servicios hay cerca. No pueden transitar los vehículos: el resguardo de esta joya de la naturaleza es esencial. Mirá...

Es que acá la arena está tapizada de conchillas blanqueadas por el sol, que crujen al caminar sobre ellas. Y el mar se vuelve caprichoso al subir y bajar dos veces diarias, mostrando dos fotos diferentes del mismo lugar. Porque todo cambia cuándo el agua está plena y vuelve a variar cuándo se aleja, y la costa se torna infinita. Un mar azul que se distingue desde lejos, y se recorta nítido contra la blancura de una costa que remite a cualquier postal caribeña. Pero con otro encanto, porque esos colores se combinan en un paisaje que tiene texturas, perfumes y sonidos que le ponen su sello patagónico.

Y hay más, mucho más… está esa sensación de inmensidad que sólo muestran las playas patagónicas, y una brisa que todo lo recorre. Como un duende libre corriendo por la playa y esparciendo el perfume de la arena caliente, la savia dulzona de la vegetación y el salitre del mar.

La magia de Punta Perdices en la costa de Río Negro, al norte de la Patagonia. Fotos: Martín Brunella

Es Patagonia, no Caribe, aunque de lejos lo parezca…Y esa conjunción mágica será difícil de olvidar.


Un día en Punta Perdices


Por eso, para conocer Punta Perdices (el famoso ‘Caribe Patagónico’) vale la pena dedicarle, al menos, 24 horas intensas. Porque el lugar está enclavado en el Puerto San Antonio Este, que está a 65 km por ruta 3 de Las Grutas. Y después de gozar de cada tramo y momento del paisaje, no habrá nada mejor que recorrer otras playas, proyectar alguna actividad y deleitarse con algo rico para cerrar el día.

Punta Perdices. Mar azul y costa blanca. El paisaje seduce a cada paso. Fotos: Martín Brunella

Para llegar hay que tomar la ruta mencionada, que, como todo aquí, también guarda sorpresas. Es que la chatura de la vegetación y los ocres cansados del camino se despejarán de golpe al tomar el último recodo que conduce a la villa pesquera.

Ahí, de la nada, cuándo todos empiezan a pensar que “los trajeron engañados”, finalmente aparecerá el mar. Y no uno cualquiera. El que asomará será uno gigante que abrazará la vista y se fundirá con un cielo que lo volverá aún más grande. Por si fuera poco, la costa nos encandilará con su blanco imposible, que se repetirá luego, en Perdices. Porque falta para el destino final. Hasta ahora lo que se vio fue “La Conchilla”, un balneario para agendar y visitar con tiempo.

Un ostrero en pleno vuelo. Estas aves anidan en la costa, por eso, entre otros resguardos, está prohibido circular con vehículos.

La ruta seguirá e ingresará en la pequeña aldea. El camino que conduce a nuestra playa es el que lleva al Mirador Norte. Se atravesará el parador Serena y, tras otro tramo, se podrá ver el ingreso al lugar.

El sector todavía carece de servicios, así que Serena será la última opción para aprovisionarse y contar con algunos extras como alquiler de kayaks y tablas de stand up, más allá de las excursiones embarcadas y el servicio de cafetería.

Paisaje en calma. Punta Perdices es ideal para relajarse en familia o con amigos.

Este año se lanzó una licitación para crear un nuevo parador, pero el llamado fue declarado desierto, ya que tal vez debido a la proximidad de la temporada, no hubo oferentes que se animaran a acercar propuestas.


El resguardo de la Naturaleza es esencial


Una vez en la zona, hay que tener en cuenta que el resguardo de la Naturaleza será esencial. Por eso, los vehículos no podrán transitar por el manto de conchillas y los que lleguen deberán llevarse los residuos que generen.

Paz y bienestar. Una playa para disfrutar a pleno

Volviendo a las opciones para disfrutar, más allá de divertirse en el agua y gozar de la arena, se podrá acceder a un paseo náutico que permitirá ver de cerca el apostadero de lobos marinos marinos ubicado en Punta Villarino, otro de los balnearios de la villa pesquera. El lugar queda en el Mirador Sur, en la punta opuesta de “Perdices”.

Embarcarse sale $10.000 para los adultos. Se trata de una navegación de una hora, pero que también alberga otra posibilidad, porque habilita el uso libre, por lo que reste de la jornada, de los kayaks y las tablas de stand up.

Un rato de relax y soledad. Fotos: Martín Brunella.

Estos elementos, si se alquilasen, costarían $2000 la hora. Pero la firma “Rupestre Patagonia”, que concesiona ‘Serena’, armó un combo para aprovechar.

La navegación, además, permitirá disfrutar de otros simpáticos personajes que forman parte del “elenco estable” de la Bahía San Antonio, como los delfines, los pingüinos y la rica avifauna que engalana el área.

Fotos: Martín Brunella.

Para cerrar el día después de un intenso trajín al aire libre, la alternativa ideal será dejarse tentar por los restós del centro, en los que se podrán encontrar los mejores sabores del mar.  Por caso, en el restaurante llamado “El Puerto” se consigue una picada de mariscos para dos por $7500, mientras que la cerveza de litro se cotiza a $900. Una combinación tan perfecta como deliciosa, para probar un poquito de cada variedad.

Si lo que se busca es ver la puesta de sol cerquita de Punta Perdices, sin embargo, se podrá merendar en el parador Serena. Allí un tostado sale $1000, una cerveza de litro $1200, $200 las medialunas comunes, $300 las rellenas de jamón y queso y las gaseosas y aguas chicas están $300.


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