Abusó de sus cinco hijas, lo condenaron por tres casos a 21 años de prisión

Cinco hermanas finalmente tuvieron justicia. Su padre, que abusó de ellas durante su infancia y adolescencia, fue condenado a 21 años de prisión por tres de los casos. En diciembre del 2019 un jurado popular lo declaró culpable por “abuso sexual, agravado y reiterado” y el 9 de marzo le impusieron la pena en Zapala.

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“(El lunes) fue un buen día”, dijo con alivio en la voz la mayor de las hermanas, pues el día concluyó con el abrazo arrollador de todas las mujeres que marcharon por el 8M y la “buena noticia” de la condena.

En diálogo con Río Negro, relató que tuvo que esperar “25 años” para que la escuchen. En 1994, cuando era una adolescente, se enfrentó a la Justicia patriarcal. Denunció a su padre por abusar de ella y no le creyeron. “Antes no se tomaba en serio lo que decía una nena”, enfatizó la mujer, que hoy tiene 43 años.

Por eso, confesó que no tenía mucha esperanza en el Poder Judicial que una vez la ignoró. Señaló que el fallo fue posible gracias al movimiento feminista, que insiste con que se aplique la perspectiva de género.

Las cinco hermanas sufrieron los abusos de su padre, pero se lo juzgó por las tres más chicas, ya que en el caso de las mayores los delitos había prescripto. Aunque el fallo no alcance su caso, la mujer toma el veredicto como propio, pues lucha en la Justicia desde 1994.

Contó a Río Negro que a los 18 años se fue de su casa, en un paraje cercano a Aluminé, huyó de los abusos de sus padre, pero sus hermanas aún continuaban bajo su dominio. Intentó llevárselas y pedir la tenencia, pero no cumplía con “los requisitos” que le pedía la Justicia. Señaló que hasta se casó para que se la otorguen, aunque no tuvo resultados positivos porque “además debía demostrar que (su padre)era un hombre peligroso”.

En el 2018 el resto de las víctimas se animaron a denunciarlo. La fiscal jefa Sandra González Taboada condujo la investigación y la acusación en el juicio por jurados, que se concretó a fines del 2019, y la jueza Leticia Lorenzo lo condenó a 21 años de prisión.

Sorteó los obstáculos que la Justicia puso en su camino y logró un fallo satisfactorio. “Peleé para que se escuche mi voz”, enfatizó, aquella voz que intentaron callar hace 25 años. “Esa es la verdad y la Justicia lo probó”, remarcó.

Aseguró que hoy está en “el mejor momento” de su vida y que con sus hermanas están “más unidas que nunca”.

Antes las unía el dolor y hoy las invade la fuerza y la felicidad de tenerse entre ellas.

La noche que pudieron hablar

El hombre condenado a 21 años de prisión en Zapala tiene 74 años, nació en Corrientes y vive desde hace 40 años en un paraje cercano a Aluminé. No está preso.

Tiene 10 hijos, cinco varones y cinco mujeres. Todas fueron abusadas, y sufren las secuelas según quedó demostrado en el juicio.

Su situación no fue detectada por la escuela. La familia vivía aislada y era estigmatizada. A los chicos y chicas los veían formar lejos de los demás alumnos y lo atribuían a su religión, pero nadie sabía cuál era esa religión.

Después de atravesar una infancia y una adolescencia llena de carencias y sometimientos, las niñas fueron escapando de la casa paterna, pero ninguna hablaba con la otra de lo que les pasaba.

Hasta que en una reunión de Año Nuevo, una de las hermanas rompió el silencio. Reveló que la mayor de ellas no tenía un retraso como siempre les habían contado, sino que había sido violada por el padre a los 9 años; por eso estaba siempre callada y retraída. Y contó que ella misma había sido abusada.

La tercera de las hermanas corrió a encerrarse en un cuarto, a llorar, porque había sufrido lo mismo.

Ese día se juraron salvar a las otras dos, las más pequeñas. Y así comenzó la causa penal que terminó con la condena.