Análisis: Parva Negra Oeste, un yacimiento maldito

Es la segunda licitación que se cae en el bloque porque las compañías no consiguen financiamiento. Antes fue la polémica Enercana.

La salida de Retama, una subsidiaria de la petrolera norteamericana Retamco, de Vaca Muerta suma un nuevo capítulo a la compleja y extraña historia de un yacimiento que parece no tener suerte: Parva Negra Oeste.

Según publicó “Río Negro Energía” la pyme estadounidense no consiguió financiamiento para continuar con su proyecto exploratorio. Su salida suma una nueva decepción a las expectativas de desarrollar los hidrocarburos no convencionales de la mano de cientos de pequeñas compañías distribuidas por todo el territorio neuquino. Así se dio el boom del shale en Estados Unidos.

Retama adjudicó el área en la última ronda licitatoria, en noviembre de 2017, que realizó la petrolera provincial Gas y Petróleo del Neuquén (GyP). Sabía que llegaba a un bloque que estuvo bajo sospechas por su anterior concesionario: la fantasmagórica Enercana.

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Parva Negra comenzó su camino cuando la provincia aprobó, en diciembre de 2013, un acuerdo entre GyP y Petrobras para subdividir el área y le otorgó el 85% de Parva Negra Este a la firma brasileña. La operadora provincial se guardó el 15% de la UTE y la totalidad de Parva Negra Oeste.

Un año después sacó a licitación el bloque y pese a que retiraron pliegos empresas de la talla de Wintershall, Pan American Energy y Total Austral. Llamativamente sólo ofertó Enercana, una empresa que no estaba inscripta en el registro de operadoras y que no tenía antecedentes ni fondos para hacerse cargo del desarrollo.

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“Río Negro” publicó los detalles del caso e incluso señaló que Enercana parecía seguir los pasos de otras empresas sin antecedentes en la industria que se quedaron áreas que luego vendieron a operadoras con más peso en el sector. Entre ellas se enumeran Rovella Carranza y Rovella Energía con Bajada de Añelo, Buta Ranquil y La Ribera. Pero la más llamativa fue Raiser SA, del exbanquero Raúl Moneta, cuya empresa adquirió Cruz de Lorena y luego la vendió a Shell.

El operador de Raiser fue Osvaldo Sortino a quien se mencionó por entonces como representante de Enercana. La compañía, pese a conseguir reiteradas prórrogas, nunca consiguió los 33 millones de dólares comprometidos para ingresar al negocio. Finalmente la concesión se cayó ante la exposición que consiguió en la opinión pública.

Lo que ocurrió con Retama dista bastante de lo que pasó con su sucesor. El modelo norteamericano para desarrollar el shale incluye una etapa del negocio poco explotada en Vaca Muerta y mal vista en el país: pequeñas empresas exploran el área a riesgo propio, buscan un socio con mayor capital para que lo desarrolle y salen con sus ganancias para repetir el modelo.

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Los llaman cazadores de shale, son expertos “con olfato” para identificar las mejores áreas y con inversiones relativamente bajas ponerlas en valor. Esa es la esperanza para que Vaca Muerta se multiplique. Sin embargo, con la salida de ésta pyme estadounidense las expectativas de imitar el plan se vuelven a esfumar.

Desde GyP aseguraron que los texanos no consiguieron financiamiento por la falta de confianza en el país medido con elevado índice de Riesgo País. Quizá el desarrollo no convencional no esté tan afianzado como para merecer la confianza de inversiones de riesgo o la firma no logró el magnetismo que tuvieron otros.


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